Diario de Monseñor Óscar A. Romero

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DIARIO del 27 de agosto al 16 de septiembre de 1979

LUNES, 27 de agosto de 1979

Me obsequiaron un almuerzo las señoras de la Junta Arquidiocesana de Cáritas, donde traté de dejar también un mensaje de amor, que es lo que tanto necesita hoy la Iglesia.

MARTES, 28 de agosto de 1979

Lo más importante de esta mañana, que fue muy ajetreada en el Arzobispado, fue la visita que luego fuimos a hacer con los señores Poma y De Sola. Dos dirigentes de la empresa privada que están muy preocupados de la situación del país y querían compartir conmigo la opinión sobre este asunto, ya que, según ellos, la Iglesia es la única que tiene una voz moral que puede conducir al país. Yo agradecí este aprecio, traté de escuchar sus opiniones y de dar con franqueza también la mía. Aunque no en todo estamos de acuerdo, creo que aceptan la dura exigencia del Evangelio, de que sólo se puede hacer una verdadera paz si se hace una verdadera justicia. Y yo resalté mucho que era necesario el cambio de una estructura social, económica, política en el país. Por lo menos, que el pueblo vea que se comienza con seriedad esta transformación, de lo contrario no podemos detener esta ola de violencia.

Por la tarde, tuvimos una reunión muy importante en la casa de las hermanas pasionistas de Planes de Renderos para evaluar precisamente el resultado de estas conversaciones que con los empresarios y con el partido político Demócrata Cristiano y otros sectores dirigentes de nuestra sociedad han ido sosteniendo como representación de la Iglesia: el vicario general, monseñor Urioste, monseñor Cortez, el padre Jesús Delgado, y el padre Estrada. Evaluamos una situación de la Iglesia en este ambiente y francamente fue como «un poner el termómetro» a nuestra propia Iglesia y orientar mejor nuestro trabajo pastoral. No pudimos terminarla y quedamos de reunirnos mañana al mediodía en el hospital de la Divina Providencia.

En la noche, tuve cena con el grupo de comunidad de base que organizó en Santa Tecla el padre Rafael Palacios. Todo lo saturó su recuerdo en testimonios muy bonitos de un hombre que en forma oculta pudo hacer tanto bien. De mi parte les expresé la relación del obispo con un sacerdote y, de manera concreta, con el padre Rafael y cómo, a través del sacerdote, el obispo y la comunidad logran formar un sólo espíritu, una sola familia que les supliqué seguir conservando en un sentido verdaderamente comunitario y eclesial.

MIÉRCOLES, 29 de agosto de 1979

No pude ir a San Juan Cojutepeque donde se celebra hoy la fiesta patronal. Atendí varios periodistas y representantes de televisión extranjera en la Curia arzobispal.

Vino por la tarde, un padre franciscano de los que trabajan en Gotera, junto con una religiosa. Él es irlandés y ella es inglesa y me contaron el resultado de su viaje por su país con motivo de las vacaciones que tuvieron y cómo lograron hacer bastante ambiente para solidarizarse con nuestro país. En lo personal, me traían saludos muy significativos y una invitación para ir a Irlanda, lo cual les dije que me era muy difícil dada la situación y, sobre todo, la barrera del idioma que no sé hablar a perfección. Ahí hubo otro periodista por la tarde y por la noche, aunque prueban la paciencia, sin embargo, creo que es una oportunidad maravillosa para extender la palabra y el pensamiento del Pastor.

JUEVES, 30 de agosto de 1979

Una importante visita de la Central Campesina. Un grupo de trabajadores del campo que expresaban su deseo de solidarizarse con la Iglesia y de pedirle su colaboración específica. Por mi parte, les ofrecí que con mucho gusto estaba dispuesto a ello.

Otra reunión muy simpática fue la de los párrocos de la vicaría de Mejicanos. En la casa de la religiosa belga, junto a Domus Mariae, conversamos muy amigable e íntimamente acerca de las relaciones de ellos con el Obispo. Comencé por expresarles mi deseo de oír con toda franqueza sugerencias y aun quejas, para mejorar mi relación con ellos. Segundo, la relación entre ellos mismos fue sumamente franca. Se sacaron todos sus defectos y se animaron a cultivar sus buenas cualidades y su amistad que se nota muy grande. Y, finalmente, las relaciones con los laicos, que es donde surgen muchas dificultades psicológicas y pastorales, pero el ambiente fue sumamente cordial y muy animador.

VIERNES, 31 de agosto de 1979

Este día cumple año de muerte nuestro recordado monseñor Valladares, desde el domingo pedí oraciones por él, ya que lo siento siempre tan cerca.

En el Arzobispado, varias visita. La principal, la Comisión de la parroquia de la Colonia Dolores, con el señor Tomás Sánchez Zelaya, antiguo amigo, quienes están dispuestos a construir ahora el convento, ya que terminaron casi la iglesia y seguir también con la construcción de una escuela parroquial. Les di todo mi entusiasmo y ellos cuentan también con su propia organización y su generosa colaboración.

Almorcé donde don Pepe Simán, quien está en vísperas de un viaje a Estados Unidos. La cordialidad de este hogar, que me brinda mucha amistad, es para mí también un oasis en mi trabajo.

No pude realizar la reunión con los seminaristas de tercer año, pero la hemos trasladado para el próximo miércoles.

SÁBADO, 1 de septiembre de 1979

Tuvimos la Hora Santa de costumbre en el hospital de la Divina Providencia donde asistió mucha gente. La epístola de Santiago que se lee este domingo, me dio maravillosa oportunidad para hablar del Padre, superior a todas las claridades de las estrellas y de donde procede todo bien, y nos invita a la intimidad con él. Hubo en la misa un bautismo, que también aproveché para catequizar en el compromiso bautismal de los cristianos.

DOMINGO, 2 de septiembre de 1979

Con tiempo me había invitado el padre Manuel Loarca y las religiosas Hijas de la Caridad que trabajan en aquella región, para celebrar una confirmación de jóvenes. Era inmensa la muchedumbre; no cabía en la iglesia y se tuvo que hacer en la escuela vecina. Estaban bien preparados y había verdadero entusiasmo juvenil, ya que la mayoría eran jóvenes de quince años. Fue una ofrenda preciosa con canastos de los productos de aquella tierra. Un ambiente de cordialidad y de alegría que nos hace pensar en lo bello que es una liturgia cuando de veras ha sido comprendida por la vida. Muchas comunidades que reciben continuo cultivo de parte de aquellos agentes de pastoral, párroco, religiosas y muchos laicos, verdaderos catequistas de serio compromiso.

LUNES, 3 de septiembre de 1979

Lo principal de este día fue mi visita a La Chacra, una región sumamente pobre donde trabajan las hermanas de La Asunción. La televisión suiza quería llevarse la impresión de la Iglesia en todos nuestros sectores y así como ayer estuvieron conmigo, junto con otros periodistas mexicanos, en Ateos, hoy estuvieron tomando varios aspectos de la vida miserable, pero alegre y cristiana de esta comunidad de La Chacra. Entré en casitas donde el temporal que está cayendo humedece paredes y piso. Muchas veces, la pared es el barranco al que se ha arrimado un techito de lata. Los periodistas iban sumamente impresionados de esta situación de miseria y proliferación humana: había muchos niños que salían de todas partes.

Terminé el día cenando en el Instituto Carmelitano, ya que las postulantes que van a salir esta semana, me habían invitado y me dieron un cordial agasajo. Las animé a ser fieles a su vocación y, en una forma alegre y familiar, transcurrió un momento también muy animador en nuestras vidas.

MARTES, 4 de septiembre de 1979

Reunión del clero, sobre el tema «Comunidades de base», ocupamos todo el día. Hubo una discusión muy seria sobre el artículo que publicó el padre Luis Montesinos, en que critica varios aspectos de la Arquidiócesis.

Y me dio mucho gusto ver la solidaridad y unidad con su Obispo de la totalidad del clero, excepto algunos pocos que no por falta de comunión, sino por no estar de acuerdo en muchas cosas, también tienen la franqueza de expresarlo. Así lo dije al final, que todas estas tensiones, mientras se mantuvieran en la comunión eran signo de salud; que procuráramos, nada más, hacer prevalecer los supremos valores de la caridad y de la unidad.

MIÉRCOLES, 5 de septiembre de 1979

Escuché una grabación de la televisión suiza tomada en Arcatao a personeros de ORDEN, los cuales abiertamente señalan a las religiosas como instigadoras de subversión en los diversos cantones. Ya referí esto en la homilía del domingo como una calumnia y así lo es en verdad, ya que no se ha comprendido, por parte de estas personas, lo que casi todo el pueblo ha entendido, la misión evangelizadora de estas religiosas que están haciendo mucho bien en aquella región.

Vinieron también las oblatas del Sagrado Corazón que van a tomar la parroquia de Jayaque, ya que no hay allá sacerdote y están también muy animadas de espíritu pastoral.

Un grupo de sacerdotes de las diversas diócesis se reunió en el salón de la parroquia de San José de la Montaña para evaluar su actividad sobre ayuno y oración en la iglesia del Rosario.

Durante toda esta semana, ha estado entre nosotros la televisión suiza con el encargo de tomar aspectos de la vida del Arzobispo. Por eso los hemos visto actuar en la misa de las ocho del domingo, en la reunión del clero y en las oficinas de la Curia arzobispal, lo mismo que en el hospital de la Divina Providencia, tomando allá escenas del comedor, de la capilla y de los enfermos, para indicar la residencia del Arzobispo. También vino una periodista de Suecia que ha visitado varias opiniones de diversos sectores de la vida nacional y quiso también entrevistar al Arzobispo, acerca del aspecto pastoral de esta situación.

JUEVES, 6 de septiembre de 1979

Una mañana de mucha actividad, entre visitas, reuniones, y terminó con el almuerzo a que me habían invitado los padres del Opus Dei. Me contaron toda su obra entre profesionales, universitarios y también obreros, sirvientas. Es una obra silenciosa de mucha espiritualidad. Tuve oportunidad, después del almuerzo, de ver un reportaje de la televisión italiana acerca del fundador del Opus Dei, donde insiste en los valores de la oración y de la santificación de la propia vocación de los laicos. Me parece que es una mina de riqueza para nuestra Iglesia, la santidad del laico en su propia profesión.

Por la tarde, las enfermeras del Seguro Social me habían pedido una misa, que con gusto celebré, para darle gracias a Dios por haber resuelto los problemas de sus reclamos justos en una manera pacífica racional. Y les decía yo, que ojalá todos los conflictos del país se llevaran a solución por esos caminos y que un día diéramos gracias a Dios, no sólo de este aspecto del problema económico-social que fueron ellas en el Seguro Social, sino también de todo el país en sus diversas complejas problemáticas.

Fui a cenar con el secretario de Cursillos de Cristiandad. Fue una cena familiar y en la cual introduje un tema que se profundizó muy cristiana y evangélicamente: el tema de la UNIDAD; pidiéndoles que me señalaran fraternalmente qué caminos podía yo seguir para encontrar la unidad con mis queridos hermanos obispos, porque si yo soy causante de algún estorbo para esta unidad, estoy dispuesto a enmendarlo. Fue sumamente complaciente para mí la franqueza con que me hablaron, donde prevaleció lo positivo. Me dijeron que la unidad tiene que ser con criterios de Evangelio, que la unidad es fruto del Espíritu Santo y que ese Espíritu, el pueblo lo interpreta muchas veces mejor que la misma jerarquía y que, según estos criterios evangélicos y del Espíritu Santo, no cabía duda que la línea que hemos adoptado en el Arzobispado es obra de Dios. Y que si se la separan, la critican, la adversan no hay que buscar unidad fuera de este Espíritu, sino pedir para todos la conversión y que yo mismo también tratara de ser fiel al Espíritu y al Evangelio, convirtiéndome cada vez más a sus inspiraciones.

VIERNES, 7 de septiembre de 1979

Fue un día trágico. Amaneció la noticia del asesinato del hermano del presidente de la República, un profesor retirado que vivía en Apopa. Vino a visitarme el secretario, el subsecretario del Ministerio de Defensa, coronel Iraheta, quien me dijo que el Presidente y el ministro de Defensa y otros hombres de Gobierno habían conversado en la velación del difunto, acerca del peligro que yo corría y que me ofrecían la seguridad que yo quisiera, incluso un carro blindado. Yo le agradecí, mandé saludar al Presidente, dándole la condolencia por la muerte de su hermano, y diciéndole respetuosamente que no aceptaba esa protección, ya que yo quería correr los mismos riesgos que está corriendo el pueblo; que sería un antitestimonio pastoral andar yo muy seguro, mientras mi pueblo está tan inseguro. Aproveché para pedirle, más bien, protección para el pueblo en ciertas zonas donde los retenes, los operativos militares hacen tantos estragos, o, por lo menos, siembran tanto terror. Le manifesté que yo mismo había sido objeto de estas vejaciones cuando al entrar a Arcatao me pusieron con las manos arriba y me registraron. Él se extrañó, me pidió perdón y dijo que tratarían de ver, que muchas veces los súbditos traspasan las normas que se les han dado. También le hablé bastante sobre la situación de tolerancia que se nota en ciertos crímenes; mencioné los asesinatos de nuestros sacerdotes que se han quedado sin investigación; a veces, parece voluntaria la suspensión de estas investigaciones. En fin, fue una conversación que me pareció provechosa, en el sentido de denuncia respetuosa ante quien puede poner remedio.

Es primer viernes y ha habido muchas comuniones. Yo fui a confesarme a la iglesia del Carmen con los padres jesuitas, donde vi cómo está floreciente esta devoción del Corazón de Jesús.

Había prometido ir al Paisnal para celebrar una misa junto a la tumba del padre Grande; ya que la televisión suiza también quería llevar este recuerdo de la tumba del Padre, que fue el primero en caer en esta serie de crímenes para con nuestro clero; pero me aconsejaron que, dado el crimen de Apopa, había por ahí muchos operativos y que podía correr algún riesgo, que no valía la pena, ya que no se trataba de un fin pastoral, sino de una complacencia a la televisión. Por lo cual, avisamos por radio que no se iba a tener la misa y el próximo domingo, en que iré a celebrar otra misa al mismo sector de Aguilares, pasaremos a hacer una visita a la tumba del padre Grande.

Por la noche, una reunión con los seminaristas mayores del Arzobispado. Refirieron las reuniones que han tenido con el rector, padre Goyo, acerca de la actividad del ayuno y oración en la iglesia del Rosario. Cinco reuniones en las cuales han podido evaluar y sacar conclusiones muy positivas, pero al mismo tiempo, descubrir problemáticas que precisamente fueron las que tratamos de discutir en esta reunión. Al principio de la reunión, estuvieron dos emisarios del ecumenismo norteamericano; él, un pastor de la Iglesia metodista y ella, brasileña, que trabaja en el Secretariado Ecuménico en Estados Unidos. Compartieron cariñosamente con los seminaristas un momento y se despidieron muy complacidos.

Con el grupo de seminaristas ahondamos bastante en el tema de la UNIDAD, en el tema del respeto mutuo con el equipo, en que fuera el Seminario un verdadero centro de unidad para obispos, sacerdotes y para los mismos seminaristas. En fin, creo que fue una reunión muy rica en la cual también inicié el trabajo para que la comisión de sacerdotes se hiciera responsable de un trabajo más intenso en la formación de nuestro clero y en las buenas relaciones del Arzobispado con el equipo de formadores del Seminario.

SÁBADO, 8 de septiembre de 1979

He pasado preparando mi homilía de mañana por la noche, las informaciones que me dan, como todos los sábados, para completar el cuadro de información y denuncia de la homilía.

La tarde también fue muy hermosa en la capilla Santa Luisa, donde con motivo del veinticinco aniversario de la escuela Walter Deininger, se celebraron varios sacramentos: el bautismo, la confirmación y el matrimonio de varias parejas. Una bonita manera de expresar cómo la escuela es una verdadera irradiación pastoral, cuando se le da todo el sentido de evangelización que debe ser una escuela católica.

DOMINGO, 9 de septiembre de 1979

Por segunda vez, tuve que celebrar la misa en la basílica del Sagrado Corazón, ya que la Catedral y la iglesia del Rosario continúan ocupadas. La concurrencia me pareció mayor. Alguna persona destacó la inmensa cantidad de hombres que asisten a esta misa. Estuvo presente también un pastor metodista de Estados Unidos y una secretaria del Secretariado Mundial de las Iglesias de aquel país. La homilía inspirada en el milagro de la curación del sordomudo me dio ocasión para presentar a Cristo como EL VERDADERO LIBERADOR, que no destruye sino que rehace y que proyecta todas las dimensiones de hombres, la trascendente y la histórico-social. Después de la misa, fui a presidir la profesión solemne de fotos perpetuas de una religiosa pasionista en la iglesia de Concepción. Ceremonia muy hermosa y que me sirvió para llamar a todos los bautizados a vivir seriamente su bautismo, ya que la profesión religiosa no es un sacramento distinto, sino el mismo bautismo llevado a consecuencias muy serias y muy santificadoras y de gran cooperación para la Iglesia.

Después de un almuerzo frugal en la casa de las pasionistas, me fui a Aguilares, donde íbamos a celebrar el noveno día del asesinato de Jesús Jiménez, un gran catequista, a quien allá llaman «el hombre del Evangelio».

Por la tarde, fui a Aguilares a celebrar el novenario del asesinato del catequista Jesús Jiménez, a quien llaman «el hombre del Evangelio», porque a pesar de ser un analfabeto, tenía sus apuntes bíblicos, que él iba escogiendo para determinadas circunstancias, y era muy fiel al cumplimiento de coordinador de comunidades y murió asesinado misteriosamente. Su cuerpo lo encontraron ya llevado a la Alcaldía, de donde las mujeres tuvieron que llevarlo al cantón donde fue la misa que yo fui a celebrar, un poco distante de la cabecera parroquial. Gran asistencia de comunidades que se promueven en todos aquellos lugares, una misa muy emocionante. La televisión suiza, que quiso captar esta celebración, me manifestó sus impresiones, muy agradables, muy originales. Después de la misa, fuimos a visitar la tumba del padre Grande, al Paisnal, donde también estuvo la televisión para captar algunas vistas de aquel lugar tan venerado, para la Arquidiócesis. Se notaba en el ambiente mucho miedo. La gente, desde lejos, miraba, no se acercaban. Un oreja, como decimos, sí anduvo muy cerca espiando qué hacíamos y se notaba la Guardia Nacional como a media cuadra, donde tiene su comandancia, también muy inquieta. En fin, una situación anormal, una psicosis que se ha creado en todos estos lugares tan atormentados por la represión.

LUNES, 10 de septiembre de 1979

Esta mañana reuní al Consejo pro seminario. El padre Sigfredo, rector del Seminario Menor es el encargado de los asuntos del Seminario y le he presionado para que estudiemos, con toda la comisión que se nombró y que no ha trabajado, la situación delicada del Seminario Interdiocesano en relación con el Arzobispado. Una tensión que, sobre todo, ante los obispos ha llevado a una división, ya que monseñor Aparicio ha retirado casi todos los alumnos del Seminario para llevarlos a México y el equipo del Seminario estudia también una serie de problemas que encuentran en su relación con nuestra Arquidiócesis. Hay descontento en los muchachos del Seminario Mayor y es urgente prevenir un mayor desastre, una expulsión de varios muchachos que pueden ser muy valiosos sacerdotes. Se discutió ampliamente todo el problema y se vio la necesidad de un diálogo con el equipo del Seminario, pero para ello hay que preparar mejor el material y nos reuniremos a continuar este diálogo el próximo viernes.

Fui a almorzar al Colegio Guadalupano donde vi a la Provincial, que es salvadoreña, y animé a las religiosas que trabajan en Arcatao y que, prácticamente, han sido expulsadas de allá, por la situación del Gobierno y traté de justificar ante la Provincial este trabajo, tan incomprendido por muchos, de la promoción humana de aquella región. Mientras tanto, las hermanas de Arcatao me están ayudando en la secretaría.

Por la noche, fui a la ultreya. Cursillos de Cristiandad me recibió con mucho cariño y después de mi intervención a todo el grupo, invité para que se quedaran a dialogar sobre el proyecto de una pastoral urbana. Surgieron sugerencias muy buenas, pero la principal fue qué cursillos, teniendo como uno de sus carismas la animación cristiana de los ambientes, va a estudiar los ambientes de la capital y de la zona metropolitana, a fin de poner como una base el estudio de una pastoral adecuada.

