Queridos hermanos sacerdotes y fieles:
Lo más bello de un viaje cuando se ama la tierra propia es el regreso. Me siento orgulloso, satisfecho, profundamente alegre con ustedes. Es el retorno al hogar. Agradezco al padre Cortés esas frases tan sinceras, tan fielmente intérpretes de los sentimientos que ustedes han rubricado con esos aplausos tan generosos, tan espontáneos.
Queridos hermanos, al regresar de Puebla se me agolpan muchas ideas, es tan intenso lo que acabo de vivir, que no lo puedo narrar en este breve y emotivo encuentro. Permitan sin embargo que hile mis pobres ideas en torno de estos pensamientos:
1º) Yo en Puebla me sentía representante de una Diócesis en oración.
2º) Yo en Puebla no necesité hablar mucho porque hablaba todo el testimonio de un presbiterio, de una vida religiosa, de unas comunidades de base, de unas parroquias, de unos fieles que me precedían y me hacían como una aureola en mi presencia en Puebla.
Y el 3er. pensamiento que yo les doy es éste: De Puebla traigo enriquecido mi corazón y mi pensamiento en el contacto con tantos pastores y con el pastor de pastores: el Papa, quienes me prodigaron sus experiencias, su solidaridad, su felicitación, su palabra, su saludo, del cual yo ahora soy el portador ante la Arquidiócesis.
En primer lugar y es para agradecerles profundamente, sentía yo más que nunca la fuerza de la oración. La Iglesia se construye con la oración, es el reino de Dios entre los hombres y, ante, todo, cuenta con el beneplácito del Señor. Es una oración que yo sentía como un impulso, como una inspiración, como una realidad. Oración que no sólo es la súplica expresa de los labios que se abren para decir "Padre Nuestro", en formas tan diversas, es la oración de un pueblo que como aquel de Egipto, sube en clamor de angustia, de dolor, ante el Señor y que espera de una reunión de pastores del continente Latinoamericano, una respuesta de Dios, una palabra que oriente y que dé fortaleza y esperanza al pueblo.
Y yo que sentía que Dios respondía a esa súplica, inspirando a los que trabajamos en Puebla, un documento que ya poco a poco lo iremos dando a conocer. Es una riqueza pastoral. A pesar de todo lo que se haya podido decir, el Espíritu Santo ha triunfado, el Espíritu Santo responde a las plegarias de los pueblos y no sólo era mi Arquidiócesis, era todo un continente en oración. Y esto a los ojos de Dios tiene una fuerza como decía San Agustín: "La oración es la debilidad de Dios y la fuerza de los hombres". Por eso les suplico, hermanos, que esa oración que se ha elevado desde la Diócesis, siga intensificándose; convirtamos en oración la situación de nuestra Arquidiócesis, respondamos siempre a todas las realidades duras en que nos toca vivir con un suspiro hacia Dios como en Egipto clamaban los israelitas y Dios escuchaba el clamor de ese pueblo. ¡Sigamos siendo una diócesis en oración!
Lo segundo, hermanos, es el testimonio de ustedes. Quiero agradecerles profundamente, diría San Pablo cuando les escribía a los de Tesalónica: "Ya no era necesario que yo predicara porque ustedes mismos están anunciando cómo han sabido responder al evangelio del Señor". ¡Era maravilloso! Yo aquí quiero traducirles en felicitación a los queridos sacerdotes, a las comunidades religiosas y a los fieles en general, cómo nuestra Diócesis están dando un testimonio de nivel continental, mundial. Recuerdo que una mañana, un obispo venido de Francia me entregó una caja conteniendo 5 folders. Me dice: "en quince días hemos recogido 22.000 firmas de Francia para la diócesis de San Salvador, aquí lo tiene"..... Son firmas de obispos y de comunidades que desde la lejana Francia admiran la fe cristiana de nuestras comunidades.
Anteayer, nada menos, allí en México me invitaron a un Congreso de Comunidades Eclesiales de Base, cristianos venidos de todos los rincones de México me pidieron que les contara algo de la experiencia de San Salvador. Les diré, hermanos, que salí tan satisfecho cuando veía aquel teatro del Colegio México, con capacidad para casi un millar de personas, lleno completamente, con una atención con que seguían y luego preguntaban esta realidad de la Iglesia en la Arquidiócesis de San Salvador. Traigo unas cartas improvisadas en aquel momento y traigo la impresión de aquellos abrazos y apretones de manos para que le dijera al querido pueblo de la Arquidiócesis: que las comunidades de México están plenamente en comunión con esta -Arquidiócesis- de San Salvador.....
