CUADERNOS OPCION por los POBRES – CHILE
MOVIMIENTO TEOLOGIA de la LIBERACION
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Rosas 2090 – D, Santiago – Chile
“Para construir una nueva sociedad es imprescindible
deslegitimar al capitalismo”
Entrevista
a Francois Houtart - Mayo de 2008
La
lucha por la defensa de los derechos humanos, la difusión de la
Teología de la Liberación -dado su condición de sacerdote católico
y el activismo por las causas altermundialistas- hacen de Francois
Houtart, el sociólogo belga y directivo del Foro Mundial de
Alternativas, un referente imprescindible en el proceso de
emancipación de los pueblos en ésta época en la que la humanidad
no tiene otra opción que enfrentarse a la amenaza criminal del
neoliberalismo si quiere subsistir.
Profesor
emérito de la Universidad Católica de Lovaina, director del Centro
Tricontinental, secretario ejecutivo del Forum Mundial de
Alternativas, miembro del Consejo Internacional del Forum Social
Mundial de Porto Alegre, presidente de la Liga Internacional por el
Derecho y la Libertad de los Pueblos y director de la Casa Editorial
Ruth, Houtart es ante todo un sacerdote cálido con una sólida
cultura que ha dedicado su vida a luchar contra las injusticias y a
difundir en forma activa y denodada el pensamiento alternativo por un
mundo mejor. Viajero incansable, aprovechamos una de sus frecuentes
visitas a Colombia para dialogar con él.
-Usted
ha venido hablado de unos factores para consolidar un proceso
alternativo en América Latina. ¿Cuáles son esos factores?
Los
factores de los que vengo hablando hacen referencia a una
voluntad política,
ante todo, que permita avanzar en el proceso y a un
apoyo popular
que constituya un paso hacia el socialismo que para el siglo XXI debe
ser un proyecto constructor, capaz
de contradecir la barbaridad, consolidar un modelo económico
post-capitalista, que propugne por la defensa de la dignidad humana y
el amor al prójimo.
Estos son pasos fundamentales, pero hay otros importantes que debemos
tener en cuenta, como por ejemplo, la necesidad de una organización
política,
la concreción de unos métodos
de trabajo
para cumplir con las etapas necesarias, e igualmente, la
ética
porque la corrupción y el autoritarismo al interior de las
organizaciones terminan destruyendo todo proceso.
-También
ha hablado usted de la necesidad de deslegitimar el capitalismo y de
volver por una ética del medio ambiente...
Exactamente,
la
base de todo para la construcción de una nueva sociedad es
deslegitimar el capitalismo, no sólo condenar sus abusos y excesos
sino su lógica misma,
porque la lógica del capitalismo es lo que nos lleva a las
catástrofes sociales de millones y millones de gentes que sufren de
hambre o que viven en la miseria o la pobreza, pero por otra parte
también, es
prioritario enfrentar la destrucción del medio ambiente, lo que
constituye la destrucción de la vida.
Esa es la lógica del capitalismo cuyo objetivo
a corto plazo es la ganancia y la acumulación
sin preocuparse de los otros factores, o les pone atención a último
momento cuando es demasiado tarde. El capitalismo solo cambia de
orientación cuando hay una relación de fuerza que lo pone en
desventaja, o cuando hay una revolución, o cuando hay cambios
climáticos tan fuertes que pueden terminar por afectarlo. Por
eso otra filosofía de simbiosis entre el ser humano y la naturaleza,
no de explotación, es absolutamente necesaria.
-Según su percepción política, solamente en América Latina es donde se están dando procesos de resistencia y de transformación. ¿El resto del mundo está rezagado?
Es
un hecho que las fuerzas de transformación en otras partes del mundo
no han logrado aún una real posibilidad de realizar cambios. En
Asia
todavía el neoliberalismo es el modelo predominante en los
denominados tigres asiáticos, aún en la China, Vietnam, o la India,
el capitalismo es visto como oportunidad y no como agresión por la
mayoría de la gente, porque se piensa que va a permitir un cierto
desarrollo. Sí hay un crecimiento espectacular pero solo para el 20%
de la población, pero no del resto.
Al contrario, en América Latina el neoliberalismo se ha visto realmente como una agresión, tal vez por la aproximación con Estados Unidos y por la brutalidad del proceso. En Europa, por ejemplo, la mayoría de la gente cree todavía que la economía de mercado va a ser la tabla de salvación y por eso no se quiere acabar con el sistema, lo que significa que el capitalismo ha tenido el éxito de mantener la hegemonía cultural, pese a que cada día hay más víctimas, más pobres y mayor vulnerabilidad de la clase media. A pesar de ello en el continente europeo no existe la irrupción de fuerzas que propendan por la transformación del sistema económico, y cuando reaccionan lo hacen vinculándose con los partido de extrema derecha.
-¿Y en África?