MARTES, 11 de septiembre de 1979

Secundando un deseo del señor Nuncio fui a visitarlo. Estuvo muy cordial, me manifestó que lo principal de la visita era para comunicarme la preocupación del presidente de la República acerca de mi seguridad, que ve muchos peligros y que me ofrecía seguridad. Le repetí al señor Nuncio lo que dijo el coronel Iraheta, que vino también en nombre del Presidente a ofrecerme la misma seguridad, que estaba dispuesto a correr los mismos riesgos del pueblo, que sería para mí muy difícil presentarme defendido, mientras el pueblo sufre indefenso. Y que teníamos confianza en Dios que nos ampararía. El señor Nuncio se refirió a mi homilía del domingo recién pasado para elogiarme y decirme que había hablado bien y que comprendía que yo estaba entre dos enemigos, la derecha y la izquierda, y que comprendía que la posición era muy delicada. Le agradecí sus deferencias; platiqué otros asuntos, como el del Tribunal Eclesiástico que es urgente reorganizarlo y le supliqué su intervención ante la Conferencia Episcopal para que funcionara este departamento de la Iglesia de carácter nacional.

Hubo reunión en la mañana de la Comisión de Pastoral; muy animada. Evaluamos la reunión pasada del clero y proyectamos diversos aspectos pastorales con toda sinceridad y franqueza. Platiqué con el padre Gámez, que tiene problemas en Chalatenango. Y vino a visitarme también la Catholic Relief Service para exponerme las dificultades que existen con la congregación de carmelitas en Santa Tecla, por estar destinando a otra finalidad el centro que, con ayuda de esta institución, ha funcionado allá. Le prometí intervenir para que se hiciera justicia y, sobre todo, en bien de nuestra pastoral. También me ofreció esta institución norteamericana, CRS, dispuesta a ayudarme en asuntos que la Iglesia tuviera que afrontar por razones de emergencia. Yo le propuse que vivíamos en emergencia, que había muchas familias de desaparecidos, de asesinados, de capturados que era necesario ayudar. Y le pareció bien que se creara un fondo para estas ayudas y se va a interesar para que se institucionalice mejor esta manera de hacer el bien.

Por la tarde, tuvimos una reunión de los medios de comunicación social. Estuvo la secretaria, señorita Doris Osegueda; el gerente de la radio; el padre Moreno, encargado del Consejo de la Comunicación Social; el vicario general, monseñor Urioste; el padre Torruella. Y discutimos varios aspectos de la radio, de la prensa y de otras publicaciones complementarias. También estuvo presente el padre Fabián Amaya, quien propuso programaciones que mejorarían, sin duda, el funcionamiento de la radio en bien de la pastoral, de la catequesis, de la liturgia, que son los fines de nuestra Iglesia.

Por la noche, una llamada telefónica al Hospital, avisaba a la Madre Superiora que ya venían por los diez mil colones que yo había ofrecido por matar a alguien. La Madre estaba muy alarmada y me obligó a ir a dormir a otro sitio, aunque yo le dije: «Son llamadas anónimas para sembrar psicosis, estén tranquilas»; sin embargo, la alarma cundió, pero todo fue vano.

MIÉRCOLES, 12 de septiembre de 1979

Una mañana de muchas visitas particulares; destacándose entre ellas la entrevista de la radio YSU, para transmitir en cadena centroamericana, la pregunta, principalmente sobre la situación de la Iglesia en medio de esta conflictividad del país.

Almorcé con los padres Ellacuría y Jon Sobrino, quienes acaban de regresar de participar en congresos o reuniones de carácter científico. Ambos me refirieron la buena fama que nuestra Arquidiócesis tiene en otros ambientes. En Alemania, el padre Sobrino vio traducidas al alemán mis homilías y conversé con pastores protestantes, que están orando intensamente por nuestra línea del Arzobispado; así como también me prometieron la oración de miles de correligionarios. El padre Ellacuría me dio gran aliento cuando me refirió la entrevista con el padre Arrupe, en Roma; y al mismo tiempo, la entrevista del padre Arrupe con el Santo Padre; el Papa preguntó expresamente por mí al padre Arrupe, quien le dio elogiosos comentarios de mi pastoral, de mi predicación; lo cual parece que ha influido mucho en los juicios del Santo Padre. Así, se notaba también que le sorprendió cuando el padre Arrupe le comunicó que ya eran seis sacerdotes asesinados en el país. Daba la impresión de que al Papa no se le transmite una información objetiva de la situación de la Iglesia en nuestro país. Gracias a Dios, todo ha sido muy positivo para nuestra Arquidiócesis en esta relación de los dos jesuitas a Europa.

Por la tarde, nueva entrevista de la televisión suiza, después de haber tenido una entrevista con el presidente de la República, el cual dijo que yo predicaba política y que con esto desobedecía a la Constitución, y que esto era una señal de la libertad que hay en el país. Yo tuve la oportunidad de explicar a la televisión suiza que no es una predicación política, sino evangélica que ilumina la política como nos manda el Concilio cuando recuerda el derecho y la obligación que la Iglesia tiene de iluminar desde la ética cristiana, las diversas actividades humanas, entre las cuales está la actividad política.

Otra interesante entrevista de esta tarde fue con la madre Teresa Margarita, superiora general de las carmelitas de San José, para recomendarle que no se fuera a llevar a otro objetivo las finalidades del CESPROR, una casa de promoción que tienen las carmelitas en Santa Tecla; ya que, según referencias de Catholic Relief Service, que ha ayudado mucho a esta obra, parece que se quiere suspender el trabajo de promoción de la mujer que tanto bien ha hecho, para dedicar esta casa a fines de la congregación. La Madre se mostró sorprendida de que se supieran estas cosas y expresó que iba a ser una suspensión momentánea, para luego volver a los fines, ya que no tenían dinero para proseguir este trabajo. Pero he notado en todo su comentario, más bien un temor a la línea del Arzobispado, sin duda que por influencias, que sospecho sean de la misma Nunciatura; y que esto haga retroceder a la Madre en una obra, que todos vemos, que es de gran bien para nuestra pastoral. Quedé de conversar con Catholic Relief Service, que a su tiempo, me prometió seguir ayudando para que no se suspendiera esta obra.

JUEVES, 13 de septiembre de 1979

Los periódicos de la mañana, Diario de Hoy y La Prensa, presentan en una página entera la homilía de monseñor Aparicio en San Vicente, el domingo recién pasado. Es una tremenda condenación de los sacerdotes, a los cuales él dice que no puede defender y casi los acusa y los expone a un asesinato; diciendo que los sacerdotes que fueron matados, fueron purgados por la misma izquierda y que hay sacerdotes comprometidos con la izquierda que no pueden retroceder sin que los maten. Nos hemos reunido con otros sacerdotes que están muy indignados de esta acusación tan peligrosa. En el comentario de YSAX se criticó duramente la actitud de Monseñor que no es nada pastoral y los sacerdotes se han comprometido a estudiar la manera de enfrentarse con monseñor Aparicio para hacerle ver lo grave de su acusación y, al mismo tiempo, solidarizarse con los sacerdotes de aquella Diócesis.

Tuvimos reunión con la Comisión Directiva de la Pastoral para platicar, principalmente, con monseñor Urioste, que hasta ahora ha sido el vicario de Pastoral, para que nos dé su experiencia y nos ayude con el aspecto administrativo. Él fue muy comprensivo y dijo que todo lo dejaba en manos de la comisión y se ofrecía él a continuar prestando todos sus servicios por el bien de la Diócesis. Aclaré que esta nueva organización no quita nada a monseñor Urioste, ya que él es el vicario general y como tal está muy unido con el Obispo para vigilar todos los aspectos pastorales de la Diócesis. Además es el vicario de Administración que es el sector, en la organización actual de la Pastoral de la Diócesis, siendo pues la comisión principal de la pastoral a la cual está subordinada toda la administración; él, como vicario general y vicario de Administración es el mejor enlace de la vida pastoral de la Arquidiócesis con la Comisión de Pastoral. Él comprendió perfectamente y está muy cordialmente unido a este nuevo esfuerzo de darle vida a una comisión de pastoral, que sea la directora de todo este trabajo principal de la Iglesia en la Arquidiócesis.

A la hora del almuerzo, tuve la satisfacción de que las hermanas guadalupanas, que me atienden la Secretaría, atienden ya también la pequeña cocina y comedor personal, donde con ellas, en forma de una comunidad muy cordial almorzamos y conversamos sobre los problemas de la Diócesis. Me parece pues, que es un momento de solaz pastoral, muy útil para mi vida y para la vida de la Curia.

Por la tarde, después de descansar, en mi propia habitación que preparé en la Curia, que casi nunca la había ocupado, traté con los seminaristas que me habían pedido audiencia. Vi también en esto otra ventaja de quedarme a almorzar para poder dedicar las primeras horas de la tarde a este trabajo tan útil de orientar personalmente a los seminaristas. Fueron cuatro seminaristas que habían pedido audiencia y que tenían problemas personales que, me di cuenta, qué necesario es que el pastor conozca más íntimamente a sus seminaristas.

El día terminó con una cena en casa del licenciado Viéytez, donde hubo conversaciones muy actuales y muy ricas de experiencia, del mundo y de la política.

VIERNES, 14 de septiembre de 1979

Es el día de la exaltación de la Santa Cruz y el colegio de la Divina Providencia, dirigido por las hermanas pasionistas, celebra hoy la misa del colegio. Fue en la iglesia de Concepción. Fui a presidirla; se la ofrecían por el eterno descanso de José Mauricio Flores; un estudiante de ingeniería, asesinado ayer, hijo de un profesor del colegio, don Mauricio Flores. En la misa dije que este joven asesinado y la familia doliente son el símbolo de muchas personas y familias que están sufriendo en esta hora de la patria. Y que nos evocaba el sentido de la Cruz. Exhorté a ser fieles a sus deberes, a hacer patria no matando, sino dando vida, cumpliendo bien el deber.

En el Arzobispado la Comisión de Seminario se reúne para estudiar las condiciones que quisiéramos realizarse en un seminarista de nuestra Arquidiócesis, que se prepara para nuestra pastoral. El padre Fabián Amaya, el padre Rafael Urrutia y Sigfredo hicieron un hermoso estudio sobre base de Puebla y otras reflexiones de carácter de seminarios. Se encargó hacer con ellos unas normas que fueran nuestra ratio institutionis y se preparó el diálogo que se tendrá con el equipo de formadores del Seminario, a fin de un mutuo entendimiento en las relaciones de la Arquidiócesis con el equipo del Seminario. El asunto es muy delicado y es necesario abordarlo con valentía porque el Seminario es la esperanza de la Arquidiócesis.

Tuve la visita de un periodista norteamericano. Participé también en la junta que celebraban en el hospital de la Divina Providencia sacerdotes de la diócesis de San Vicente. Les ofrecí mi apoyo y que estaba a sus órdenes, ya que su propio obispo en la homilía del domingo recién pasado los desampara y casi los acusa de una línea peligrosa, que es muy perseguida por el Gobierno.

No pude ir a Cojutepeque a las confirmaciones que se tendrían esta tarde porque ha habido muchos disturbios en la ciudad y hay muchos retenes en la carretera que va para Cojutepeque. En la ciudad se preparaba una manifestación del Bloque Popular Revolucionario que fue disuelto a balazos por miembros de cuerpos de seguridad. Ha habido muertos y heridos. Ha habido quemas de buses y la manifestación fue disuelta. Hay mucha expectativa para esta noche y para mañana quince de septiembre, ya que se ha estado mencionando mucho que en septiembre habrá cosas graves. Quiera el Señor que se vayan apaciguando los ánimos y que vaya reinando la paz.

SÁBADO, 15 de septiembre de 1979

Es un triste día de la Independencia. Además del ambiente lluvioso, es un ambiente de violencia, trágico. Amanece muy desolado porque, por los disturbios de ayer, se han suspendido las líneas de servicio de camionetas y hay un ambiente de temor. Sin embargo, pude ir a la Colonia Dolores a celebrar la fiesta patronal de la Virgen de Dolores. Invité a la gente a que no fuera sólo la misa de la Colonia, sino que fuera la misa de toda la patria. Que nos sintiéramos solidarios con las grandes necesidades y problemas del país y poniendo por intercesora a la Virgen al pie de la cruz, pidiéramos al Divino Redentor las gracias de salvación para nuestro querido pueblo.

Hubo un bonito número de confirmaciones, de muchachas ya grandes, de algunos niños mayores, ya de ocho años, y he notado el esfuerzo del padre Mamerto junto con una hermana de la caridad y otros catequistas en preparar debidamente la recepción de este sacramento del Espíritu Santo. También me encontré con varios miembros del Comité de aquella iglesia, animándoles a proseguir el trabajo, no sólo de terminar la iglesia, sino de hacer el convento y la escuela parroquial.

El resto del día lo pasé en el Hospital, preparando la homilía y reflexionando sobre la situación del país.

Por la noche, me avisaron las hermanas guadalupanas de Arcatao que les ha llegado cita del director de Migración, quien ya está de acuerdo con el cónsul de México, para definir su situación. Ellas temen que se trate de una expulsión del país. Irá monseñor Urioste a acompañarlas y les di ánimo y serenidad. Les dije que después de misa, mañana, nos veríamos.

Con el padre Moreno y con Beto Cuéllar preparamos el conjunto de informaciones que es tremendamente trágico; de violencias, de secuestros, de problemas laborales durante toda esta semana. Quiera el Señor inspirar siempre mi palabra para ser justo en las apreciaciones.

DOMINGO, 16 de septiembre de 1979

Amanece sumamente lluvioso. La misa todavía no se puede tener en la Catedral porque hay bastantes desperfectos a consecuencia de la ocupación, que fue larga, de parte del Bloque Popular Revolucionario. Sin embargo, en la basílica del Sagrado Corazón había mucha gente. Estaban servicios de televisión de otros países y un reportero de Le Monde, de Francia. Ha habido una acogida muy cariñosa, sobre todo, cuando les dije en la homilía que el Santo Padre había preguntado por mí, como en efecto, fue la noticia que me trajo el padre Ellacuría, de una entrevista del padre Arrupe, después de haber viajado por Centroamérica. Y que el padre Arrupe le había expresado la actuación del Arzobispado de San Salvador con términos muy elogiosos, principalmente, en lo que se refiere al trabajo de magisterio desde la homilía de los domingos. Hubo otras informaciones y, sobre todo, la alusión que el Papa hizo en una alocución del Ángelus pidiendo oraciones por El Salvador. Con este principio, que fue aplaudido por la gente, inicié una homilía en torno de CRISTO VERDADERO MESÍAS. Y fui explicando los falsos mesianismos, ya que las lecturas se prestaban...

Por la noche, fui a la parroquia de San Francisco de Mejicanos a dar posesión al nuevo párroco, padre Juan Macho Merino, pasionista, ya que esta congregación se va a hacer cargo de este sector de la Arquidiócesis y allí tendrá un grupo de teólogos y filósofos que se preparan para esta misma congregación. Mientras, van al seminario San José de la Montaña o a la UCA a recibir su instrucción. Después hubo una alegre y cordial convivencia en Domus Mariae que está vecina a la iglesia.

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DIARIO del 17 de septiembre al 19 de octubre de 1979

LUNES, 17 de septiembre de 1979

En el tranquilo ambiente de la casa de las hermanas carmelitas de San José, en Santa Tecla, el Senado Presbiteral se reunió. Los puntos principales fueron analizar las acusaciones graves que ha hecho monseñor Aparicio en su homilía del domingo recién pasado, diciendo que los sacerdotes que han muerto asesinados han sido matados por grupos de izquierda, que no les permitieron retroceder. El otro punto fue un análisis sobre la ocupación de los templos.

En el primer punto, se acordó ir a visitar a monseñor Aparicio por parte de la Arquidiócesis que se siente afectada y hacerle ver lo grave de su acusación; el apoyo que esto presta a los asesinos de los sacerdotes; pedirle pruebas porque necesitamos conocerlas, si existen en verdad; y pedirle un esfuerzo de unidad con el Episcopado para defender y no para acusar los derechos de nuestros sacerdotes y de nuestro pueblo. Al mismo tiempo, se prepara una información lo más objetivamente posible para Roma. Acerca de la ocupación de templos, se acordó más bien estudiar ésta más despacio en una junta específica que se encargó organizar al padre Federico Sanggiano, párroco de El Calvario que ha sido una de las iglesias más molestadas por la ocupación. Se esperó la llegada del padre Quintero que ha pedido reconciliación con la Iglesia, pero no llegó. Se encargó también al padre Sanggiano hablar con él y proponerle una revisión espiritual y, al mismo tiempo, un tratamiento psiquiátrico. El padre David Rodríguez llegó al final de nuestra junta y almorzó con nosotros, y nos comunicó que hubo otra nueva homilía de monseñor Aparicio el último domingo, en que hubo graves acusaciones para la Arquidiócesis y prohibió la lectura del periódico Orientación en los hogares de su Diócesis.

Después del almuerzo, monseñor Urioste vino a visitarme para darme cuenta de la entrevista con el director de Migración, donde se trató el asunto de las hermanas mexicanas, que trabajan en Arcatao. Fue con ellos el cónsul de México, que, al contrario de lo que había dicho Migración, no sabía nada de este asunto. El director de Migración se mostró muy grosero con el enviado de la Curia, con monseñor Urioste, aunque después le pidió perdón por su directo ataque a la línea de la Arquidiócesis, diciendo que dispensara, que no era esa la intención como no la era en el señor Presidente, ni en el Gobierno, porque monseñor Urioste le preguntó si su actitud con él, personalmente, correspondía a una actitud del Gobierno. También me entregó monseñor Urioste tres comunicados de militares progresistas que planean, confidencialmente, naturalmente, un cambio de Gobierno sobre bases más democráticas. Esto nos llena de esperanza y ojalá que pronto El Salvador respire aires mejores que el actual ambiente de violencia en que vivimos.

Mientras conversaban con monseñor Urioste, vino una llamada telefónica de la televisión argentina, pidiéndome que en un minuto hiciera una apreciación de la situación del país. Me situé en mi posición de Arzobispo y ofrecí una breve visión pastoral de lo conflictivo y explosivo que está nuestro ambiente y de la misión de la Iglesia, predicando una paz basada sobre justicia. El tema de siempre, reducido a un minuto.

MARTES, 18 de septiembre de 1979

Por la mañana celebramos la Asamblea General de la Sociedad de la YSAX, la Voz Panamericana. El nuevo gerente, licenciado Teto Samour, informó sobre las actividades del año, que casi todo fue llevado a cabo por el padre Rogelio Pedraz, quien últimamente ha tenido que retirarse por ser jesuita y tener ocupaciones en Guatemala; pero ha dejado una huella muy profunda en esta obra de difusión. Ya le escribí expresándole mi profunda gratitud y mi deseo de que, cuando las circunstancias lo permitan, pueda volver a trabajar con nosotros.

El informe, también económico, y se llegó al nombramiento de un auditor que recayó en mi hermano, Arnoldo. Se comentaron varios aspectos de la radio. Se habló de la instalación del nuevo equipo y de la nueva antena, para lo cual también escribí una carta a un amigo que tiene un terreno allá por Tonacatepeque. Esperamos que desde allí la antena haría una difusión más amplia de la voz panamericana. Hubo ambiente de optimismo y de comprensión para esta obra que, gracias a Dios, está prestando tanto servicio a nuestra Arquidiócesis y a la Iglesia entera en El Salvador

Por la tarde, también muy importante la reunión del equipo del Seminario con la Comisión de Seminario de la Arquidiócesis y con la presencia de monseñor Rivera que es el encargado del Seminario por parte del Episcopado. En esa calidad y en su calidad de obispo de Santiago de María hizo aportaciones muy valiosas para la discusión entre el equipo y la comisión que parecía al principio un poco tensa y con prejuicios; pero que, gracias a Dios, se fue suavizando y entró en un campo de cordialidad para trabajar en un sector que es de lo más importante en la vida de la Iglesia: la formación de nuestros futuros sacerdotes. Se puso como coordinador de parte de la Arquidiócesis al padre Sigfredo Salazar, rector del Seminario Menor, con el cual también tenía tensiones el equipo de formadores, pero que también se suavizaron y parece que Dios ha bendecido mucho esta reunión. Se concertó en continuar celebrando sesiones más frecuentes, dialogando sobre un tema tan importante.

Por la noche, fui a la junta de Cáritas arquidiocesana. Pero ya habían terminando y sólo aproveché para expresar mi condolencia a la señorita Elsa Herrera, ya que en su casa iba a ser esta reunión.

MIÉRCOLES, 19 de septiembre de 1979

El trabajo en el Arzobispado comenzó hoy cediendo espacio a dos fotógrafos de revistas norteamericanas que me pidieron posar para ellos; me entretuvieron unos quince minutos, tomando una inmensa cantidad de fotografías que les dije que era la primera vez que me obligan a tomar tantas poses como si fuera un artista. Luego siguió el trabajo de entrevistas, la mayor parte hoy, gente muy pobre o angustiada por situaciones de injusticia, madres de desaparecidos, a quienes traté de decir una palabra de aliento o dar alguna orientación para sus dificultades. La reunión culminó esta mañana con el trabajo sobre la economía del trabajo de la Catedral. Las ocupaciones han venido a traer graves trastornos en el culto y en la construcción de nuestra Catedral. La Comisión de Administración tomó muy cordialmente el problema y señaló tres soluciones: que no se suspendiera el trabajo, porque de suspenderlo era difícil volver a reanudarlo y se perdería una inmensa cantidad de dinero, ya que toda la armazón de la cúpula se echaba a perder. Y por tanto, era necesario aportar lo que se necesita para terminar la cúpula, aunque sea sacando el dinero de otra parte. Y se ofreció sacar del banco prestado sobre nuestras mismas cédulas hipotecarias, o pedir al padre Sáenz, a quien se le ha prestado un dinero para su construcción, adelante su devolución; o finalmente, pedir a la Cooperativa Sacerdotal acelerar la compra del mesón que tiene propuesta su compra. Todo se encargó concretamente a alguno de los asistentes que, como repito, todos están con buena voluntad de sacar a flote esta dificultad. También se habló de hacer un viaje a Europa visitando instituciones de ayuda para solucionar este problema económico, al que se pudiera sumar también la necesidad de construir una casa para el obispo, ya que no la tiene, y para las oficinas de la Curia, que también faltan en la Arquidiócesis.

Fui a almorzar con los seminaristas claretianos, en Santa Tecla. Un simpático grupo de nueve muchachos y un sacerdote que los atiende, con quienes compartimos momentos de muchos recuerdos para mí con el espíritu de los claretianos, que alimentaron mi primer seminario menor en San Miguel. Fue muy interesante el diálogo de mesa y sobremesa, y quedaron, creo, muy satisfechos, así como a mí me dieron también mucha animación.

Por la tarde, comenzó mi trabajo con una misa celebrada por un niñito de pocos años que murió víctima del cáncer. Prediqué a sus afligidos padres y acompañantes cómo Dios, al llevarse estas florecitas del mundo, nos está diciendo que no todo está perdido y que, en medio de tanto odio y tanta violencia, tanta cosa desagradable, el mundo puede ofrecerle al Señor las mejores flores para su trono, nuestros niños. Y en segundo lugar, que nos insinuaba esto la necesidad de sufrimiento que el mundo tiene para salvarse, que Cristo crucificado sigue redimiendo al mundo desde el sufrimiento y desde el dolor.

Luego asistí a la junta para estudiar los criterios y actitudes que hay que tomar acerca de las tomas de nuestros templos. Nos asesoró canónicamente monseñor Rivera y el padre Fabián aportó una muy buena reflexión pastoral. Se hace ver que en los tiempos normales estas ocupaciones son profanaciones que el derecho sanciona. Y que, en efecto, hace mucho mal, sobre todo, en el sentido de descristianización de nuestra gente, pero que la situación es anormal. Y así como Cristo dijo: «No es el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre», y así como en circunstancias anormales se permitió comer los panes de la proposición, así la ocupación de templos, cuando se han cerrado todos los cauces de expresión, son un mal menor y, por eso, la reflexión debe ser únicamente para alimentar nuestros criterios, pero no para aparecer como rechazando una necesidad de quienes deben manifestar las inquietudes del pueblo. Por otra parte, en concreto, se acordó cerrar la Catedral, la iglesia del Rosario y de El Calvario, ya que son las tres más apetecidas, sin publicarlo y permanecen cerradas mientras se busca un lugar de culto distinto de iglesia, mientras pasa esta situación.

Por último, recibí ya muy noche la visita de sor Judit a quien habían expulsado, pero, gracias a Dios, han devuelto de Guatemala y seguirá trabajando en El Paraíso de Chalatenango. Lo mismo me visitó una familia que, llorando, me decían: «Venimos como hijos a un padre a decirle nuestros sentimientos, porque nos han quemado un bus que era nuestro negocio, nuestra manera de vivir y hoy nos deja sumamente comprometidos económicamente». Les di palabras de aliento y me alegró que él es alcohólico anónimo. Y es una familia que bajo la inspiración carismática del Espíritu Santo ha hecho progresos en la maduración de su fe y de su esperanza, y les dije que tenían ellos el secreto de la solución en una gran fe, pero que, al mimo tiempo, trabajaran porque Dios tendría que bendecirlos así como los estaba probando.

JUEVES, 20 de septiembre de 1979

El primer problema que tratamos con los Vicarios General y Episcopal y la representante de la provincial de religiosas guadalupanas fue el asunto de las hermanas guadalupanas que trabajan en Arcatao. La preocupación de las religiosas es la persecución y calumnia de que han sido objeto, y la Madre General recomienda que no vuelvan ellas, aunque mandarían a otras y que como condición sería la atención de algún sacerdote que vaya siquiera cada quince días, lo cual se resolvió por medio de que el padre Fabián Amaya, vicario episcopal y el padre Isidro, jesuita, se han comprometido a esta asistencia espiritual. Las otras hermanas que no pueden volver hoy a Arcatao, se dedicarán a la Secretaría de Arzobispado y verán qué comunidad o en qué trabajo cerca de la capital pueden dedicare a su labor pastoral, a la que no quieren renunciar.

Durante la mañana, llegaron varias visitas de sacerdotes, religiosas y fieles. Por la tarde recibí a un representante de las Ligas 28 de Febrero, para anunciar una próxima visita, al día siguiente, a fin de presentarme la plataforma común que se ha elaborado en el diálogo popular, ofreciendo soluciones pacíficas a la situación del país.

Después salí para Cojutepeque. En la parroquia de San Juan, el padre Edmundo Brizuela preparó un buen número de jóvenes y niños, mayores de ocho años para recibir la confirmación. Una comunidad viva, alegre, participante, renovó también sus compromisos de bautismo y de confirmación. Después departimos amigablemente con la gente a la salida y con el padre en su convento.

No pude asistir a la reunión de Seminario que había prometido esta noche, pero ellos la celebraron con el padre rector del Seminario Menor.

También tuve hoy la noticia que habían venido, procedentes de Nicaragua, en ruta hacia México, dos obispos amigos de Venezuela, monseñor Roa y monseñor Ovidio. Les anuncié para el día siguiente concelebrar en la iglesia del hospital de la Divina Providencia y salir después del desayuno a dar alguna vuelta por los alrededores de nuestra capital.

VIERNES, 21 de septiembre de 1979

Una mañana de visitas. Sobresale la entrevista con la Radio Cadena Central, en que quiso confrontar mi opinión con la de monseñor Aparicio, pero le dije que no quería tocar temas polémicos y les reclamé porque varias veces insistió en el diálogo, en esta confrontación. Yo aproveché para reafirmar la posición del Arzobispado en la Pastoral. También muy importante, la entrevista con un periodista brasileño, que es reportero de grandes periódicos de aquel país y de la BBC de Londres. Me dio una serie de preguntas para que yo reflexionara en alto. De tal manera que no fue propiamente un diálogo, sino una propuesta de temas que yo luego desarrollé en esa forma que él me propuso, como quien piensa hablando alto. Y no fue otra cosa que la reafirmación de la posición de la Iglesia frente a los malos entendidos y frente a las incomprensiones y persecuciones de que es objeto en este país.

Almorcé con las religiosas guadalupanas que trabajan en la Secretaría, ya que ellas han rehabilitado la cocinita de mi apartamento. También invité al padre Nicolás González y la hermana Rosa María que está sufriendo una incomprensión muy grave de parte de la congregación de carmelitas de San José, ya que la han eliminado y la han mandado para su patria, una nación de América del Sur, pero ella quiere quedarse a trabajar entre nosotros, lo cual puede hacer, ya que no depende de la congregación una vez que ha sido eliminada de la misma. Le di ánimo y luego quedó conversando con el vicario de Chalatenango y se le ofrecieron varias soluciones para continuar con ánimo su trabajo.

Después del almuerzo me dediqué a atender a los seminaristas de tercer año, individualmente, frente a sus ministerios que quieren recibir algunos, otros esperan. Les hice ver la cercanía ya del sacerdocio y la necesidad de una buena preparación que llenara las esperanzas de nuestra Arquidiócesis.

Y por la noche, en el hospital de la Divina Providencia, representantes de partidos políticos y agrupaciones políticas populares me presentaron la plataforma común elaborada en el diálogo popular a fin de convocar a una unificación del pueblo, sobre una plataforma común y me pareció muy buena, y creo que es un camino más que se ofrece a la racionalidad de nuestro pueblo. Les felicité y les prometí prestar todo mi apoyo de parte de la Iglesia.

SÁBADO, 22 de septiembre de 1979

Hoy fui a Guazapa a administrar la confirmación a un grupo de jóvenes de quince años arriba, preparado por las parroquias de Guazapa y Aguilares. Fue una ceremonia muy consciente y muy participada. Al final, los jóvenes dieron testimonios muy hermosos de su compromiso con la Iglesia y sentían de veras la presencia del Espíritu Santo. Después de la misa tuve una reunión con los catequistas para informarme de su trabajo y para orientar algunas dudas que expresaron. Almorcé con las hermanas carmelitas de San José, quienes tienen la preocupación de su congregación que parece no comprender plenamente este trabajo de la pastoral. Quedamos que mañana tendríamos una reunión privada junto con las otras religiosas de Apulo, adonde iré mañana.

Por la noche, recibí al señor embajador de Alemania, junto con un diputado de la Alemania Occidental. La conversación fue muy interesante sobre tópicos de la Iglesia y del país. Me ofrecieron todo su apoyo. El señor Embajador prometió visitarme y estar atento a cualquier necesidad que pudiéramos tener nosotros para ayudarnos.

Después tuve la reunión con el padre Moreno y Beto Cuéllar analizando la semana que ha sido sumamente densa, sobre todo, de pronunciamiento y de violencia.

DOMINGO, 23 de septiembre de 1979

La misa fue en la Basílica dado que hemos acordado mantener cerrada la Catedral para evitar las dificultades de las ocupaciones. Hubo mucha concurrencia, muchos aplausos en la homilía. Les expliqué que no me envanecía, sino que, al contrario, me hacían sentirme más servidor del pueblo y tratar de interpretar esta comunión de sentimientos que expresan con sus aplausos. Les pedí mucho compromiso en la oración y en el seguimiento de Cristo con su cruz.

Después de misa tuve una reunión con la televisión italiana, la cual estuvo presente en la misa también tomando detalles y un periodista de Londres.

Después fui a Apulo donde celebraban hoy su fiesta patronal en honor de la Virgen de Dolores. Una concurrencia pintoresca junto al lago; celebramos la misa con una viva participación de las comunidades, que se notan allá muy conscientes. Durante el almuerzo, los grupos juveniles participaron con alegres cantos. Estaban también las noticias de las religiosas carmelitas de San José.

Después del almuerzo, tuvimos una reunión privadísima con las cuatro hermanas que trabajan en pastoral, en que expresaron claramente sus preocupaciones al no sentirse comprendidas por su instituto. Les dije que mientras no hubiera un cambio sustancial, se mantuvieran siempre fieles a su vocación carmelitana y que oremos mucho para seguir investigando qué quiere Dios en nuestra situación.

Al regresar de Apulo, vi el triste espectáculo de unos muchachos que se perseguían a muerte a pedradas. Gente junto a una camioneta donde estaba el desorden, se notaba sumamente preocupada, pero no pude hacer nada dada la furia de esta gente. Espero que hayan quedado a salvo, después de esa violencia.

Por la noche, visita de la televisión italiana que no pudo captar varias cosas que hubiera querido por falta de material, pero que le llegaba de Nicaragua y quería completar su información.

Después de la misa de la Catedral fui a celebrar la fiesta patronal de la Virgen de Dolores en el cantón del mismo nombre, Dolores, Apulo, junto al lago de Ilopango, en la parroquia de Ilopango. Fue una fiesta muy pintoresca, ya que la capilla tiene una preciosa vista sobre el lago y la gente es sumamente cariñosa, atenta al mensaje de la Iglesia. Les presenté mi carta pastoral y el tema de la homilía fue la exhortación a la devoción a la Virgen, que propongo ya al final de dicha carta, como una contribución de nuestra Iglesia a las soluciones de la crisis del país. Después de la misa compartimos el almuerzo con las hermanas carmelitas, las novicias que habían llegado a cantar y representantes de las diversas comunidades, habiendo hecho un momento muy feliz en el comedor de Apulo. Después una conversación muy privada con cuatro religiosas carmelitas que sienten que no se comprende su trabajo pastoral en una congregación donde se cuida mucho las formas, pero que no se tiene todo ese espíritu eclesial para comprender la pastoral que lleva nuestra Arquidiócesis. Les dije que mientras no hubiera un cambio fueran siempre buenas religiosas carmelitas, obedientes a sus superioras y que me preocuparía de hablar para hacer comprender este trabajo pastoral que muchos no comprenden, sobre todo, cuando hay encima tantas calumnias e incomprensiones.

Por la noche, vino a completar su trabajo informativo la televisión italiana, que me tomó fotografías y declaraciones respecto de la situación del país y de la Iglesia.

LUNES, 24 de septiembre de 1979, día de la Virgen de Mercedes

Celebré la misa en la cárcel de mujeres, donde las hermanas del Buen Pastor han preparado un buen grupo de mujeres y algunas señoras para recibir el sacramento de la confirmación. El tema de la homilía fue el Espíritu Santo, que se da en la Confirmación, que logró en María la mujer perfecta, y pedirles un cristianismo como lo inspira el Espíritu Santo en nuestros días. Almorcé con las reclusas que me invitaron y en un acto muy simpático, los Leones de Mejicanos ofrecieron varios actos recreativos. Me fui a terminar la tarde de descanso muy agradable.

Por la noche regresé a celebrar la misa patronal de la Virgen de la Merced en la parroquia de la Merced, bajo el padre Torruella. Estaba concurrida y me dio oportunidad de hablar de la devoción a la Virgen como característica de América Latina, pero una devoción que, como aconsejó el Papa y Puebla, tiene que evolucionar de acuerdo con las necesidades de los pueblos.

MARTES, 25 de septiembre de 1979

Una mañana de mucha intensidad de visitas, sobre todo de sacerdotes, ya que los martes he de dedicarlos especialmente a los sacerdotes. Sin embargo, hubo unas emergencias de laicos. La visita de un militar para hablarme de la situación difícil y de sus propósitos muy secretos de los cuales platicaremos en una conversación con otros, que él preparará para estos próximos días. También visita de periodistas, siempre interesados de nuestra situación.

Por la tarde, hubo reuniones de la Comisión de Seminario con el equipo formador del Seminario Interdiocesano. No pude asistir porque no se me avisó a tiempo y tenía otro compromiso con la Central de Campesinos Salvadoreños. Muy interesante, ofrecían toda su colaboración y pedían que la Iglesia les orientara para poder dar una respuesta adecuada al momento que se vive. Les exhorté a mantenerse idénticos siempre como campesinos, como agrupación y les agradecí ese sentido de atención para la Iglesia, la cual, a pesar de todas las calumnias, no tiene ninguna mala voluntad, sino el deseo de servir y de orientar sinceramente según el Evangelio.

Preparé la grabación para el diálogo del día siguiente en radio.

Y por la noche, visita de un empresario quien me informó de las actividades que empresarios jóvenes están llevando a cabo para agrupar en torno de la justicia social, los diversos movimientos reivindicativos de derecha y de izquierda. Lo felicité y le prometí la colaboración de la Iglesia, la cual no se puede comprometer, naturalmente, con ninguna agrupación política, pero sí tiene el deber de orientar y de apoyar lo bueno que pueda haber en esta búsqueda de soluciones para el país.

MIÉRCOLES, 26 de septiembre de 1979

La primera visita de esta mañana fue de un jesuita misionero de la India, el cual ha oído hablar mucho de nuestra Arquidiócesis y me dijo que había gozado mucho oyendo la homilía del domingo recién pasado, y que llevaba como recuerdo de su paso por San Salvador varias homilías de las que se han distribuido ya impresas, para mostrarlas a sus compañeros en la India, como ejemplo de una Iglesia que es inspiración de todo el mundo y que él la considera casi un milagro. Yo le agradecí frases tan elogiosas y le ofrecí también nuestro agradecimiento, en oraciones por la India así como le pedíamos la solidaridad de las oraciones de aquellas Iglesias.

Otra visita interesante de hoy es la de un periodista y politólogo de Venezuela, el cual grabó impresiones de nuestro modo de pensar acerca de la situación del país y de la Iglesia. Mostró sumo interés en la vida de nuestra Iglesia y en su defensa coherente de los Derechos Humanos.

También varios sacerdotes y varios seglares estuvieron esta mañana en mucho trabajo y visitas a nuestro Arzobispado. El Padre Misionero se llevaba muy grata impresión de la actividad de nuestra oficina central de la Arquidiócesis. Le doy gracias a Dios por este testimonio que nuestra Iglesia está dando y, como le dije al Padre Misionero, aprovecharé sus impresiones para estimular a nuestra Iglesia a mantenerse fiel a su Evangelio.

Al mediodía fui a almorzar con los padres de la vicaría de Mejicanos, en la iglesia de Mejicanos, donde el padre Samuel Orellana nos atendió muy gentilmente. Ahí celebramos la titulación de licenciado del padre Nicolás González, el cual me obsequió un ejemplar de su tesis, leyéndome la cariñosa dedicatoria que ha escrito en la primera página de su tesis para mí. Le agradezco este nuevo testimonio de solidaridad sacerdotal. La tesis es sobre un autor y sobre el tema del «Amor como expresión de la personalidad». Estuvo explicándonos durante el almuerzo varios aspectos filosóficos de su tema.

Varios sacerdotes de la diócesis de San Vicente y el padre Clemente Barrera de la diócesis de Santa Ana, acompañaron al mediodía a la señorita Ana Echeverría, hija de doña Guadalupe, una noble matrona de México, que tuvo un sentido muy hospitalario para con todos estos sacerdotes cuando eran seminaristas y vino a visitarme, rodeada de todos estos sacerdotes, por lo cual elogié ese sentido de hospitalidad y la gran recompensa que Dios da a quienes atienden así a sus sacerdotes. Se sentía muy conmovida y de mi parte también mucho agradecimiento al Señor porque sus sacerdotes, a pesar de la persecución, siempre encuentran betanias que los acogen con cariño.

JUEVES, 27 de septiembre de 1979

Este día me invitaron los padres somascos a concelebrar en la basílica de Guadalupe, de la Ceiba, la Eucaristía en honor de su patrona la Virgen Mater Orfanorum. Tuve la grata sorpresa de encontrarme no sólo con los somascos, sino con los sacerdotes de la vicaría de La Asunción, de Flor Blanca, que se encuentran haciendo ejercicios espirituales esta semana en el noviciado de los padres somascos. Asistieron también las religiosas, sus novicias, sus alumnas, lo mismo que los seminaristas y los alumnos del colegio de los padres somascos. Fue una fiesta íntima y, al mismo tiempo, solemne. Prediqué en la homilía de las carencias de la orfandad. O sea, carencia de plenitud de vida, carencia de unidad, ya que la madre es lazo de unidad de la familia y cuando falta, como que se disgrega, y carencia de orientación. Cuando la madre falta también falta la orientación cariñosa del hijo; aplicando estas tres carencias a las grandes necesidades de nuestro pueblo y por las cuales tenemos que invocar a la Virgen, nuestra Madre, sin ella somos huérfanos y carecemos, como está sufriendo El Salvador, falto de vida y falto de orientación. Después de la misa, fuimos a almorzar todos los sacerdotes en el Noviciado, en una reunión muy cordial y familiar.

A las dos de la tarde recibí a la representante de la Embajada del Canadá, quien trae un ofrecimiento de treinta y dos mil colones para obras que deben organizarse a través de Cáritas y que nos prometía más el próximo año. Yo le agradecí y tengo que informarle para que presentemos el proyecto adecuado a esa oferta que mucho agradecemos.