En
África lo que sucede es que como ha salido recientemente del
colonialismo su
problema es el de construir su identidad política y por eso ha
habido menos atención a la agresión del neoliberalismo,
no obstante que es el continente más explotado dentro del modelo de
la globalización económica. Pese a ello, aún no hay experiencias
reales de resistencia o de aparición de alternativas.
-Uno
de los factores de poder en el mundo que ha contribuido a consolidar
el pensamiento hegemónico del capitalismo es la Iglesia Católica.
Sin embargo un hombre como usted, con un apostolado académico y
participativo en las luchas sociales, ¿por qué optó por el
sacerdocio?
Ah
bueno, es que yo desde muy joven quería ser misionero y por eso
mantenía correspondencia con misioneros en la India y aunque no
conocía la situación real del mundo, esa era mi vocación y mi
deseo. Como no podía ingresar a una orden misionera porque mi padre
que se casó de 40 años me pidió que me quedara en Bélgica
cuidando la familia, dado que yo era el mayor de sus 14 hijos.
Entonces no tuve otra alternativa que ingresar al clero diocesano en
donde logré mucho contacto con los sacerdotes obreros en Francia,
luego me enrolé en la resistencia guerrillera durante el último año
de la Segunda Guerra Mundial y, finalmente, fui muy activo con el
movimiento de la Juventud Obrera Católica, la JOC. De esta manera me
involucré mucho con los problemas sociales y cuando terminé mis
estudios de teología y fui ordenado sacerdote solicité poder
continuar los estudios sociales, por lo que pasé tres años en la
Universidad de Lovaina y después obtuve una beca para la Universidad
de Chicago, donde permanecí un año.
Posteriormente y gracias a los vínculos que tenía con la JOC pude ir a recorrer América Latina, continente que siempre me interesó porque encontré bastantes latinoamericanos en Lovaina. Cuando retorné fui nombrado secretario en la curia arzobispal, lo que no me gustaba mucho, pero muy rápidamente logré constituir un centro de estudios socio-religiosos que trabajó sobre Bélgica en un principio y, luego, sobre América Latina, Asia y África.
En el desarrollo de estas actividades de investigación estuve muy comprometido en la lucha contra la guerra de Vietnam, donde descubrí todo lo relacionado con el aspecto del imperialismo capitalista y después en solidaridad con los movimientos de liberación africanos; todo esto me llevó al trabajo que he realizado en todos los últimos años.
-¿Pero
su postura política no le ha traído problemas con el Vaticano?
Claro
que sí. (Risas). Bueno, yo fui experto en el Concilio Vaticano II y
gracias a ello he conocido muy bien al Vaticano en su interioridad.
Igualmente he trabajado con los obispos latinoamericanos,
especialmente estuve vinculado con don Hélder Cámara del Brasil.
Pero después como profesor de la Universidad Católica de Lovaina en
dos oportunidades la Santa Sede trató de echarme del centro
académico.
-¿Y
cómo ha sido su relación con este pontífice que es un pastor
alemán de ultraderecha?
Lo
conozco muy bien porque estuve con él durante el Concilio Vaticano
II y gracias a que soy jubilado de la Universidad de Lovaina no me ha
llamado la atención, porque supongo que piensa que yo ya no seré
peligroso durante mucho tiempo... (Risas).
-¿Usted
que fue amigo y profesor del sacerdote guerrillero colombiano del
ELN, Camilo Torres Restrepo, considera que en Colombia y en América
Latina su pensamiento revolucionario sigue teniendo vigencia?
Cómo
no!, claro, más que nunca, porque justamente ahora hay razones de
esperanza ya
que en algunos lugares del continente latinoamericano hay
experiencias concretas de alternativas políticas,
exactamente en la orientación de lo que Camilo pensaba.
-¿Considera
que la decisión de Camilo de irse a la lucha armada fue equivocada?
El
asunto no se puede juzgar en abstracto. El problema de la lucha
armada como una forma de resistencia o de una vía para tomarse el
poder se
debe siempre juzgar en el entorno del momento.
Cuando Camilo tomó su decisión el entorno social y político era
muy diferente al de hoy, era un momento en el que estaba en pleno
auge la revolución cubana; posteriormente se produjo la revolución
sandinista; así entonces había ejemplos en los que la lucha armada
se presentaba como la alternativa para lograr un cambio real. Y es en
ese contexto en el que se movía Camilo. Hoy día la situación es
muy diferente. Yo
no veo que a través de la lucha armada se llegue a un resultado que
permitiera en América Latina un cambio fundamental en beneficio de
los intereses del pueblo,
lo que no significa que esta salida sea excluida en principio, pero
debemos juzgar las situaciones muy concretas dentro de las cuales
estamos.
-¿Y
cuál es su percepción del conflicto armado en Colombia?
En
primer término quiero
señalar que no descarto que en ciertas coyunturas la lucha armada
sea legítima,
lo digo por experiencia, por cuanto yo participé activamente en la
resistencia armada de Bélgica durante la Segunda Guerra Mundial y
nadie podrá discutir la legitimidad de nuestra causa. Lo
importante es no caer en una acción puramente pacifista, ni tampoco
en un fundamentalismo a favor de la lucha armada.