Fui a celebrar la fiesta de San Vicente de Paúl en la capilla de Santa Luisa, donde también inauguramos el Vía Crucis, que resultó muy piadoso con la participación de hermanas y alumnas e hijas de María. También allá una cena muy cordial con los padres párrocos de El Calvario, que son los mismos padres somascos y las religiosas de la Caridad. Una cena sumamente de familia, muy cordial.

Hemos oído por radio la entrevista con monseñor Aparicio, en la cual, lastimosamente, sigue condenando con falsas acusaciones a sacerdotes que quedan así en gran peligro.

Mañana, si Dios quiere, iré a pasar dos días a Ciudad Barrios, complaciendo así una invitación de las hermanas y, al mismo tiempo, un gran deseo de volver a ver, aunque sea rápidamente, a mi querido pueblo.

VIERNES 28 y SÁBADO 29 de septiembre de 1979

El viernes 28 de septiembre y el sábado 29 estuve en Ciudad Barrios visitando a mi pueblo, animando a los padres de Maryknoll, que hace poco tomaron aquella parroquia y a la congregación de hermanas carmelitas que desde hace algunos años colaboran en aquella pastoral. El recuerdo de la infancia, el contacto con viejas amistades, renueva en la vida el entusiasmo para continuar la vocación que Dios me dio en aquel humilde pueblo de Ciudad Barrios.

Al regresar me sentía un poco mal de salud; creo que comienza la gripe.

DOMINGO, 30 de septiembre de 1979

Celebré la misa en la Basílica con asistencia bastante considerable, y por la tarde a pesar del malestar corporal fui a celebrar el aniversario de la Legión de María en la parroquia de la Divina Providencia, de la Colonia Atlacatl. Una recepción muy cariñosa; una fiestecita a la que sólo pude empezar la participación y me regresé para cuidar mejor mi salud.

Primera semana de octubre de 1979

De lunes primero de octubre, comencé a reposar en cama. Era una gripe que me impidió el cumplimiento de todos los compromisos de esta semana. Gracias a monseñor Urioste y al padre Brito, y a otros que colaboraron, se pudo dar cumplimiento, por representación, a la misa en el Instituto Carmelitano. Pude predicar la Hora Santa en el hospital de la Divina Providencia. No pude asistir al curso de cristología que se está celebrando en el externado San José toda esta semana, dirigido por el padre Arias, jesuita, y con asistencia como de unos sesenta, entre sacerdotes, religiosas y seglares de esa vicaría. Tampoco pude asistir a la reunión de Ayutuxtepeque para ver asuntos del Comité parroquial.

Monseñor López Portillo tuvo la bondad de hacerme las confirmaciones en el Hogar del Niño y en el colegio Santa Inés, de Santa Tecla. También por representación asistí a la misa del día de San Francisco en la iglesia de Concepción y en la parroquia de San Francisco Morazán, Chalatenango. También fue monseñor Urioste a dar posesión a las hermanas del Sagrado Corazón en Jayaque, a donde había prometido asistir este sábado 6 de octubre. Gracias a Dios, me siento ya mejor al final de la semana y dentro de mis pequeñas limitaciones voy a tratar de cumplir mis deberes el próximo domingo. Tuve una asistencia de un médico muy querido, el doctor Suárez, cardiólogo, quien me aseguró también mi situación ya normal, aunque teniendo cuidado con un poco de reposo.

DOMINGO, 7 de octubre de 1979

No pude asistir a la convivencia de jóvenes que organizaron los seminaristas en San José de la Montaña, ni a la confirmación que habían preparado las hermanas en Zaragoza, pero allá fue monseñor Modesto, y a la convivencia, monseñor Urioste. Celebré la misa en la Basílica con bastante asistencia de gente.

Después de la misa, entrevista con tres periodistas extranjeros. Y por la tarde, a las seis, en la iglesia del Rosario, hoy día de la Virgen del Rosario, a celebrar una confirmación de jóvenes preparada por los padres dominicos. Prediqué sobre la Virgen del Rosario y agradecí a los padres el trabajo pastoral en aquella parroquia.

Ya noche, visita de dos militares que me hablan confidencialmente de sus proyectos en la renovación del Gobierno. Estaremos a la expectativa durante esta semana; mientras tanto, les prometí mis oraciones y toda la colaboración moral que la Iglesia puede ofrecer en tan delicadas circunstancias.

MARTES, 9 de octubre de 1979

Hubo reunión de la Comisión de Pastoral. Yo sólo pude llegar al final porque hubo muchas visitas de sacerdotes.

A las doce, según había prometido, di una entrevista a Voz de América, que se transmitirá desde Washington por radio, acerca de la visita del Santo Padre a Estados Unidos y de sus discursos en la ONU y en la OEA.

Por la tarde, hubo reunión del Seminario, comisión del Seminario y equipo de formadores; tampoco pude asistir, pues no me siento bien y me quedé descansando en mi residencia.

MIÉRCOLES, 10 de octubre de 1979

En el colegio Belén, de Santa Tecla, me reuní con los padres monseñor Urioste, padre Jesús Delgado, padre Fabián Amaya, padre Ellacuría, padre Estrada y los seglares Román Mayorga y Héctor Dada, para buscar un asesoramiento acerca de la actitud que la Iglesia debería tomar en caso de un golpe de Estado que se proyecta. Fueron muy prudentes en aconsejarme que, ante todo, estuviéramos a la expectativa y que aun, en el mejor de los casos, habría que esperar el riesgo que tomarán las cosas y no adelantar ninguna muestra de solidaridad que pueda comprometer. Se pusieron muchas condiciones que han enriquecido mi criterio acerca de una situación tan difícil. Las condiciones principales que había que pedir son, primero, una depuración del Ejército, un propósito de cambios profundos de estructuras y una participación del pueblo y de todas sus opiniones en una verdadera apertura democrática. La Iglesia expresará el sentimiento del pueblo y las esperanzas que pueda tener en un Gobierno que mejorará esta situación actual.

Por la tarde, celebré misa en sufragio de doña Abigail de Giralt, bienhechora del Hospital y gran amiga personal.

JUEVES, 11 de octubre de 1979

Visita del señor embajador de Estados Unidos con el asesor político. Por mi parte, me asesoraron monseñor Urioste y el padre Estrada. Se trataba de responder a unas preguntas del Departamento de Estado acerca del juicio de la Iglesia en la situación actual del país y cuál podría ser la solución más eficaz. Teóricamente, dijimos que era la apertura democrática, pero que, en la práctica, esta vía se encontraba obstaculizada por la represión y las pocas muestras de credibilidad que el Gobierno da. Y que lo que se veía venir era una solución violenta o un golpe de Estado. Pedíamos al Gobierno de Estados Unidos sus influencias para acelerar lo que teóricamente parece más útil, pero que, en la práctica, se está destruyendo, ya que no se dan las mencionadas señales.

Almorcé en el Colegio Guadalupano para saludar a la madre general de la congregación que ha venido de México.

Estuve por la tarde en el seminario San José de la Montaña con el grupo de sacerdotes de la vicaría de Cuscatlán, que están en ejercicios. Fue una entrevista muy fraternal muy cordial en que dijimos las verdades e hicimos propósitos de mejorar nuestras relaciones y nuestro deseo de una auténtica pastoral.

Por la noche, entrevista con la televisión holandesa en el hospital de la Divina Providencia y con un periodista de la prensa de Costa Rica.

VIERNES, 12 de octubre de 1979

Visitas de los representantes de la Cruz Roja Internacional, venidos de Suiza por llamamiento del Gobierno para que den su testimonio acerca del atropello a los Derechos Humanos. Ellos dicen que no son para esto, sino para socorros de carácter humanitario y que ellos no podrán dar un testimonio como el que anunció el Presidente. Pedían a la Iglesia su parecer y les informamos a fondo, por medio del padre Moreno y de Beto Cuéllar, que tienen a su cargo los ficheros de Socorro Jurídico y de las denuncias que llegan al Arzobispado.

Hubo reunión de Domus de la vicaría de Mejicanos en Domus Mariae, pero no pude asistir.

Almorcé en la casa de don Pepe Simán que me contó sus impresiones de viaje de Estados Unidos, donde pudo ver de cerca, en Nueva York, el paso del Santo Padre.

Por la tarde, una simpática misa y Te Deum en la capilla del colegio del Espíritu Santo, donde se graduaron unas treinta religiosas franciscanas, mercedarias eucarísticas, pasionistas, carmelitas de San José y de Santa Teresa, religiosas del Buen Pastor, y religiosas josefinas. Les hablé de la figura que la Iglesia tiene que realizar hoy en América Latina evangelizando la cultura de nuestros pueblos.

SÁBADO, 13 de octubre de 1979

Fui a Nejapa, donde la vicaría de Quezaltepeque organizó un grupo de jóvenes para confirmaciones. Resulta muy impresionante estos jóvenes preparados con tanto esmero por catequistas y párrocos, y luego de confirmarse dar el testimonio de su deseo de trabajar con todo su empeño juvenil por el Reino de Dios.

En la tarde había un acto ecuménico en la iglesia del Rosario, pero no pude asistir, ya que estuve esperando al doctor Badía, quien me traía informes muy importantes acerca de la noticia confidencial a que me he referido antes. Parece que ha habido alguna traición en el grupo militar y están muy tensos, pero siempre firmes en que harán ese acto proyectado.

DOMINGO, 14 de octubre de 1979

La misa dominical en la basílica del Sagrado Corazón con bastante concurrencia, a pesar del mal tiempo. Toda esta noche pasada llovió mucho y amaneció también atemporalado.

A las seis de la tarde, en la iglesia de María Auxiliadora, una impresionante ceremonia de confirmación de grupos de las diversas parroquias de esta vicaría. Cerca de un centenar de muchachos y muchachas, después de haber hecho un retiro espiritual toda la tarde con sus párrocos, se acercaron plenos de conciencia a recibir el don del Espíritu Santo.

LUNES, 15 de octubre de 1979

Celebré en el Hospital la misa de Santa Teresa de Jesús y les pedí oraciones especiales por la situación nacional, ya que este día es un día definitivo.

Efectivamente, poco antes de las ocho, el padre Jesús Delgado me comunicó que a las ocho de la mañana la organización militar tomará todos los cuarteles y desde allí conminará al rendimiento del Presidente. Yo tenía un compromiso en la parroquia de San Juan Cojutepeque para asistir a un concurso bíblico de la escuela parroquial y encargué que cualquier cosa me avisaran a aquella parroquia. Fue una mañana sumamente interesante. El padre Raimundo Brizuela y el profesor don Luis Molina han hecho maravillas con la reflexión bíblica; el estudio bíblico de los muchachos y florecía este día con un concurso de oratoria y de catequesis bíblicas. En un ambiente sumamente bíblico se desarrollan estos niños y jóvenes, verdaderamente empapados en un espíritu cristiano. Se notaron muchos valores en elocuencia, en poesía, en memoria, en capacidad intelectual. Esta fue mi impresión que yo les manifesté al felicitarles y darles gracias por esta riqueza que me habían dado.

Al mediodía, cuando comíamos con los profesores, llegó la noticia de que se rumoraba de un golpe de Estado y me advirtieron que era peligroso volver a San Salvador. Sin embargo, regresé y se notaba todo normal. Estaba yo tenso porque sabía lo que me habían anunciado en la mañana y no veía ningún resultado efectivo; pensé que se encaminaba al fracaso, pero ya bastante tarde, como a las cinco, comenzó a regarse la noticia por radio de que el presidente Romero había abdicado y se había marchado a Guatemala. Y, efectivamente, la toma de los cuarteles fue efectiva, habiendo dejado sin apoyo al Presidente, el cual buscaba refugio en cualquier cuartel, pero todos estaban tomados. Y el golpe, como dicen, fue científicamente preparado y dado de tal manera que no se notó ningún cambio en el pueblo; la vida normal, ni una gota de sangre, fuera de San Miguel donde hubo una oposición del comandante y murió o fue herido un guardaespaldas, pero todo lo demás parecía normal. Por la noche, tuve una reflexión con monseñor Urioste en su casa, ya que está enfermo, y otros sacerdotes y laicos para asesorarme cuál debía ser la actitud de la Iglesia. Dijeron que era conveniente esperar el rumbo de las cosas, pero que pastoralmente podía adelantarse una exhortación al pueblo, llamándolo a la cordura, para evitar cualquier extremismo de derecha o de izquierda, y, al mismo tiempo, un llamamiento al nuevo Gobierno para esperar que el cumplimiento de sus promesas daría la credibilidad que el gobierno ha perdido en el pueblo.

Preparé esta noche el mensaje que al día siguiente se va a comunicar por la radio. Se notaba en el ambiente un respiro de esperanza, aunque al mismo tiempo el temor de haber sido un golpe militar, hace temer la reacción de las fuerzas de izquierda que ya llamaban a la insurrección popular. También se teme por la extrema derecha que se sentirá provocada por el manifiesto del nuevo Gobierno que promete muchas reformas en el campo económico y social. Esperamos en Dios que sepa comprender la buena voluntad y que entre todos busquemos salir de esta crisis del país.

MARTES, 16 de octubre de 1979

También día de mucha trascendencia. Amanecí preparando el comunicado arzobispal; me ayudó el padre Moreno y el padre Gregorio Rosa, y una visita a las nueve en nombre de la nueva Junta Presidencial. Me pedía que apresurara una palabra de llamamiento a la cordura, ya que se comenzaban a ver brotes de reacción en el campo de izquierda. En Mejicanos, en Soyapango había brotes de violencia, de amenaza, de provocación y que ellos, los nuevos gobernantes, no quería dejarse provocar. Adelanté un diálogo por radio con el padre Jesús Delgado en que expresé ya los conceptos del comunicado que anuncié para el mediodía. Al mediodía, teníamos listo el comunicado que es el siguiente:

«Llamamiento pastoral ante la nueva situación del país»

Desde ayer El Salvador ha entrado en una nueva y delicada coyuntura de su historia. Una insurrección militar depuso al Gobierno del general Carlos Humberto Romero. Nuestra Iglesia que, desde su propia identidad y por exigencia evangélica, se ha comprometido a acompañar al pueblo en todas sus vicisitudes, siente la responsabilidad de decir su primera palabra ante esta nueva situación. No se trata de una palabra política, sino de una reflexión, a la luz de nuestra fe cristiana. Por eso, ante todo, se eleva a Dios como una oración y de allí toma luces y energías para orientar al pueblo e interpretar ante el nuevo Gobierno los justos anhelos de liberación de los salvadoreños. Primero Dios. Esta expresión tan salvadoreña brota del profundo sentido religioso que la Iglesia cuida en el alma de nuestro pueblo. Esa es su primera palabra y su primera actitud. Elevamos nuestra oración al Señor de la historia porque si «el Señor no construye la casa, en vano se fatigan los trabajadores, si él no cuida la ciudad, en vano vigilan sus centinelas», salmo 127. Nuestra oración es también acción de gracias a Dios porque de acuerdo a las informaciones de que disponemos, hasta el momento, en este acontecimiento se ha evitado el derramamiento de sangre. Nuestra oración es, así mismo, un ofrecimiento al Señor de todo el sufrimiento y dolor de nuestro pueblo, que con su sangre ha bañado nuestro suelo. Sea ya suficiente este costoso precio para que Dios nos depare un porvenir de justicia y de paz auténticas. Finalmente, nuestra súplica al Señor se vuelve oración de desagravio y llamamiento a la conversión porque nunca el odio ni la venganza podrán ser caminos hacia una verdadera liberación. El camino que conduce al auténtico bienestar para siempre por la justicia y el amor.

«Al pueblo: Después de dirigirse a Dios, nuestra palabra, que es palabra de pastor, se dirige al pueblo como un llamado a la cordura y una promesa de servicio. Comprendemos que la paciencia de este pueblo nuestro, tan sufrido, está agotándose y tememos que la expectativa creada por la insurrección militar pueda resolverse en peligrosa impaciencia o degenerar en nuevas violencias. Tanto más que de este pueblo han salido innumerables mártires y héroes, que son el testimonio dramático de estos últimos años de pesadilla. Sin embargo, en la hora decisiva que estamos viviendo queremos exhortar a nuestro pueblo a la prudencia, porque es de prudentes observar y esperar antes de juzgar y actuar. Una actitud impaciente y violenta sería tan culpable e injusta como la opresión y represión en que nuestra pobre patria ha estado sumergida. Nuestro llamado se dirige también a quienes por defender injustamente sus intereses y privilegios económicos, sociales y políticos han sido culpables de tanto malestar y violencia. Permítanme recordarles que la justicia y la voz de los pobres debe ser escuchada por ellos como la misma causa del Señor, que llama a la conversión, y que ha de ser juez de todos los hombres. A quienes militan dentro de los partidos o de las organizaciones políticas populares queremos invitarles a demostrar verdadera madurez política, flexibilidad y capacidad de diálogo. Sólo así podrá el pueblo estar seguro de que les inspira de verdad el verdadero bien de la patria. El fanatismo o idolatría de su propio partido u organización sería hoy, más que nunca, un grave pecado contra el bien común. La crisis que está tratando de superar el país no la puede resolver un grupo solo; tiene que ser obra de todos, todo el pueblo debe, por tanto, construir la plataforma común de su propia justicia como base de su fraternidad. Nuestro mensaje es no sólo un llamado a la cordura, sino también una promesa. La Iglesia se compromete una vez más a seguir prestando su servicio desinteresado en favor del pueblo. La nueva coyuntura del país no cambia en nada esta voluntad de servicio. Fue ese sincero deseo de servir y defender al pueblo el que llevó a la Iglesia a entrar en conflicto con el anterior Gobierno; por tanto, dicho conflicto sólo podrá resolverse cuando tengamos un Gobierno que sea también servidor del pueblo.

»Al nuevo Gobierno: Nuestra palabra se dirige, finalmente, al nuevo Gobierno surgido de la insurrección militar que depuso al régimen anterior. Hemos estudiado atentamente los mensajes que expresan el pensamiento oficial del nuevo Gobierno. En ellos reconocemos buena voluntad, claridad de ideas y conciencia clara de su responsabilidad. Sin embargo, queremos dejar bien claro que sólo podrá este Gobierno merecer la confianza y la colaboración del pueblo cuando demuestre que las bellas promesas contenidas en la Proclama, dada a conocer esta madrugada, no son letra muerta, sino verdadera esperanza de que ha comenzado para nuestra patria una nueva era. Por nuestra parte, en nuestra calidad de pastor de la Iglesia, estamos dispuestos al diálogo y a la colaboración con el nuevo Gobierno, sólo ponemos una condición, que ambos, Gobierno e Iglesia, seamos conscientes de que 'nuestra razón de ser es el servicio al pueblo, cada uno desde su propia competencia', Gaudium et Spes, 76.

»Esta es nuestra primera palabra en el difícil camino que hoy se inicia y que esperamos, con la ayuda de Dios, seguir iluminando desde el Evangelio de Cristo. Que el Divino Salvador guíe los pasos de todos los hombres de buena voluntad, que trabajan por la construcción de la justicia y la paz en nuestra patria.

San Salvador, 16 de octubre de 1979».                         

Por la noche, he sabido que ha habido muy buenos comentarios, tanto del diálogo con el padre Chus como de este llamamiento pastoral. Los mismos jefes del movimiento, los dos coroneles, Gutiérrez y Majano, designados por toda la Fuerza Armada como dirigentes de este momento y del Comité Cívico Militar, vinieron a la una de la tarde a agradecerme este apoyo y a ponerse a las órdenes. Aproveché de darles el parecer de la Iglesia, sobre todo, que manifestaran con hechos; los más sensibles al pueblo serían: la amnistía general y la información sincera acerca de los desaparecidos, el retorno de los exiliados, etc. Me prometieron hacer todo y que agradecían estas sugerencias; se nota en ellos todavía la inexperiencia de un cargo sumamente difícil, asumido casi en forma improvisada. Sin embargo, el golpe se ha venido planeando, dicen, desde hace como un año y sienten que el éxito que ha coronado su esfuerzo, les obliga a ser fieles servidores. Lo mismo que la confianza que en ellos dos ha depositado todo el Ejército y que también todos están conscientes de la necesidad de incorporar pronto seglares.

Por la tarde tuve informes de los brotes violentos que ha habido en Mejicanos, en Soyapango, donde también desapareció el padre Villarán, que se lo llevaron entre todo el grupo de cautivos. Pero de la misma Junta de Gobierno me informaron que pedían perdón porque había sido llevado inconscientemente a la Policía de Hacienda y que ya lo devolvían. Yo contacté con el Gobierno una visita de sacerdotes y laicos que irán a informar sobre estos episodios que pueden desprestigiar la esperanza que en ellos puede poner el pueblo. Y a insistir en que dieran muestras de que los anima la mejor voluntad y que lo demostraron con hechos.

Ha habido muchas llamadas de periodistas, pero les he contestado con el pronunciamiento que acabo de leer. Se tienen muchas noticias de reacciones en diversos sentidos y estamos a la expectativa. Por nuestra parte, la posición de la Iglesia ha quedado definida, siempre al servicio del pueblo desde la perspectiva del Evangelio.

MIÉRCOLES, 17 de octubre de 1979

Anoche tenía una cena con el ingeniero Román Mayorga, rector de la UCA, pero por las circunstancias se pospuso, ya que el ingeniero Mayorga formará parte del nuevo Gobierno Cívico Militar. Esta mañana tengo una llamada telefónica con él, de la cual informaré al final de este día.

Esta mañana preparé la entrevista por radio que se tendrá al mediodía con monseñor Urioste para ratificar la posición de la Iglesia en este momento de cambio de Gobierno. Afianzaremos bien el pensamiento de que la Iglesia no está comprometida con ninguna coyuntura política concreta, sino que siempre mantiene su independencia para poder aprobar lo bueno y criticar lo malo.

Ha habido muchas visitas de sacerdotes y seglares con quienes he aprovechado para enriquecer mis criterios y dar mis orientaciones como Iglesia, para iluminar este momento tan histórico del país. Varios periodistas también han venido a pedir la opinión de la Iglesia que toda ha sido dada en ese mismo sentido.

Por la noche, con los seminaristas de tercer año de Teología, estuvimos dialogando, como lo hemos hecho en reuniones anteriores, sobre la esperanza de la Iglesia en estos seis nuevos elementos que se incorporarán al presbiterio el próximo año. Platicamos de su pastoral juvenil y vocacional en la parroquia de San José de la Montaña, pero con horizontes arquidiocesanos. Y me da gusto ver cómo se han unido para hacer este trabajo que, sin duda, redundará en mucho bien del Seminario y de la juventud en general. Ya nombraron una comisión para la Pastoral juvenil, integrada por otros jóvenes que tuvieron su convivencia hace dos domingos. También criticaron algunas actitudes en el momento del cambio de Gobierno, incluso hacia mi mensaje, sobre todo, por haber sido transmitido en cadena nacional. Creen que ha sido una manipulación a la Iglesia en apoyo del nuevo Gobierno. Y que la Iglesia debía dar más testimonio de su independencia. Yo me alegré de este sentido crítico y les dije que era bueno que siempre que hubiera dudas consultaran y salieran de ellas con una solidaridad mayor hacia la Iglesia. Y en cuanto al caso concreto, les dije que yo era responsable de lo que había escrito y dicho, y no del cómo se manipula por uno u otro sector. El hecho de haber salido en la cadena nacional no me parece algo comprometedor contra la Iglesia, toda vez que el mensaje que allí se transcribió era, precisamente, mi pensamiento de autonomía, de independencia frente al nuevo Gobierno, de apoyo prudencial, naturalmente, porque no es justo que se le critique y se le ataque sin haber dado tiempo de conocer sus actuaciones. Ellos quedaron satisfechos y les dije también que era el riesgo de toda misión profética en la Iglesia, aun de ser criticado por los propios y aun de quedarse solo, pero con la satisfacción de haber tratado de ser fiel al Evangelio.

La llamada telefónica con el ingeniero Mayorga era, precisamente, para concertar una visita que tuvimos y en la cual él pedía el parecer para ingresar a formar parte en el Directorio Cívico Militar, y le dije que él era una persona de confianza, que daría confianza a un gran sector del pueblo y dada su espiritualidad cristiana y sus conocimientos académicos como rector de la UCA, era el hombre indicado para dar un apoyo racional al movimiento, que hasta ahora es solamente militar. En un gesto de humildad, el ingeniero Román Mayorga me dijo que sentía en mí la voz de Dios y que se comprometería. Yo también le dije que no era un compromiso incondicional, que si se dieran cosas inconvenientes, él mismo tendría que salirse y si yo me daba cuenta de ello, yo mismo le diría. Se arrodilló y me pidió la bendición. Y creo que es un hombre en el cual podemos confiar plenamente, que lleva una representación sincera del pensamiento de la Iglesia al difícil campo de la política.

JUEVES, 18 de octubre de 1979

Entre las visitas de esta mañana recibí la del embajador de Suecia, interesado en conocer el pensamiento de la Iglesia en este momento. También el arquitecto Adalberto Morales, quien me entregó una muy valiosa denuncia de los medios de comunicación social, que en este cambio de Gobierno tienen que hacer una aclaración a sus actitudes serviles y cómplices con el Gobierno anterior en difamar a la Iglesia y en ultrajar instituciones y personas muy venerables. También he recibido otra carta parecida de Napoleón Navarro, que pide también a la nueva Junta de Gobierno que no gaste tanto en armas y que devuelva los cincuenta millones que el Gobierno anterior quitó a varios ministerios para dárselos a Defensa para comprar armas. También critica Navarro la actitud del Gobierno de Estados Unidos que al levantar las sanciones de ayuda a El Salvador, ofrece ahora dar ayuda militar. Dice esta carta que no es ayuda militar, ya estamos hartos de balas y armas, lo que se necesita es hambre de justicia, se necesita justicia y ayudas de promoción de nuestros hombres. Muy valiosa también la visita que me hizo el ingeniero Tato Osegueda, que trabajó parte en el Gobierno anterior, pero puso su renuncia por seguir la voz de su conciencia y hoy está plenamente de acuerdo en cuanto ha hecho la iglesia y él quiere ser un colaborador de este mismo pensamiento. Me dijo que esta esperanza de redención que ha dado el golpe de Estado, en gran parte, es fruto de la conciencia que mi predicación ha estado sembrando. Le di gracias por esta apreciación y, de mi parte, me alegro naturalmente, sin vanidad, sino dándole gracias a Dios de que su justicia y su reino se abran campo a través de sus servidores en la Iglesia.

Han venido también varios periodistas este día. Y a las siete de la noche en la iglesia de San Ignacio presidí la promoción del colegio de señoritas de la Sagrada Familia. Al final de la misa, una bomba estalló muy cerca del colegio, arruinando la planta eléctrica de ese sector, lo mismo que una gasolinera. La luz se fue y a oscuras terminamos esa promoción. En mi homilía señalé, como un mensaje a las nuevas graduadas, la doble síntesis que la Iglesia espera de todo aquél que se cultiva en los colegios y en las instituciones católicas, una síntesis entre la fe y la cultura y una síntesis entre la fe y la vida.

VIERNES, 19 de octubre de 1979

Hacia las diez de la mañana habíamos dado cita a los periodistas que buscaran para tener una sola rueda de prensa. Estuvieron la televisión de Holanda, de México y periodistas de radio y prensa de otras partes, y también de nuestro país, a los cuales ratifiqué mis pensamientos acerca de la Iglesia y de las relaciones con la nueva Junta de Gobierno.

Esta tarde fui a San Rafael Cedros con el padre Deras, párroco de aquella población, quien me tenía preparada una reunión de sus colaboradores, principalmente catequistas, con quienes compartimos las preocupaciones de la Iglesia y las esperanzas que ella tiene en los seglares. Hubo un diálogo muy interesante...

Esta tarde fui a la parroquia de San Rafael Cedros donde tuve una reunión de diálogo con los agentes de pastoral, principalmente, catequistas. Y después fui a la inauguración de la exposición de costura de la academia de corte y confección San Rafael, que fundó y sigue dirigiendo el padre Leopoldo Deras, párroco de aquella población, quien me hizo un saludo muy cariñoso e inteligente y a quien contesté elogiando la labor de la Iglesia, no sólo en la evangelización espiritual, sino en estas promociones sociales; animando a las señoritas a continuar esa síntesis entre la fe y su vida. Terminamos la tarde yendo a la iglesia a celebrar la Santa Misa. Estaba repleta y, sobre todo, se destacaba un bonito grupo de jóvenes que se habían preparado para recibir la confirmación. Aproveché para excitar a aquella comunidad al servicio del pueblo los carismas que el Espíritu Santo nos da y las vocaciones, sobre todo, viviendo nuestra confirmación.

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DIARIO del 20 de octubre al 17 de noviembre de 1979

SÁBADO, 20 de octubre de 1979

Fui al funeral de don Marcelo Weil, un gran amigo desde muy antiguo; aunque no era cristiano sino judío, era un hombre que respetaba la fe de cada uno y su honradez humana es una verdadera garantía de que Dios lo haya recibido en su cielo. Una familia muy unida con quienes soy verdaderamente amigo y me siento como en hogar cuando llego a su casa.

Este día también fui, por la tarde, a la escuela de Lourdes, de las hermanas de La Asunción a celebrar una primera comunión de niños y niñas. Elogié la obra en aquel sector popular y pobre, y animé a colaborar con ellas a todos los asistentes. Al final de la misa me llamaron por teléfono de la Casa Presidencial. Querían que fuera porque tenían necesidad de una consulta, pero les supliqué que mejor fueran a mi residencia, ya que mi presencia en la Casa Presidencial puede ser mal interpretada. Comprendieron la razón y vinieron al hospital de la Divina Providencia: el coronel Majano, el ministro de Defensa y otro militar, con un gran aparato de guardaespaldas y detectives, que no deja de ser molesto para la situación de sencillez en este hospital. Sin embargo, el tema de la conversación fue muy interesante; traían como una preocupación por la crítica que nuestra radioemisora YSAX ha hecho al nombramiento del director de la Escuela Militar, coronel Rafael Flores Lima, a quien la emisora católica criticó por sus actuaciones en el régimen anterior como jefe de la oficina de Información de la Casa Presidencial. Él es el responsable de las distorsiones de noticias, de las campañas calumniosas contra la Iglesia, de la falsedad y de la mentira, que es lo que se difundía desde la Casa Presidencial. Ellos trataron de defenderlo. Nosotros mantuvimos nuestra posición: que si no había más drasticidad en cambiar la figura de lo militar en el país, este golpe de Estado no tendría resultado y el pueblo sufriría un nuevo fracaso. Insistimos también en la forma cómo se nombró al ministro de Defensa, que estaba presente, porque lo nombraron sólo los militares cuando todavía no estaban los civiles. Al coronel García, que es el ministro de Defensa, se le ocurrió decir allí delante de nosotros, estaba el padre Estrada conmigo, que él renunciaba en ese momento al Ministerio mientras los civiles no ratificaran el nombramiento, que habían hecho los dos coroneles que lo nombraron. También aproveché para denunciar los atropellos que la Iglesia está recibiendo aún bajo este nuevo régimen y la apariencia de represión que el pueblo siente con los operativos militares que ha habido lugar en esta semana. Ellos trataron de explicar que están depurando, mentalizando, con ideas nuevas, pero que es difícil el trabajo y nos pedían comprensión para esperar; que estaban seguros de que había mucha corrupción y que estaban hasta deponiendo jefes, lo cual les traía nuevos riesgos porque saben que se están reuniendo y pueden dar un contragolpe de derecha. En fin, fue un diálogo tan cordial, que terminó con una taza de café, ofrecida por las religiosas y en un ambiente muy cordial, aunque había sido muy sincero, muy franco. Hubo la promesa de mutua ayuda, pero al servicio del pueblo.

Luego seguí la reunión con el padre Estrada y el padre Moreno para preparar los datos de mi homilía. Ya muy noche, el padre Moreno se fue y, lamentablemente, se llevó los papeles, pero gracias a un amigo muy servicial, Salvador Barraza, molesté a medianoche para que fuera a recogerme esos papeles a Santa Tecla, en la casa de los jesuitas, y le dije que debía apurarse porque eran las once de la noche y a las doce empieza la ley marcial. Pero, gracias a Dios, todo salió bien y yo seguí estudiando mi homilía hasta las cuatro de la mañana.

DOMINGO, 21 de octubre de 1979

La misa se celebró en la Basílica. Había mucha expectativa porque querían oír el juicio de la Iglesia y su posición frente al nuevo Gobierno. La Voz de Estados Unidos comentó este juicio como un apoyo condicional y así fue de verdad, porque llamé a apoyar y a colaborar en lo justo que proclama el nuevo Gobierno. A tener prudencia y no atacarlo antes de juzgar bien. Pero a ellos también les reclamé la serie de hechos violentos, de atropellos militares que ha habido en esta semana y lentitud que se nota de realizar los ofrecimientos de defensa de los Derechos Humanos, insistiendo principalmente en que deben dar cuenta de los desaparecidos y llamar a juicio a todos los culpables. He tenido muchas felicitaciones por la postura imparcial y justa que quiere tener la Iglesia; al mismo tiempo que, apoyar las esperanzas que puede dar este nuevo golpe de Estado, que si se sabe aprovechar con sinceridad, puede ser la solución racional que el Papa decía para los problemas de América Latina, donde, según el Papa en la OEA, no hay necesidad de recurrir a la violencia, ya que todos nuestros problemas se pueden resolver por los caminos de la racionalidad. Hubo muchos aplausos en varias partes de la homilía, lo cual indica que estaba expresando el sentir del pueblo. Y dije a la Junta de Gobierno que no era una crítica negativa, sino un apoyo y un estímulo para apresurar sus mismos ideales, antes de dar un sentido de frustración a nuestro pueblo.

Después de la misa hubo una interesante rueda de prensa en la misma basílica. Televisión, radio y prensa escrita hicieron un interrogatorio muy denso y gran parte del pueblo rodeaba este diálogo, entre ellos el padre Inocencio Alas, que me sorprendió y a quien saludé cariñosamente, prometiendo verlo más tarde.

Por la noche, el padre Inocencio Alas me conversó de sus ocupaciones actuales en Estados Unidos y de sus trabajos en empresas de Nicaragua actualmente. Me insistió en la conveniencia de ir a Estados Unidos, ya que hay allá muchas comunidades latinas que me apoyan y a quienes debo ir a agradecer y, al mismo tiempo, estimular en sus esfuerzos de solidaridad. Le prometí que iría, incluso agregamos las poblaciones de San Francisco, California, y Los Ángeles.

LUNES, 22 de octubre de 1979

He recibido muy buenos comentarios de la homilía de ayer. El juicio se refiere a la justicia que traté de dar en el momento actual, de reclamar contra la nueva Junta de Gobierno varios hechos que desvirtúan propuestas y promesas, pero, al mismo tiempo, criticar la actitud violenta, intransigente e impaciente de los grupos de extrema izquierda.

Esta mañana ha habido muchas visitas de sacerdotes y fieles en el Arzobispado. Fui a almorzar a la casa de don Pepe Simán, ya bastante tarde, pues tuvimos que retardar por estas visitas y consultas. Me sentía muy abrumado por no encontrar comprensión en el ambiente acerca del momento político y de la actitud de la Iglesia. A las cuatro de la tarde, tuve una audiencia con elementos de las Ligas Populares 28 de Febrero, que mantienen una actitud intransigente. Les ofrecí que podía conseguirles un diálogo con las nuevas autoridades del Gobierno, pero dijeron que tenían que consultarlo a su dirigencia y que no creían ellos que era conducente, ya que ellos estaban completamente en desacuerdo porque esta Junta es, nada más, un estorbo al proceso de la insurrección del pueblo. Traté de hacerles comprender, pero son muy obstinados. A las cinco de la tarde, en el externado San José, el Socorro Jurídico había promovido una entrevista de prensa con periodistas extranjeros y nacionales y la presencia de las familias de los desaparecidos y reos políticos. Fue muy conmovedor la presentación auténtica de familias que de veras lloran y sufren por el desaparecimiento de alguno de los miembros de su hogar. A Socorro Jurídico le dio la oportunidad de exponer su posición, muy de acuerdo con la línea del Arzobispado: defensa de los Derechos Humanos, reclamos, denuncias a todos aquellos que ofenden estos derechos, y la actitud terminante de seguir exigiendo el aparecimiento de estos reos, que consta por documentos que el Socorro Jurídico tiene bien comprobados.

MARTES, 23 de octubre de 1979

Tuvimos Consejo Ejecutivo del Arzobispado en que comentamos la situación tan difícil del país. Estuvo presente Fernando Valero Iglesias, que ha traído una invitación de Holanda para que el Arzobispado de San Salvador sea el que motive la actividad que en diciembre hace un organismo ecuménico en Holanda. En ocasiones anteriores, han actuado monseñor Helder Camara y monseñor Méndez Arceo, y quieren presentar obispos latinoamericanos en unión con su movimiento ecuménico, que presta este servicio de ayudas a obras latinoamericanas. También fue una mañana muy densa de visitas, entre ellas la de los padres Majano, Rivera y Rodas de Santiago de María, que vinieron a invitarme para el veinticinco aniversario de aquella diócesis que será el 2 de diciembre. Se me propuso que tres días serían la celebración, dedicando uno a cada obispo de aquella diócesis, por tanto, me dedicaban el segundo día en honor de la Santísima Virgen y me ofrecían un acto después de la misa, y que me quedara el domingo en que habrá una concelebración que se espera con la asistencia de todos los obispos. Naturalmente, acepté, ya que se trata de una diócesis que yo serví y donde hoy sirve con tanto cariño monseñor Rivera, que es para mí un verdadero apoyo pastoral.

Pepe Simán y el padre Goyo Rosa, el padre Fabián, monseñor Urioste, el gerente de la radio, analizaron la actitud de la radio y de los medios de comunicación, que tiene que ser muy delicada en este momento tan difícil de nuestro país. También Pepe Simán y monseñor Urioste me arreglaron y coordinaron mi próximo viaje a los Estados Unidos.

Fui a almorzar con un grupo de sacerdotes que tenían un retiro espiritual con los padres del Opus Dei en Clara Luna. El tema que meditamos fue la carta del papa Juan Pablo II a los sacerdotes en la Semana Santa de este año. El padre Fernando me orientó acerca de una carta que ha sido sustraída de la Congregación para los Obispos y que parece que se ha distribuido con mala voluntad, para difamar la obra del Opus Dei. Yo le dije que quería estudiar el asunto y comentarlo luego con él. Por la tarde, entrevista con la televisión sueca en el Hospital. También un periodista italiano siempre en el mismo sentido de captar mi pensamiento acerca de la posición de la Iglesia en este momento del país. Los conceptos que yo vertí son los mismos de la homilía del domingo recién pasado. Tuve que suprimir la visita al doctor Semsch porque tuve que ir a grabar mi programa de mañana, ya que mañana no tendré tiempo por ir a La Libertad y por la noche, también tuve una cena en la casa del doctor Chávez con monseñor Urioste, el padre Estrada, el doctor Morales Erlich, del Demócrata Cristiano, un nuevo ministro, el ministro de Planificación y otros dos industriales jóvenes. Fue una conversación muy rica de experiencias, de criterios bastante abiertos. Me dio la impresión de que en el mundo empresarial hay también mentes muy cultivadas y muy sensibles a la cuestión social. Por mi parte, creo haber expresado entre ellos el pensamiento genuino de la Iglesia y un llamamiento a las clases pudientes para que facilitaran el cambio que nuestro pueblo necesita.

MIÉRCOLES, 24 de octubre de 1979

Hoy es el Día del Hospital y en mi diálogo radial me refería, en parte, este acontecimiento recordando que el enfermo es el centro del hospital y en torno de él se felicitaba y se admiraba a los médicos, enfermeros, etc., que trabajan, ojalá, con el espíritu de Cristo, que todo lo que se haga a un enfermo se le hace al mismo Cristo.

Pero mi actividad pastoral se desarrolló todo este día en la parroquia de La Libertad. A las nueve de la mañana, una preciosa tanda de trescientas confirmaciones, todos mayores de doce años, bien preparados en las respectivas comunidades de los cantones, de los barrios de La Libertad. Y después, en el cantón Cangrejera, a las dos de la tarde, otra tanda de confirmaciones, ciento cincuenta jóvenes que también estaban muy bien preparados. Gracias a Dios que concelebramos con los dos padres norteamericanos y el padre Manuel, que trabaja en Ateos, y así pudimos, entre los cuatro, confirmar y mantener un entusiasmo litúrgico en la muchedumbre. Felicité a los sacerdotes, a las religiosas y a los catequistas, y a todos los colaboradores e invité al pueblo a aprovechar esta difusión del Espíritu Santo para promover más nuestro cristianismo como comunidad y, en esta hora de la patria, ser verdaderamente cristianos a la altura del momento.