En cuanto a su pregunta del conflicto en Colombia considero que en el
actual entorno la resistencia armada no es la solución.
Creo que la salida al problema colombiano es la organización del pueblo a través de la consolidación de una fuerza social con vocación política que luche contra el modelo neoliberal.
-Otra de sus propuestas interesantes es la de crear una Corte Penal Internacional contra el capitalismo. ¿En qué la sustenta?
Es
una propuesta de juristas internacionales que ya está caminando y es
una consecuencia de varias sesiones de trabajo y debate del Tribunal
Permanente de los Pueblos, en donde se ha acusado, por ejemplo, al
Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial y a grandes
multinacionales por diversos crímenes que han cometido contra la
humanidad. Ya hay una proyecto bien elaborado y sustentado para
constituir
una
Corte Penal Internacional que condene los crímenes económicos,
claro que se va a tomar algún tiempo todavía para realizarlo, pero
la idea ya está.
-En
el mes de noviembre de 2007 usted presidió el Tribunal Internacional
de Opinión que sesionó en Bogotá para abocar el problema del
desplazamiento forzado en Colombia. Tras la investigación de campo y
de escuchar una serie de testimonios, el tribunal consideró que el
desplazamiento es un crimen de Estado en el caso colombiano. ¿Por
qué?
El
tribunal que tuve el privilegio de presidir logró establecer el
carácter dramático y masivo de esta situación que afecta
a uno de cada ocho colombianos.
Los testimonios provinieron en la mayor parte de campesinos,
comunidades indígenas y afrodescendientes. Si el conflicto armado
interno explica en parte estas situaciones, de
lejos la causa más frecuente es el proceso de concentración de
tierras en manos de grandes terratenientes y de empresas nacionales y
trasnacionales,
como las mineras Anglogold Ashanti, las petroleras Repsol, BP y
Petrocabada, y las compañías palmeras para los agrocombustibles
como Urapalma, pero también la bananera Chiquita Brands. Ese proceso
se cumplió con la ayuda del ejército, de los paramilitares y de las
sociedades privadas de seguridad, como en Irak. La violencia del
proceso es tremenda. He podido verificarlo en el Chocó. A los
campesinos que rechazaban entregar sus tierras se les decía: “si
se niegan, negociaremos con sus
viudas”, y muchas ejecuciones
tuvieron lugar. Según el veredicto del tribunal, se trata de una
crisis estructural. Desde
medianos de los 80, los narcotraficantes decidieron traer sus divisas
al país y lavarlas mediante la compra de grandes extensiones de las
mejores tierras. Los cárteles del narcotráfico junto con sectores
de la oligarquía, de la clase política y las fuerzas militares
crearon una nueva versión del paramilitarismo, bajo el pretexto de
luchar contra la insurgencia.
De esa manera se fraguó una alianza mediante la cual los
paramilitares eliminaban a los miembros de los partidos políticos
izquierdistas de oposición como la Unión Patriótica y a los
movimientos cívicos que clamaban por mejores condiciones de vida. En
cambio, el “establishment” colombiano les permitía continuar sus
actividades ilícitas, las cuales a su vez financiaban al poder
político. La apropiación ilícita de tierras promovió no sólo una
fuerte
concentración inequitativa, sino también una
transformación del uso de la misma.
A ello hay que agregar que el
modelo neoliberal del cual el presidente Álvaro Uribe es uno de los
abanderados en América Latina, también ha contribuido notablemente
al desplazamiento forzado en Colombia...
Efectivamente,
los desplazamientos tuvieron un nuevo incremento durante la primera
mitad de la década de los años 90 cuando entraron en auge las
políticas neoliberales que facilitaban el paso de las inversiones
trasnacionales.
Grandes empresas requirieron un camino libre para avanzar en la apropiación de tierras donde se localizarían megaproyectos de inversión: agrícola, industrial, minero, portuario, turístico, vial. El Plan Colombia de 1997, estrategia militar financiada por Estados Unidos con el pretexto de contrarrestar el avance de las guerrillas, tenía en realidad el fin de controlar el poder político y económico en determinadas regiones del país. Bombardeos indiscriminados, capturas masivas, criminalización de los movimientos sociales, fuerte presencia militar en determinadas regiones explican este incremento. Si en los últimos años las cifras disminuyeron relativamente, es porque existen zonas despobladas disponibles e inmensas extensiones de tierras ya desposeídas. Al mismo tiempo, el gobierno colombiano está promoviendo una legislación que pretende legalizar los despojos y dejar en la impunidad los crímenes cometidos.
Transcriptor: Enrique A. Orellana F.
CUADERNOS OPCION por los POBRES – CHILE
MOVIMIENTO TEOLOGIA de la LIBERACION
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Rosas 2090 – D, Santiago – Chile