Por la noche, me visitó el señor Herson Meyer, del Concilio Ecuménico Mundial de Suiza, que vino a visitarme con Valero Iglesias, a platicar sencillamente, como un saludo, ya que está de tránsito de regreso para Suiza.

Hubo llamadas de la Casa Presidencial que no pude atender por estar fuera de la sede arzobispal, como he dicho, en La Libertad.

JUEVES, 25 de octubre de 1979

Esta mañana tuve una interesante consulta acerca de la situación política del país. Muy aleccionadora, ya que uno de los participantes es especialista en estos análisis. Concluimos la necesidad de hacer una reflexión más larga y concertamos para el próximo lunes pasar toda la mañana en Belén e invitar a otros que son parte decisiva en el Gobierno de la Arquidiócesis.

Por la noche, reunión del Seminario Mayor y Menor con la Comisión Arquidiocesana de Seminario. Se expuso la idea de compenetrar estas dos entidades a fin de que el seminarista sienta que un grupo de presbíteros, representantes de todo el presbiterio, les ofrecen toda la colaboración de los sacerdotes y para que ellos, los seminaristas, vayan introduciéndose en su futuro ministerio que ha de ser junto con todos los sacerdotes,

A las ocho de la noche fui a casa del ingeniero Román Mayorga Quirós, miembro de la Junta de Gobierno Revolucionaria. Lo noté sumamente cansado y muy preocupado de la situación, sobre todo, por la rebeldía de la extrema izquierda. Pero traté de infundirle ánimo y de decirle que la responsabilidad del momento es grande y que Dios tenía que ayudarles. La reunión fue en su casa y la esposa de Mayorga nos atendió con mucha finura.

VIERNES, 26 de octubre de 1979

Celebré la misa en el Instituto Carmelitano, donde ya hace muchos días he prometido venir a celebrar la misa y hoy la hicimos como clausura de las labores escolares.

El almuerzo fue en casa del embajador de Estados Unidos, que junto con los dos colaboradores nos atendieron a monseñor Urioste, al padre Estrada y a mí. Fue una conversación muy interesante, sobre todo, acerca del cambio de Gobierno y tratamos de insinuar la ayuda que pudiera Estados Unidos prestar en este cambio para que fuera pacífico. Ofrecieron hacer todo lo que está a su alcance.

A las cuatro de la tarde celebré una misa por uno de los jóvenes caídos en las represiones de San Marcos la semana pasada.

Me visitó el coronel Jaime Gutiérrez, principal de la Junta de Gobierno Revolucionaria, que explicó las dificultades acerca de nuestros reclamos, principalmente el tratarse de los desaparecidos. Noto que hay verdaderas dificultades en el interior del Ejército y manifestamos con toda claridad nuestra preocupación si no se resuelve, a satisfacción del pueblo, este asunto tan delicado. También hubo oportunidad de ofrecerle nuestros servicios, dentro de la autonomía de la Iglesia, y también para poder exigir cosas que pueden ofender a la Iglesia o retardar el proceso que ellos quieren iniciar y emprender, para lograr los cambios pacíficos que el país necesita. Fue una conversación muy interesante y participan también monseñor Urioste y el padre Estrada.

Cené en casa de Fernando Valero Iglesias, ya que me ha preparado él un memorándum para planificar el próximo viaje a Holanda por invitación de una institución ecuménica.

Por la tarde tuvimos una breve reunión con la Junta Arquidiocesana de Cáritas. El problema es hoy por parte del gerente, Rafael Medrano, que ha escrito una carta muy insolente al director, padre Rutilio Sánchez; ha habido necesidad de despedir a un supervisor por ciertos abusos dentro del trabajo de la oficina, fruto de lo cual es una secretaria embarazada a la cual se está dando el tiempo legal. Y, a pesar de todo, está observando mal comportamiento. Es una situación difícil, pero, les dije a las señoras de la Junta Arquidiocesana, que ellas podían mediar y resolver esta cuestión. Por mi parte, les ofrecí platicar con el padre Tilo y con el Gerente para ver si se agiliza una solución más práctica. Por ejemplo, que Medrano ponga su renuncia, ya que parece que no está contento en esta institución.

SÁBADO, 27 de octubre de 1979

Fui a confirmar un buen grupo de jóvenes y niños, preparados en Tamanique por las hermanas de Maryknoll. Saludé a la madre Juanita, que ha estado ausente por enfermedad de su mamá, la cual murió y le preocupa hoy haber dejado solo a su papá, pero está muy entregada a esta comunidad. La comunidad de Tamanique me dio impresión de mucha vitalidad. Después del almuerzo, tuvimos una convivencia muy animada. La misa, desde luego, resultó muy fervorosa y la celebración de la confirmación, una verdadera liturgia sacramental, muy animadora.

Por la tarde celebré la misa del Seminario Menor al clausurar sus trabajos. A la hora del Evangelio compartimos entre todos las reflexiones y resultó una animación muy bonita para la acción de gracias al Señor al terminar el año.

En el Arzobispado hubo varias visitas a esta hora y una pequeña entrevista de prensa y televisión, ya que se trata de periodistas de Venezuela y de otros países, que tienen que regresar mañana muy temprano.

Esperábamos a un miembro de la Junta de Gobierno, el ingeniero Mario Andino, pero no llegó. Tuve que hablar por teléfono a la Casa Presidencial por otro asunto y estaban en reunión de emergencia.

DOMINGO, 28 de octubre de 1979

La misa en la Basílica estuvo muy concurrida; la homilía ha sido comentada con bastante elogio, aunque no han faltado voces discordantes de la línea política que quisieran que uno llevara.

Por la tarde, fui a la parroquia de Colón, en el cantón Delicias; hubo una bonita ceremonia de confirmaciones y matrimonios. Catorce parejas que han sido catequizadas por catequesis de aquella región. Después de la misa, que resultó muy solemne, tuvimos una convivencia con los agentes de pastoral, que a través del micrófono expresaron su entusiasmo por la pastoral y su solidaridad con el pastor. Me dio muy grata impresión el trabajo que allá está haciendo el padre Nicolás Menjívar con las religiosas del Sagrado Corazón y los laicos, que son verdaderamente una esperanza.

Olvidaba decir que después de la misa de la Basílica hubo una rueda de prensa y televisión en que participaron periodistas de Alemania, de Venezuela, de Honduras, Guatemala y no recuerdo cuáles otros. También di una entrevista por radio a la YSU, que preguntaba mi opinión acerca de la situación política actual. La di desde una perspectiva pastoral, como suelo aclarar siempre.

LUNES, 29 de octubre de 1979

Toda la mañana la pasamos en el colegio Belén, de Santa Tecla, junto con monseñor Urioste, el padre Estrada, el padre Ellacuría, el padre Fabián Amaya, el padre Moreno y un experto de politología de la UCA, a fin de reflexionar en la situación actual política del país, para tomar medidas pastorales oportunas. El politólogo nos explicó las revoluciones de Perú y Bolivia, para poder tener un marco de referencia a nuestra situación. Y luego, nos enfrascamos en el análisis de la situación del país. En la diversidad de opiniones, encontré mucha riqueza de pensamiento porque comprendí que, tanto la Junta de Gobierno como las organizaciones políticas populares que están muy en pugna con el Gobierno, tienen sus puntos positivos y también sus puntos negativos. Y desde allí, la posición de la Iglesia de animar lo bueno, de apoyarlo, tanto en la Junta como en las organizaciones. Como también por el amor a la patria y por el bien de la justicia, reclamar contra aquellas cosas que estorban este proceso revolucionario que parece se ha iniciado. De todos modos, sentimos que hay algo nuevo y que tenemos que estar muy atentos a los signos de los tiempos.

El día ha transcurrido en mucha violencia. Cuando pasábamos para Santa Tecla, estaban terminando de quemarse unas llantas puestas frente a la basílica de La Ceiba. Y hacia el mediodía hubo tiroteos en el centro, donde hubo también muertos. También por la tarde, el ministro de Defensa me habló por teléfono para decirme que desde la Catedral procedían unos tiros hacia el Palacio Nacional, pero que los cuerpos de seguridad estaban con la consigna de agotar toda su paciencia y no repeler, mientras no fuera absolutamente necesario y pedía una intervención mía en los habitantes de la Catedral. Yo mandé al padre Sigfredo, quien se encontró allá con monseñor Modesto López, rector de la Catedral, quienes habían andado viendo alrededor de la Catedral y no notaron nada anormal, fuera de que la iglesia está ocupada, cerrada y desde dentro sí salen consignas por los micrófonos en el sentido que ya es conocido, de parte del Bloque Popular Revolucionario. Hay incertidumbre en el ambiente, pero esperamos en el Señor que todo vaya saliendo bien.

Los Ministerios de Trabajo y Economía, que han sido ocupados desde hace ya varios días por el Bloque, han anunciado que saldrán hoy los rehenes, menos los titulares de los ministerios, que seguirán en ese cautiverio.

La YSAX me pidió un pequeño comentario a la situación y reprobé los actos de violencia, y me alegré de la libertad de los rehenes, pero con ese mismo derecho de la libertad, pedí que todos fueran rescatados a la libertad muy pronto. También se me preguntó sobre la situación de la Catedral y dije lo que ya he expresado, que no hemos notado nada anormal y que también la ocupación de templos, ministerios y otros escándalos no son constructivos, sobre todo, cuando se está haciendo un llamamiento al diálogo. Invité a la creatividad política, a aprender el lenguaje político en vez del lenguaje violento, ya que hoy es un momento muy peligroso para usar la violencia en este ambiente tan explosivo. Y, en cambio, es muy constructivo expresar, en un pluralismo legítimo, las opiniones de los diversos sectores del pueblo. Abogué nuevamente por la paz y por un camino más racional hacia la justicia y hacia la paz.

La escuela Catarina Di Maggio, cuya directora es sor Socorro, vino con una representación de alumnas a entregarme un cheque de quinientos colones, que en la escuela han colectado con actividades para ayudar a nuestra emisora YSAX. Sostuvimos una conversación muy simpática, que es una completa solidaridad con el pensamiento de la Iglesia.

Por la noche, me invitó el doctor Chávez a cenar junto con el ingeniero Napoleón Duarte. Está recién regresado de su destierro de Venezuela. Él fue candidato por el Demócrata Cristiano, junto con el coronel Molina, que subió a la presidencia, según el rumor popular, por fraude. De modo que Duarte se consideró presidente durante todo este período que vivió en el destierro. La nueva Junta de Gobierno ha levantado sus destierros y Duarte ha regresado. Allí, en la casa del doctor Chávez, vimos la conferencia por televisión del mismo ingeniero Duarte, que aludió con mucho elogio a mi persona, como mantenedor de la esperanza del pueblo y él se ofreció a colaborar desde el campo político en esta misma lucha del pueblo. Fue una conferencia muy sólida y de mucha esperanza. En la conversación viva con él, también mantuvimos los distintos puntos de vista acerca de la situación actual del país y el doctor Chávez decía que Duarte y yo éramos dos personas, que en nuestro propio campo, el Señor había suscitado para orientar a este pueblo. Por mi parte, quiero agradecer estas honrosas apreciaciones y que corresponden a un cumplimiento de mi misión evangélica. Así como estoy de acuerdo en que el ingeniero Duarte tiene dotes de líder y, sin duda que es un hombre carismático para esta hora. Debe cuidarse mucho porque hay muchos enemigos que no quisieran que tuviera tanto arrastre en el pueblo.

MARTES, 30 de octubre de 1979

Celebramos Consejo Ejecutivo para tratar principalmente de la Secretaría de Comunicación Social que Fernando Iglesias proyecta para pedir un subsidio a Holanda y montar una buena Secretaría de Información. También tratamos de coordinar la ayuda para la radio YSAX, ya que se han retirado todos los anunciantes y es una buena oportunidad para sostener una radio independiente, meramente cultural. Se encargaron al gerente, Teto Samour, y al padre Gregorio Rosa de ultimar detalles para esta campaña de sostenimiento de la radio.

Fui a ver al médico, el doctor Basagoitia, después de llevarle exámenes de sangre y, gracias a Dios, me dice que la salud está bien, aun mejor que en el último examen que me hizo. Le doy gracias a Dios y le prometo seguir usando mi vida al servicio de su Iglesia.

Por la tarde, celebré la misa en el hospital de la Divina Providencia, por eterno descanso de los cuatro muertos, campesinos, entre ellos, el recordado Polín. Son cuatro campesinos que murieron acribillados por las balas de militares, allá en camino de Santa Ana.

Por la noche, una reunión con los alumnos del Seminario Menor de tercer año de Bachillerato; son catorce jóvenes, todos ellos dispuestos a continuar sus estudios para el sacerdocio. Unos en la vida del sacerdocio diocesano y otros en el religioso. Conversamos mucho sobre la vocación, sobre los problemas actuales del país, sobre la esperanza que en ellos tengo. Las hermanas del Hospital nos sirvieron pupusas y chocolate, y fue una convivencia muy amena.

Por la noche, preparé el discurso que, si Dios quiere, pronunciaré en el Consejo de Iglesias de Nueva York. Todavía no he podido termInarlo.

MIÉRCOLES, 31 de octubre de 1979

Hoy me levanté muy temprano para continuar mi trabajo del mensaje de pastoral que me han pedido los miembros del Consejo Nacional de Iglesias Cristianas en Nueva York. He continuado trabajando los ratos que puedo, pero ha sido muy intensa la mañana de visitas, porque desde la siete y media fui a hacer mi grabación para el programa del mediodía sobre la situación del país y sobre otros puntos que consulta el pueblo. Tuve también reunión con la vicaría de Aguilares para tratar el asunto del padre Joaquín Brizuela y de la pastoral de Ciudad Arce. Parece que el padre Brizuela prefiere irse a otra vicaría; posiblemente, a la de Cuscatlán, en la parroquia de San Rafael Cedros, cuyo párroco, el padre Leopoldo Deras, le propuso un cambio para pasar él a Ciudad Arce.

Tuve una entrevista con la televisión inglesa y la televisión de Guatemala y otros periodistas siempre interesados en conocer el pensamiento del Arzobispo en la situación actual del país.

Por la tarde, no pude asistir a la misa de El Paraíso, que había prometido a los niños que se iban a consagrar hoy como Montañeros, pero le supliqué al padre Sigfredo que llevara mi representación. Yo me he dedicado este día a concluir el trabajo ya mencionado para mi viaje a Estados Unidos.

JUEVES, 1 de noviembre de 1979

Desayuné con el equipo de Seminario, para tratar algunos asuntos de las relaciones entre el Seminario Interdiocesano y nuestra Arquidiócesis de San Salvador. Se refirieron, sobre todo, al local del Seminario San José de la Montaña que, aunque es propiedad de la Arquidiócesis, es conveniente dejarlo absolutamente al Seminario Interdiocesano; por tanto, el equipo sugiere el retiro del Arzobispado para evitar inconvenientes que surgen en el conflicto con los otros señores obispos. También se trató el asunto de las ocupaciones de cuartos para oficinas que está en el mismo asunto anterior. Lo principal es el informe de los seminaristas a fin de no provocar entre el Seminario y las Arquidiócesis, como fue el año pasado. Yo les sugerí que para eso convenía lo que ya se ha iniciado, gracias a Dios, mayor diálogo entre el equipo y la comunidad de la Arquidiócesis, a través de la Comisión de Sacerdotes de la Arquidiócesis. Es un grupo de sacerdotes de diversas tendencias, que puede dar un criterio también al equipo para un informe conjunto acerca de nuestros seminaristas.

Esta mañana ha sido de mucho trajín en el Arzobispado. Entre otras visitas, la de don Lencho Llach, preocupado de que en la ocupación de los ministerios hay también personas dedicadas al café que andaban arreglando asuntos de pequeños y medianos cafetaleros y fueron atrapados por la ocupación. Vinieron también representantes del Bloque Popular Revolucionario con quienes compartí mis opiniones, distintas naturalmente de ellos, acerca de la situación actual. Y aproveché para pedirles una pronta resolución de las ocupaciones de los ministerios. Ellos son muy dogmáticos en sus modos y es difícil dialogar cuando ya se traen ideas fijas. Sin embargo, traté de ser lo más amable, a fin de dejar abierta la posibilidad de diálogo con ellos.

Fui a almorzar a la casa de don Pepe Simán donde también fue monseñor Rivera y monseñor Urioste, y platicamos de la conveniencia de nuestro viaje a Estados Unidos, aunque siempre queda pendiente de las circunstancias que son tan variables en estos momentos.

Por la tarde, tuve la Hora Santa con mucha concurrencia en la capilla del Hospital, donde saludé a varias personas, que están hoy en el Gobierno o que tienen opiniones muy interesantes acerca de esta situación.

Terminé hoy, pasando a máquina el discurso, o mejor dicho, el mensaje pastoral que llevaré al Consejo Nacional de Iglesias de Cristo en Estados Unidos el próximo ocho de noviembre. Cuando terminaba este trabajo, ya casi a las nueve de la noche, llegaron llamadas de la Casa Presidencial muy alarmantes y me suplicaban ir a intervenir en la iglesia del Rosario, ocupada por la Liga 28 de Febrero, ya que habían capturado un guardia nacional y el cuartel de la Guardia estaba exigiendo a la Junta de Gobierno y a sus autoridades que iban a rescatar, vivo o muerto, a este guardia. Traté de comunicarme con monseñor Urioste, con el padre Rogelio y fuimos a la iglesia del Rosario, donde nos informaron los dirigentes de las Ligas que era cierto, que habían capturado a este guardia porque iba con armas, en forma clandestina a meterse al templo y ellos creían que llevaba mala intención porque llegaron también con él otros dos agentes armados, a los que no pudieron capturar y que habían estado avisando al fiscal de la República para que fuera a recogerlo en forma oficial, pero que no habían tenido respuesta del Fiscal. Yo les pregunté si me lo podrían entregar a mí y me dijeron que sí, mediante un documento y testigo. Yo informé esto a la Casa Presidencial; se alegraron mucho de que fuera tan fácil la solución, pero no creía que se iba a complicar tanto, ya que luego insistieron los de las Ligas de que debían entregarlo al Fiscal para su mayor garantía. Monseñor Urioste se comunicó con el Fiscal y le pidió su presencia, que era muy necesaria en este momento. La tardanza del Fiscal complicó la situación, ya que casi a las doce y media comenzaron a verse guardias nacionales que llegaban a este rededor de la iglesia del Rosario. Traté de informarme con el dirigente de este operativo, el cual me dijo que había una presión muy fuerte en el cuartel de la Guardia Nacional. Hacia la una de la mañana querían venir todos; traté de calmarlos. El coronel que dirigía esta operación cayó en razón, pero noté que los guardias estaban sumamente agresivos. Hasta me dijeron palabras bastante fuertes y se notaba que no tenían paciencia y que estaban dispuestos a emprender, a la una de la mañana, para la que ya faltaban poco minutos. Dije a los de las Ligas que apresuraran la entrega del guardia; ya estaba hecha el acta; el Fiscal también estaba de acuerdo y así fue que entregamos, pero al recibir al guardia, a pesar de notarse una distensión, comenzaron a decir que había también otros dos policías y que venían a recogerlos también a ellos. Negamos que hubiera más capturados, pero ellos no creían y parece que complicaron la cosa con la Policía Nacional. El guardia que había sido liberado causó tranquilidad en el cuartel de la Guardia, donde se terminó la agresividad, pero el cuartel de la Policía estaba para insurreccionarse exigiendo la devolución de sus policías capturados, según ellos. Estuvimos deliberando. El Fiscal se sentía muy nervioso. También los coroneles que habían venido de la Casa Presidencial y de la Policía sentían que había algo incontrolable. Propusimos un cateo qué policías conocidos de los desaparecidos, según la Policía, revisaran el interior de la iglesia. Pero las Ligas pedían que entraran desarmados. Y así fue que dos policías vestidos de civiles, desarmados, a quienes acompañé junto con el padre Alejandro Peinador, dominico de aquella iglesia, y un miembro de la Comisión de Derechos Humanos, acompañamos a los dos policías que iban viendo uno por uno a todos lo ocupantes del templo y también los féretros, veintiún cadáveres que estaban insepultos, que van a ser sepultados, en una fosa que se cava dentro de la iglesia, porque según los ocupantes, tenían mucho peligro al llevarlos a enterrar al cementerio. Gracias a Dios, no apareció ningún indicio de los policías, y, al mismo tiempo, se informó que ya habían encontrado uno en su casa. Esto también trajo el respiro de la otra presión de la Policía Nacional y así pudo tranquilizarse aquel ambiente. Sin embargo, me pidieron los ocupantes que me quedara, por cualquier cosa, y los padres dominicos me adaptaron un cuarto; lo mismo hicieron con monseñor Urioste, y así otros personeros de Derechos Humanos se quedaron a pasar la noche.

VIERNES, 2 de noviembre de 1979

Día de los difuntos. A las seis de la mañana regresé de la iglesia del Rosario. Recibí luego llamadas telefónicas de la Casa Presidencial para agradecer la intervención. Aproveché para describir cómo veía yo la situación en los cuerpos de seguridad: unos jefes que sí son educados y que quieren tranquilidad, pero unos agentes que pueden insubordinarse y que en un momento de desobediencia pueden ser fatales. Me alegré de haber intervenido y les dije que estaba a la orden, que para eso era el servicio de la Iglesia. He pasado el día descansando porque los desvelos me hacen mucho daño.

Sin embargo, al mediodía celebré las tres misas por los difuntos. Y por la noche, esperé la visita de unos militares jóvenes, que por medio del padre Gutti, me habían pedido audiencia, pero a última hora avisaron que los habían llamado de la Casa Presidencial de Emergencia y que sentían mucho, dejando para después esta entrevista.

SÁBADO, 3 de noviembre de 1979

Pasé toda la mañana en la parroquia de La Palma, Chalatenango, donde el padre franciscano, Vitto Guaratto, daba el título de la academia de corte y confección a un nuevo grupo de jóvenes, que durante dos años se han preparado para ese arte. También bendijimos la casa en construcción que el Padre destinará para fomento de la vida espiritual y también para cursos de promoción de todas las clases humanas de aquella bella parroquia. Fresco el ambiente, gente muy buena. Se está desarrollando una gran labor de promoción, tanto por parte del párroco como de parte de las cooperativas, «La Semilla de Dios», que es una industria que está siendo ya explotada como fuente de turismo. En fin, es un conjunto muy bonito de trabajo y oración. Allí tienen también su casa las hermanas carmelitas de San José, cuyas novicias estaban en misa y luego, nos llevaron a pasear a esa bella residencia.

Por la tarde, más bien por la noche, saludé al coronel Claramount que ha regresado de su exilio de Costa Rica y estuvimos comentando la delicada situación del país, si la Junta de militares jóvenes no toma asesoramiento de los viejos militares expertos, entre los cuales, el coronel Claramount se ofrece desinteresadamente a ayudar.

Después tuvimos una entrevista con dos representantes de las Ligas Populares Revolucionarias, con quienes comenté la ocupación del Rosario, el entierro de veintiún muertos en aquella iglesia y aclaré varias situaciones que les culpan los partes oficiales y que, según ellos, son de otra manera. Les invité a abrirse a la capacidad de diálogo y de colaboración, pero ellos están bastante aferrados a sus principios y es difícil que esta gente admita el diálogo de colaboración por el bien común de la patria; quieren hacer prevalecer únicamente sus criterios de organización.

A continuación estuve con el padre Moreno, con monseñor Urioste y con Beto Cuéllar, para revisar la semana y formarnos un criterio que será el que me inspirará mi actuación en la homilía de mañana. Se trata de equilibrar una situación muy delicada de los abusos de los cuerpos de seguridad, de la buena voluntad de la Junta de Gobierno, del rechazo de las organizaciones políticas populares. Pero con la ayuda de Dios, la inspiración del Espíritu Santo y con mi deseo sincero de ser justo y de ayudar sinceramente al pueblo, creo que me he formado los criterios suficientes para poder animar y denunciar en mi homilía de mañana a la luz de la Palabra de Dios.

DOMINGO, 4 de noviembre de 1979

Concelebré en la Basílica con cuatro sacerdotes que cumplieron sus veinticinco años de vida sacerdotal: El padre Antonio Vides, el padre Andrés Alvarenga, el padre Joaquín Brizuela y el padre Óscar Martel. Había uno de San Vicente, pero no pudo ser controlado. Al mismo tiempo, el padre Ramiro Jiménez, pasionista, concelebró con nosotros, ya que era nombrado párroco de la Basílica en esa misma mañana. Aproveché la homilía que habla del sacerdocio de Cristo Eterno, mientras los sacerdotes que pasan en el tiempo son sustituidos; de la epístola a los Hebreos, y también tomando de las otras lecturas, cuál es el ministerio de los sacerdotes, la defensa del monoteísmo frente a tantas idolatrías, denuncie las idolatrías de nuestra sociedad, como lo digo en la Carta Pastoral; también, constructor de la civilización del amor y ministro del verdadero culto al Dios vivo. Después de la misa, compartimos con los sacerdotes y algunas de sus comunidades un pequeño refrigerio en el convento de la Basílica, donde también se armó una rueda de prensa y televisión de periodistas extranjeros y algún nacional. Ya se va haciendo costumbre esta entrevista después de la misa, lo mismo que otras entrevistas particulares, que le dan un ambiente muy pastoral, muy de familia, a esos momentos después de la misa.

En Metapán celebraban su centenario de fundación las franciscanas de la Inmaculada Concepción. Me habían invitado a almorzar, pero sólo hice una alusión en la misa y les supliqué que me dispensaran. También no pude asistir a la convivencia de las comunidades catecumenales, que celebraban su proceso de exorcismo en una casa de retiro de Planes de Renderos. Fui a cenar con las hermanas del colegio de la Sagrada Familia en su finquita de Planes, y fue un ambiente de descanso y de mucha cordialidad.

Nuevamente esperé esta noche a los militares jóvenes que, según el padre Gutty, iban a llegar, pero tampoco pudieron llegar.

LUNES, 5 de noviembre de 1979

A las ocho de la mañana tuve la visita de dos periodistas, uno holandés, otro de Irlanda y otra salvadoreña que trabaja en Guatemala. Siempre el mismo cuestionario, pero me da la oportunidad de adaptarlo y de ser cada vez más preciso, acerca de la situación del país y del trabajo de la Iglesia como Iglesia.

Recibí una carta del señor nuncio de Costa Rica, traída por una religiosa salesiana, en la cual, en forma confidencial, me comunica que de la Secretaría de Estado del Vaticano le han suplicado que me advierta que ha llegado allá, de fuente fidedigna, la noticia de una amenaza contra mi vida de parte de la extrema izquierda. Esta eventual amenaza, que pueda trocarse en realidad, tiene por finalidad crear problemas a la nueva Junta de Gobierno y aumentar la confusión en nuestro pueblo. No ha dejado de preocuparme, dado la seriedad del conducto, ya que muchas de estas noticias las he recibido únicamente como comentarios populares, pero aun así, creo que le daré la importancia que he dado siempre: un ciudadano prudente, pero sin exageraciones. Consulté de esto con monseñor Urioste, quien está de acuerdo conmigo, que pueden ser las mismas bolas populares que llegan también a los altos ambientes del Vaticano. También lo comenté con dos personeros del Gobierno que vinieron a visitarme, y los cuales me dijeron que era conveniente denunciarlo en público y que si quería, me daban ellos garantía, hasta un vehículo blindado. Pero les dije que quería seguir corriendo los mismos riesgos de mi pueblo, y que no sería edificante una seguridad de esa clase. Aproveché para exhortales a apresurar hechos que vayan conviniendo al pueblo, que se va desilusionando si no ve una actividad más rápida en el Gobierno. Ellos me explicaron que en algunos comandos de los cuerpos militares hay ciertas personas que no les dan confianza y que pueden ser las causas de alguna traición, pero que van a purificar esos puntos. Platicamos de otros aspectos del nuevo Gobierno y les agradecí la confianza y les ofrecí mis servicios dentro de mis capacidades pastorales.

Fui a visitar al señor Nuncio, el cual me había pedido una audiencia, y por la noche comentamos esta noticia de la nunciatura de Costa Rica. Él me ofrecía que avisaría allá el haber recibido la carta, como le pide aquel Nuncio. Comentamos también la situación de los obispos. Le pedí que hiciera todo lo posible para impulsar nuestra unidad, pero a base de una reflexión seria de la situación del país. Él me dio la razón y promete hacer todo lo que esté a su alcance. También comentamos la situación del país, y él está preocupado de que el Vaticano aún no ha dado su aprobación al nuevo régimen, lo cual a él le interesa para no quedar tan en la cola. Se extraña de que el nuevo Gobierno, sobre todo el nuevo ministro de Relaciones, no haya tenido todavía una comunicación con él. Se nota una preocupación diplomática en nuestro Nuncio.

Desde las tres de la tarde, están reunidos en la Embajada de Nicaragua miembros de la Junta de Gobierno con miembros de la dirigencia del Bloque Popular Revolucionario para negociar la libertad de los rehenes de los Ministerios de Trabajo y de Economía y, sobre todo, el pliego de peticiones que el Bloque quiere obtener a toda costa. Las negociaciones llegaron hasta las nueve de la noche y suspendieron para continuar mañana a las ocho de la mañana. Con mi colaborador de los diálogos, el seminarista Octavio, preparé un breve diálogo para dar a conocer esta amenaza a la que me referí antes y dar mis impresiones de serenidad y tranquilidad; decir que es corriente que quien se dedica a predicar la verdad y la justicia sea signo de contradicción en el mundo y que su voz, aunque la callara la muerte, siempre seguirá sonando en la conciencia de quienes piensan lo mismo. También me referí a la suspensión de mi viaje a Estados Unidad en vista de lo delicado de la situación en el país. Y también comenté, agradeciendo las palabras del ministro de Relaciones de Honduras, que me mencionó como posible elemento de trabajar la paz con aquel país. Y otros puntos que presbiteral por el momento se me han olvidado, pero que son una micro-entrevista que la YSAX quiere comenzar a propiciar para recoger diversas opiniones acerca de las situaciones y coyunturas.

MARTES, 6 de noviembre de 1979

Esta mañana como primer martes, fue la reunión del clero, al que asistieron muchos sacerdotes de la Arquidiócesis y numerosas religiosas y laicos que trabajan en la Pastoral de nuestra Arquidiócesis. El punto de estudio era el conocimiento de las organizaciones políticas populares. Se habían invitado las tres principales que son: FAPU, BLOQUE POPULAR REVOLUCIONARIO, y LIGAS POPULARES 28 DE FEBRERO, pero este día el Bloque y las Ligas tienen otras actividades y no pudieron asistir, pero escuchamos una explicación muy interesante de la ideología y de las estrategias del FAPU. Se trata de una lucha por un Gobierno del pueblo para el pueblo, explicó el secretario general de la Agrupación...

El secretario general del FAPU explicó la ideología y las estrategias de su organización en la reunión del clero de este primer martes. Después nos distribuimos en grupos por vicarías a hacer estas dos preguntas: primero, ¿qué incidencias pastorales hay en esta realidad de las organizaciones políticas populares?, y segundo, actitud de la Iglesia.

La reflexión por grupos fue muy enriquecedora porque cuando llegó al plenario se dio un conjunto de ideas muy positivas que afianzan más nuestra pastoral de encarnación en la realidad nacional, afianzando, sobre todo, la identidad de la Iglesia. Por eso, como conclusión, yo les enseñaba que me había llamado la atención la claridad con que los organizados exponen sus ideas, la naturaleza de su organización, sus estrategias y que ojalá nosotros, agentes de pastoral, teniendo toda una teología, toda una tradición de la naturaleza, misión y vida de la Iglesia, tomemos cada día más conciencia y sepamos expresarla no sólo para explicar lo que es la Iglesia, sino para vivirla con verdadera identidad de Iglesia, sin salirnos de nuestra línea eclesial, desde la cual podemos hacer tanto bien a las mismas realidades políticas, pero en la medida en que seamos auténticamente la Iglesia de Jesucristo. También les expresé cómo estos hombres de las organizaciones se muestran tan entregados al trabajo liberador del pueblo y que eso lo comprendemos plenamente, pero nos aflige el pensar que esta lucha es solamente inmanente, sólo de las esclavitudes y realidades terrenales, políticas, económicas, etc., que todo eso lo podemos comprender y ser solidarios con esos esfuerzos liberadores, pero desde nuestra perspectiva que es mucho más completa, porque arranca de la liberación del pecado y promueve al hombre hasta la dignidad de hijo de Dios, heredero de la eternidad de Dios y, por eso, estamos más capacitados para comprender las liberaciones de la tierra y orientarlas a la gran liberación de Cristo. Y también les dije a los agentes de pastoral, que la unidad que estas fuerzas demuestran es secreto de sus eficacias y que nosotros también, ya que tenemos una teología sobre la comunión, que procuráramos no dispersarnos ni mucho menos criticar unos contra otros, ni mucho menos separarnos de los ideales y de los objetivos que el obispo, como principal responsable de la Pastoral, señala a la pastoral de la Arquidiócesis. Cuando haya diferencias, que dialoguemos y nos entendamos y procuremos nunca romper nuestra comunión de Iglesia. También les anuncié la invitación de la diócesis de Santiago de María, que va a celebrar sus veinticinco años el próximo 2 de diciembre. Fue una reunión muy cordial, muy enriquecedora de ideas y de propósitos pastorales.

Por la tarde, un padre de los franciscanos de Gotera, que vino con otro sacerdote de una diócesis de Irlanda, me hicieron una entrevista por televisión para llevarla a su país sobre la realidad de nuestra Iglesia y de nuestro país. Esta tarde nos ocupamos de una reunión de la Comisión del Seminario con el equipo formador de Seminario. Fue muy enriquecedora también, ya que se va ganando mucha confianza entre estos dos sectores que antes parecían un poco antagónicos; hemos objetivado nuestra reunión y nuestro trabajo mutuo en bien de nuestros futuros sacerdotes, que cuanto más unidos miren al clero y al equipo formador, tendrán más impulso también de una formación auténticamente sacerdotal.

Por la noche, el nuevo ministro de Salud, doctor Badía, visitó la comunidad del hospital de la Divina Providencia y compartí con ellos una amena plática, en que se muestra mucho optimismo y muy buena voluntad de servir al país en ese campo tan necesario de la salud. El doctor Badía, el nuevo ministro, quizás es el médico más capacitado en conocimiento de Medicina Social y conoce bien los problemas de salud de nuestro pueblo y es un hombre de muy buena voluntad, muy honesto y muy competente, por lo cual creo que ha de hacer mucho bien. Ya vino a ofrecer sus servicios a este hospital y ha logrado algunos subsidios también, no oficiales, sino de instituciones benéficas. Lo cual indica el deseo de servicio a esta clase de obras.

MIÉRCOLES, 7 de noviembre de 1979

Como le había prometido al doctor Lara Braun, llamé por teléfono a Nueva York para confirmar mi propósito de no poder asistir a la reunión ecuménica del Consejo Nacional de Iglesias Cristianas que comienza mañana, jueves; pero esta tarde me habían programado en la Catedral de San Patricio una misa con los salvadoreños y centroamericanos de aquella gran metrópoli. Expresé por teléfono mi pena de no poder asistir, pero al mismo tiempo, le explicaba mi compromiso pastoral de estar con mi pueblo. Él comprendió perfectamente y me manifestó, más bien, una admiración de parte de aquella reunión y que tendrán muy en cuenta para sus oraciones esta situación del país. Le dicté por teléfono algunos conceptos del mensaje que tenía preparado y que se han enviado por correo, así como también un mensaje para los salvadoreños que se van a reunir esta tarde en la Catedral de Nueva York. La entrevista telefónica fue grabada y se transmitió en la entrevista que todos los miércoles divulgo a la una de la tarde. En esta entrevista de la una también iluminé problemas como el reconocimiento del nuevo Gobierno por parte de la Santa Sede.

A las cuatro de la tarde tuvimos una entrevista entre la radio católica y el FAPU, que se queja de que hay comentarios que no distinguen bien la labor de ellos y la confunden con otros grupos izquierdistas. Se aclararon muchas cosas, malentendidos y se les ofreció que, cuando tuvieran algo que aclarar, con gusto les reproduciríamos sus aclaraciones, toda vez que correspondieran a la verdad y fueran siempre criterios positivos para la construcción del bien común del país. También en reunión de radio, después de esta entrevista, acordamos nombrar al nuevo contador, al auditor de la YSAX.

Después, dos entrevistas de la televisión de Alemania y de Inglaterra y, por último, una visita del doctor Lorens, que va para la reunión ecuménica de Nueva York, y quiso darme un saludo, al cual yo también le transmití un saludo y un abrazo para aquella congregación y le di también mis mensajes en español e inglés, por si no habían llegado. Fue una entrevista muy cordial y comprendió perfectamente que no podía ir. Platicamos mucho de la situación y que con gusto esperamos el ofrecimiento que el doctor Lara me hizo por teléfono de que vendría él a traer un saludo y una solidaridad de aquella reunión. Tuve también una entrevista privada con el doctor Saca y el doctor Badía, en que enfocamos con mucha confianza varios aspectos del nuevo Gobierno y prometimos ayudar a apoyar la buena voluntad y todo lo bueno que vayan haciendo. Así como de mi parte, reiteré el propósito de ser fiel, ante todo, a mi Iglesia que tiene que ser conciencia en la historia y, por eso, también, tiene que criticar las cosas inconvenientes y apoyar lo que sea siempre una avance de la Humanidad hacia el Reino de Dios.

JUEVES, 8 de noviembre de 1979

Acepté la invitación de la vicaría de La Resurrección a ir al mar, mejor dicho, al lago de Coatepeque a festejar al padre Vides que cumplió veinticinco años de vida sacerdotal. En el hotel El Lago pasamos un día muy fraternal con el padre Ramiro, dos padres agustinos de la Colonia Miramonte y un padre josefino de la Colonia Centroamérica. La conversación giró siempre en torno a las circunstancias actuales y de manera concreta yo les preguntaba, y el diálogo fue muy interesante, acerca de la manera cómo podíamos nosotros ayudar a una verdadera purificación del Ejército, sobre todo, de los cuerpos de seguridad. El padre Vides, que fue capellán de la Guardia, es testigo de muchos abusos que allí se cometían y del sincero deseo que, en algunos oficiales, siempre ha existido de renovar, de acuerdo con la Constitución, esta Fuerza Armada, que de no ser una seguridad para el país se convierte en un terrorismo armado. Hay buena voluntad. Yo les anuncié que esta misma noche vendría el director de la Guardia Nacional a platicar conmigo, porque me pedía orientación, ayuda moral y creía, en conciencia, que la Iglesia tiene que aceptar esos retos, pero saber servir con verdad y sinceridad. Me dieron muchas sugerencias prácticas y, por otra parte, yo había invitado para esta noche a asesorarme al padre Fabián Amaya y al padre Jesús Delgado.

Al regresar del paseo del lago de Coatepeque, por la noche, llegó el Director de la Guardia, coronel Eugenio Vides Casanova, quien de manera muy respetuosa, expresó que había oído desde hace mucho tiempo mis homilías y cuando no está aquí en San Salvador deja que su hijo se las grabe para poderlas oír después. Y me felicitaba por la ideología que él ha tratado de captar y que cree que es la que urge en el país. Me alegré de esta coincidencia y de este deseo de un hombre que no sólo es militar, sino que es un profesional que ha estudiado en el extranjero y que tiene verdadero deseo de que todos los estorbos que había en el Gobierno anterior se remueven y que haya una verdadera renovación en el cuerpo de la Guardia Nacional, que él lo acepta únicamente como un sacrificio y un servicio a la patria. Tratamos de comentar, junto con el padre Fabián y el padre Jesús Delgado, los diversos abusos y anomalías que a lo largo del Gobierno pasado se notaba en la Guardia, sobre todo, en zonas como Chalatenango y otras zonas más reprimidas. Nos quejamos también de la incomprensión para nuestro trabajo pastoral y ofrecimos todo lo que estuvo a nuestro alcance como colaboración en el noble esfuerzo de tener un día unos cuerpos de seguridad que de veras sean respetados y no temidos. Nos expresó los temores del nuevo Gobierno ante las situaciones extremistas de derecha y de izquierda, pero, con la ayuda de Dios, creen que pueden superar y dejar un principio de renovación, que ha de continuar el Gobierno que el pueblo se elija, cuando se hayan creado las condiciones democráticas del país.

VIERNES, 9 de noviembre de 1979

Entre el intenso movimiento de la oficina del Arzobispado esta mañana, recibí una entrevista de la televisión extranjera y otra de la televisión del país, precisamente, de la Universidad. También una entrevista de la Asociación Indígena, que vinieron a exponerme importantes puntos de su agrupación indigenista, que había participado en la reunión episcopal de San Cristóbal de las Casas, donde varios obispos, con monseñor Ruiz, hicieron un estudio sobre estos aspectos de América Latina. Entre nosotros es un pequeño grupo de indígenas de Izalco, que quieren contar con el apoyo de la Iglesia para mantener su originalidad y su verdadero sentido autóctono y no ser solamente un objeto de explotación del turismo salvadoreño. Me dejaron el trabajo que estudiaron en México y que vamos a reproducir aquí para conocimiento de un punto tan importante. También con inquietudes socio-políticas vinieron a pedir orientación a la Iglesia, un grupo de la Central de Trabajadores y a manifestar su plena solidaridad con el pensamiento de la Iglesia en una coyuntura tan difícil como es la que vivimos en estos momentos. Estas consultas y estos acercamientos a la Iglesia me dan mucho consuelo de cómo el Buen Pastor, Jesucristo, a través de su Iglesia, puede seguir siendo una palabra y una voz de esperanza y de orientación a tantos grupos humanos.

Me fui a almorzar con los sacerdotes de la vicaría de Mejicanos, que están haciendo sus ejercicios espirituales en la casa de los somascos, junto al mar, en el puerto de La Libertad.

Otra invitación muy interesante para la noche. Una reunión de ex sacerdotes que han encontrado en esta reunión fraternal la manera de compartir sus preocupaciones y su situación de sacerdotes retirados del Ministerio. Sintieron mucha alegría de que yo estuviera con ellos y me propusieron su idea de crear una comunidad de base. Yo les animé en su propósito, ya que por el hecho de haberse retirado del Ministerio, no dejan de ser miembros selectos de la Iglesia. Que el carácter sacerdotal que llevan les capacita para una obra de Iglesia, cómo es una verdadera comunidad eclesial de base, desde la cual tienen que vivir la característica misionera y santificadora de la Iglesia. Noto mucha sinceridad, mucha cordialidad y un gran sentido de adhesión a la jerarquía.

SÁBADO, 10 de noviembre de 1979

Por la mañana, platiqué con Rafael Medrano, gerente de Cáritas, que tiene problemas con el padre Tilo Sánchez, director de Cáritas, y juntos convenimos de que mejor era retirarse los dos y dejar la Dirección de Cáritas a una comunidad cristiana o religiosa, para lo cual le pedí su colaboración.

Se pensó concretamente en la comunidad de Aguilares, a fin de orientar Cáritas para toda la Arquidiócesis.

También en el desayuno conversé con el padre Jesús Delgado sobre situaciones de la actual Junta de Gobierno y, sobre todo, del papel que la Iglesia puede desempeñar en estos momentos. En el Ejército están dispuestos a recibir orientaciones cristianas, pero se pensó que, mientras estuviera como vicario castrense monseñor Álvarez, esto se torna muy difícil y que ya había sugerido él al nuevo Gobierno preocuparse de solucionar este aspecto, ya que el ministro de Relaciones Exteriores, el señor Héctor Dada, es un hombre de Iglesia y comprende perfectamente este problema jerárquico. Se le interesará para dar una solución, no solamente al aspecto de la vicaría castrense, sino también de otros aspectos del Episcopado y de sus relaciones con el Gobierno y la Santa Sede. En concreto, le propuse al padre Jesús Delgado que, aunque no hubiera estos cambios, era conveniente tomar muy en sentido pastoral la orientación cristiana de nuestro Ejército, y él era un elemento muy valioso, ya que tiene muchas amistades con el Ejército y lo mismo el padre Estrada, jesuita.

Después llegó el doctor Chávez, que es un buen analista desde el Partido Demócrata Cristiano de la situación actual. Me expuso sus puntos de vista, un proyecto de estrategia, a fin de afianzar este movimiento que se ha iniciado con la nueva Junta de Gobierno y tener la valentía y franqueza de colaborar con ellos por el bien del país. Yo le ofrecí que, desde mi perspectiva pastoral, sin dejar mi identidad de Iglesia estaba dispuesto a todo trabajo por el bien de la patria. Él había propuesto una reunión de los militares de la Junta de Gobierno conmigo y con algún otro elemento de su Partido Demócrata Cristiano; simplemente una reunión de amistad y de apreciación de la situación. Se ve que el próximo miércoles, si Dios quiere, tendríamos esta reunión.

A mediodía, el padre Gregorio Rosa y la señorita Doris Osegueda me ofrecieron muy bien criterio para la homilía acerca de los hechos de la semana. Es una orientación muy centrada y que analizándola junto con la que me suelen traer por la noche el padre Rafael y el bachiller Cuéllar, me dan una pauta para ser más justo e imparcial.

DOMINGO, 11 de noviembre de 1979

En la Basílica celebré la Santa Misa con bastante asistencia de gente, en la cual traté de ser muy justo entre la situación de la Junta de Gobierno, que nos ofrece una verdadera esperanza que algunos no quieren ver, pero que es mi deber alimentarla, y las perspectivas de la oposición de izquierda, que es cada día más intransigente y que llega en los grupos armados hasta violencias que no se pueden tolerar. Tardé más de una hora en la explicación del Evangelio de la viuda de Sarepta y de la viuda del evangelio, presentando mi homilía como las tres fuerzas que ofrecen la verdadera liberación del país: el espíritu de pobreza, el sentido de Dios y nuestra esperanza firme en el misterio de Cristo. Sólo desde esta triple perspectiva cristiana puede ver un cristiano la liberación y, por tanto, no era una perspectiva política sino que pastoral. Lo cual me pone a mí en una situación de autonomía y de independencia para poder apoyar lo bueno en cualquier sector, así como también, denunciar lo malo en cualquier sector.

Al mediodía, fui a celebrar la misa del patrón San Martín en la ciudad de San Martín, donde había mucho júbilo de fiesta popular y mucho fervor también en la iglesia. Las comunidades me hicieron presente sus saludos, la información de sus trabajos y también un diálogo muy interesante en una convivencia a la hora del almuerzo, en la cual expusieron puntos de vista políticos, que me preocuparon un tanto porque me parece prevalecer el criterio de sus análisis políticos que el criterio pastoral que su obispo les ofrece. Igualmente, sentí esta preocupación por la noche en la Colonia Santa Lucía, donde fui a celebrar también la misa, y después de misa ofrecí una convivencia, sobre todo con los jóvenes, los cuales también están muy imbuidos de la política de las organizaciones, pero hay un buen grupo también muy centrado en la visión pastoral de la Iglesia. Estos dos encuentros me han dejado muy preocupado y he de buscar, junto con los colaboradores directos de la Diócesis, la manera de una mejor instrucción religiosa, a fin de que prevalezcan los criterios cristianos sobre los análisis políticos.

LUNES, 12 de noviembre de 1979

Este día me fui a descansar a la casa de las hermanas de la Sagrada Familia, donde pasé todo el día. Pero por la noche, había una cita con un grupo de militares jóvenes, unos diez, entre capitanes y mayores, que el padre Gutiérrez coordinó y de mi parte estuvieron el padre Estrada y el padre Jesús Delgado. Fue un diálogo muy interesante. Vi la buena voluntad de esta juventud militar, el deseo sincero de ofrecer a la patria un contributo de verdadera liberación y una búsqueda en el pensamiento de la Iglesia, para ser mejor este momento de un proceso de democratización. Tuvimos franca libertad para exponer los puntos de la Iglesia, así como ellos también hablaron con toda franqueza sus perspectivas políticas y militares. Quedamos de que estos encuentros deben repetirse y que deben ser siempre entendidos desde la mutua perspectiva autónoma; la nuestra, pastoral y la de ellos, política y militar.

MARTES, 13 de noviembre de 1979

Como todos los martes, dediqué a los sacerdotes mi atención, aunque hubo algunas visitas de algún laico, por ejemplo, el doctor Jiménez Barrios, de Jucuapa, que me traía un volumen de sus poemas para obsequiarlo a fin de que, si lo editamos, el producto sea para el Seminario. Platicamos mucho de otras cosas y le agradecí su generoso gesto para con la Iglesia, sobre todo, cuando uno piensa que se trata de un converso que ha encontrado su felicidad en su conversión hacia Cristo.

Por la tarde, recibí a don Pepe Simán, que ha sido designado como presidente de INSAFI. Él está decidido a hacerlo, pero quería tener mi parecer y mi bendición. Yo le dije que los únicos puntos que a mí me preocupaban eran su sueldo y la inseguridad en que se colocaba, ya que es un Gobierno de transición y con muchos conflictos. Él dijo que estas dos cosas ya las había pensado y no le daba mayor preocupación. Él quería servir a su patria y si por eso se quemaba, que era para él un honor haber servido desinteresadamente a su país. Yo le felicité, lo animé y se arrodilló para pedirme la bendición, que con mucho gusto y fervor le impartí para él, para su familia, para su nuevo cargo.

Hubo reunión con el Seminario Mayor y algunos sacerdotes. Es un acercamiento que me da mucha satisfacción del clero y del Seminario Mayor, que es ya el futuro clero. Hablamos mucho de una evaluación del trabajo en el Seminario, a la luz de la parábola de los talentos, y le orienté el examen acerca del Seminario como comunidad, y acerca de cada uno, cuántos talentos, como grupo de jóvenes que debían tener su fisonomía propia como Seminario de la Arquidiócesis y se dieron muchos pareceres para definir estas características del Seminario Mayor de la Arquidiócesis. Una de las que más me gustaron fue la que dijo que era un sentido social equilibrado, bajo la dirección de su obispo. Yo les dije que aprobada todo esto y que, sobre todo, que se caracterizaran por su piedad, por su acercamiento a Dios, por ser hombres de oración, tal como los necesitará un día de sacerdotes nuestro pueblo.

También se habló de planificar una concentración de jóvenes para la próxima Navidad cuando nos ha anunciado su visita el abatte de Taizé, con quien hice amistad en la reunión de Puebla, y me prometió desde entonces esta visita al país para celebrar juntos, aquí, la Navidad próxima. Hay entusiasmo entre los seminaristas, los cuales convocarán a los jóvenes en estas vacaciones y creo que resultará algo muy espléndido de acuerdo con este carisma del abatte de Taizé, que tiene mucha gracia especial para tratar con los jóvenes. En esta ocasión recibirán los ministerios cuatro de los seis seminaristas de tercer año de Teología.

El padre Goyo Rosa, con un militar de grado de mayor, vino a hacerme una visita confidencial en la que me hizo el militar revelaciones sensacionales acerca del desorden que reinaba en el Ejército, del cual él también era una víctima; pero del buen espíritu que existe en la juventud para purificar el Ejército de El Salvador. Le agradecí sus confidencias que se referían especialmente a los atropellos de Soyapango y de las fábricas el día siguiente del golpe de Estado. Todo esto fue una falsa interpretación de una orden, en la cual él quedaba mal parado y tuvo que salir a otro cuartel. Con la debida reserva me dejó todas sus confidencias, que yo le agradecí como una iluminación que me será muy útil.

MIÉRCOLES, 14 de noviembre de 1979

La mañana la gasté en la Comisión de Administración, que celebraba su reunión, especialmente para tratar de la residencia del Obispo y de la oficina para la Arquidiócesis. La opinión de la comisión es que no hay necesidad de un gasto, siendo así que está bien en el Seminario y que da más testimonio de pobreza y austeridad, pero yo les expuse las razones que habíamos dialogado con el equipo del Seminario, en atención al malestar con los otros señores obispos, de que era mejor hacer un edificio independiente de la Arquidiócesis, aunque fuera en el terreno mismo del Seminario, y que para mí, en lo personal, no era necesaria una residencia ya que, gracias a Dios, comparto la comunidad de las religiosas carmelitas del hospital de la Divina Providencia, pero que no quisiera que mi sucesor se encontrara sin una casa donde residir. Además, les informé del ofrecimiento de ayuda de instituciones europeas para esta obra y que, por tanto, no nos costaría a nosotros. Pero que si hiciéramos un proyecto de sencillez funcional y fue del parecer de todos que se tuviera en cuenta no sólo el presente, sino el futuro, ya que la vida de la Arquidiócesis, gracias a Dios, va creciendo notablemente y necesitará para sus funciones nuevas oficinas, y que el Seminario también va creciendo y necesitará que se deje exclusivamente para esta obra. Me alegró mucho la coincidencia de opiniones, después de haber tenido esa divergencia de puntos de vista.

Por la tarde, una entrevista anunciada ya hace muchos días con el licenciado Jorge Acosta, que junto con el licenciado Valero Iglesias, hacen ediciones populares de los documentos pontificios, como lo hicieron también con mis cartas pastorales. El título del cuadernito es El Guanaquito. Y me explicó cómo hacen para asimilarse el lenguaje de los campesinos y hacer llegar a ellos, aunque sean analfabetos, las ideas de estos documentos. Es una obra verdaderamente genial y, según me informó, ha ganado la atención de otros países que creen muy útil imitar este esfuerzo de cercanía con el campesinado. Por mi parte, los felicité y les di algunas ideas y que siguieran adelante haciendo obra tan útil al magisterio de la Iglesia y, sobre todo, a la educación cristiana de nuestro pueblo.

Después fui a visitar al grupo de sacerdotes que están haciendo ejercicios espirituales en el Seminario. Se trata de la vicaría de Quezaltepeque, pero hay sacerdotes de otras vicarías. Platicamos sobre la situación actual del país y el papel de la Iglesia, los diversos aspectos y opiniones que reinan en el mismo clero, en los cristianos y les insistí mucho en que nuestra perspectiva fuera del todo pastoral, aun sin desconocer los problemas políticos que es necesario iluminar. Pero más me gustó la segunda parte cuando tratamos de los aspectos humanos de nuestras relaciones como presbiterio de la Arquidiócesis. Hay muy buena voluntad. Nos dijimos mutuamente los defectos que pueden estorbar esta comunión no sólo de fe, sino psicológica y agradecí el señalamiento que se hizo a mis deficiencias, que pueden estorbar las relaciones que yo quisiera muy cordiales. Hubo apreciaciones muy útiles para cada uno de los que participamos en esa reunión.

Por la noche, como de costumbre, lo dedico a la revisión de la correspondencia. Gracias a Dios, cuento con una buena secretaria, la hermana Nicolasa, guadalupana, que me da el resumen de las cartas y en las cuales yo anoto las ideas que hay en contestar. Es mucha la correspondencia que diariamente llega y, gracias a Dios, creo que estamos haciendo también un verdadero apostolado a través de breves respuestas y mensajes oportunos.

JUEVES, 15 de noviembre de 1979

Olvidaba mencionar que en el día de ayer tuve una llamada telefónica de la Casa Presidencial. Era el coronel Majano solamente para saludarme y solidarizarse, ya que había oído de la amenaza de muerte de que he sido objeto y para informarme que están muy optimistas acerca de la situación del país, que creen que se irá consolidando el proyecto que ellos mantienen de unos cambios necesarios y de un Gobierno que responda a los objetivos reivindicativos del pueblo. Los felicité, los reanimé y les dije también que la Iglesia estaba siempre dispuesta al servicio del pueblo y que, en ese sentido, podían contar siempre con la Iglesia. Así como tendría la libertad de denunciar todo aquello que ofendiera los derechos humanos de nuestro pueblo.

Este día, jueves 15, fui a Candelaria de Cuscatlán, donde el padre Salvador Interiano me había invitado para presidir la fiesta patronal del Dulce Nombre de María, que allá celebran en esta fecha. Les prediqué con el espíritu de Puebla, cómo la devoción a la Virgen forma parte de nuestra identidad latinoamericana, pero que era una devoción que debía estar al día, tal como Puebla también anuncia para el presente y el futuro, una María que sea inspiración del sufrimiento de nuestro pueblo, no en forma pasiva, sino con la energía espiritual de darle al dolor el sentido de redención y de apoyar el proyecto de Dios de cambiar las injusticias en un orden más fraternal y justo.

Platicamos después con el padre Modesto López, rector de la Catedral, que estaba allá presente y almorzamos juntos; un sentido de fraternidad que quisiera que creciera cada vez más entre nosotros los sacerdotes.

Al regresar al Hospital, me informaron de varias llamadas telefónicas que traté de responder; sobre todo, al señor ministro de Relaciones Exteriores y a los pastores de la Iglesia bautista, que, sin duda, están muy entusiasmados con la venida del doctor Lara Braun el próximo domingo.

Tuve también una entrevista con el psicólogo, el doctor Semsch, a quien ya días no he podido ver y cuyas entrevistas me son muy útiles para verbalizar problemas que, con su ayuda, trato de solucionar en forma más serena y segura.

VIERNES, 16 de noviembre de 1979

Han llegado al Arzobispado varios grupos de personas que se han sentido damnificadas por actos violentos de grupos extremistas de izquierda. Resulta así que la izquierda se ha vuelto más represiva que las represiones que estaba denunciando antes. Nos hemos solidarizado con todos estos obreros y trabajadores que han sufrido consecuencias graves en su situación familiar y económica. Al mediodía tuvimos una bonita misa por la paz en la basílica del Sagrado Corazón, promovida por el Comité Parroquial de la Basílica. A la hora de la homilía, una señora, la niña Lydia de Pineda, habló una alocución sobre la paz muy profunda, muy sentida. Yo recalqué el sentido de la paz que la señora había hecho e invité a los laicos a que, así como este ejemplo, llevaran los mensajes del cristianismo al mundo. Y lo mismo aproveché de recalcar la devoción a la Virgen de la Paz, como medianera de este gran don que nuestro pueblo necesita.

Almorcé con los padres jesuitas, donde dialogamos, sobre todo, el tema de la situación actual del país y el papel de la Iglesia.

Hoy fue la clausura del Seminario Mayor y no pude asistir a la misa que me habían invitado, pero fue en ni nombre el padre Cortés porque a esa misma hora, a las seis de la tarde, íbamos a tener una junta con algún miembro de la Junta de Gobierno y otros del Partido Demócrata Cristiano, para analizar y prestar ayuda al nuevo Gobierno. Fue una reunión muy interesante. Llegó el coronel Majano y con toda franqueza expusimos puntos de vista que gustaron mucho como colaboración al Gobierno. Quedó institucionalizada esta reunión, como emergencia, en el momento en que necesitaran un asesoramiento y también, semanalmente, para ir trabajando en señalar metas y proyectos que urgen en nuestro ambiente como apoyo para la Junta de Gobierno y, más que todo, por acelerar los cambios estructurales que el país necesita.

Esa tarde llegó de Nueva York el doctor Jorge Lara Braun, quien trae un mensaje del Consejo Nacional de Iglesias para nuestra Arquidiócesis, el cual exhibirá el próximo domingo en la misa de la Basílica, a las ocho de la mañana.

SÁBADO, 17 de noviembre de 1979

En el Hospital tuve una entrevista de un periodista holandés. Después fui a Santa Tecla. En la parroquia de El Calvario tuvimos una reunión de vicaría a la que asistió el doctor Lara Braun y participó elogiando la labor pastoral de nuestra Arquidiócesis. Yo les expuse la carta pastoral, que fue tema de la reflexión en grupos y luego, en el plenario, sacamos conclusiones muy prácticas como servicio de la Iglesia al momento actual de nuestro país. Las carmelitas llegaron a exponerme situaciones de su propia congregación que tratamos con bastante comprensión. Por la tarde, fui a celebrar la Santa Misa a La Reubicación de Chalatenango. Mil familias están reubicadas en los tres grupos de aquella reubicación y asistieron una gran cantidad...

En la mañana, entrevista con un periodista holandés. Por la mañana fui a la iglesia de El Calvario, de Santa Tecla, donde se reunían los sacerdotes, las religiosas y los laicos de la vicaría de La Libertad. El tema central fue la exposición de mi Cuarta Carta Pastoral, que luego reflexionaron en grupos y concluimos en una plenaria con aplicaciones muy prácticas a la vida pastoral de aquella vicaría. Participó el doctor Jorge Lara Braun, que ha venido de Estados Unidos trayendo un mensaje a nuestra Arquidiócesis de parte del Consejo Nacional de Iglesias.

Por la tarde, fui a celebrar la Santa Misa a La Reubicación de Chalatenango, donde cerca de mil familias han sido establecidas, después de haber perdido sus tierras y sus casas en la inundación del Cerrón Grande. La fiesta que celebran hoy es la de Santa Teresa, que era patrona en su antiguo cantón, ahora inundado. También aquí el doctor Lara participó en la homilía y hubo una acogida y una convivencia muy cordial con aquellos cristianos, que se expresaron después de misa en testimonios muy hermosos a través del micrófono.

 

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