Saben mucho de nosotros, y por eso, hermanos, si hay que tomar una reacción ante esta responsabilidad es la que yo les quisiera invitar en esta noche. Seamos dignos de ese buen nombre que la Arquidiócesis va recobrando por todas partes. Me acuerdo una de las primeras noches de la reunión de Puebla, cuando conocí a Monseñor Helder Cámara, y a Monseñor Proaño y al Cardenal Arns del Brasil, cuando supieron que yo era el Arzobispo de San Salvador, me decían: "Ud. tiene mucho que contarnos, sepa que lo sabemos y que ese pueblo es admirable y que sigan siendo fieles al evangelio como lo han sido hasta ahora".
Yo contaba las experiencias dolorosas. Me acuerdo la impresión que hacía las últimas fotografías de nuestro hermano sacerdote Octavio Ortíz con su cara apachada y de los que murieron con él y las noticias que se tenían, tergiversadas muchas veces por la información mal dada. ¡Ante aquellas fotografías cómo sentían el dolor de nuestra Arquidiócesis como dolor de ellos! y lo sentían tan profundamente que ofrecían oraciones por la comunidad de la Arquidiócesis para que siguiera siendo fiel en estas pruebas que el Señor le ha puesto, a pesar de todo sea una diócesis que sigue las líneas que el evangelio le traza.
Hermanos, yo siento que en el documento de Puebla, que como les digo es muy rico de elementos, para la Arquidiócesis no hay nada sorpresivo. Es precisamente lo que vamos haciendo, es un reclamo del Evangelio a las comunidades diocesanas de América Latina para que sepan responder a las necesidades, a las angustias de un pueblo muchas veces injustamente tratado; pero que la Iglesia sepa acompañarlos, como decía Pablo VI: sin violencias, sin odios, sin rencores, la fuerza de nuestra comunidad está en el amor y sigamos dando testimonio.
Hermanos, para mí era sumamente satisfactorio saber que se había comprendido el mensaje del Arzobispo, y cómo esta humilde semilla cayendo en corazones tan buenos como nuestras comunidades, está fructificando, está floreando en una verdadera epifanía del Señor. Nuestra diócesis merece de veras que la amemos y que cada uno la trabajemos siendo ejemplo de cristianos para que sea cada día, no por vanagloria del mundo. Yo les decía cuando me preguntaban por ejemplo, qué sentía yo con la postulación al premio Nóbel; no trabajo por eso, trabajo por el Evangelio..... Para mí, queridos hermanos, más que el premio Nóbel es esto que estoy viendo en mi Catedral, ustedes son mi mejor condecoración.
Como recordó el Padre Cortés, yo he estado pendiente de la vida de la Arquidiócesis y ahora que les estoy narrando lo que siento de la Diócesis en otras partes, puedo decirles que yo me sentía orgulloso cuando me llegaban las noticias, por ejemplo, del desfile de sacerdotes y de las religiosas y la impresión que causaba en nuestro pueblo ese llamamiento a la reflexión. Sentí también la alegría de un clero solidario con su obispo, la felicidad de estar yo tranquilo trabajando en Puebla cuando sabía que aquí la autoridad de la Iglesia estaba bien representada, lealmente, expresada, en su Vicario General y en todos los vicarios de la Diócesis y en sus Párrocos que han sabido llevar la Diócesis como se lleva cuando todos nos inspiramos en el Evangelio y no existen rivalidades ni oposiciones porque sólo queremos la gran figura del Buen Pastor, y desde el Arzobispo hasta el párroco y todos los agentes de pastorales, decimos como Juan Bautista: "No queremos otra cosa más que Cristo crezca y nosotros disminuir para que sea alabado el Buen Pastor..."
Sirva pues esta palabra para agradecer ese buen ejemplo, esa disposición hasta el martirio, ese espíritu de solidaridad y de amor que nos debe compactar cada vez más. Yo quiero dar aquí un testimonio solemne de mi cariño, de mi gratitud, de mi solidaridad, con todos los sacerdotes, los he defendido cuando arreciaba una pequeña tempestad pero les dije: "es falso, mis sacerdotes no siembran violencia",..... los jesuitas y todos cuantos trabajamos en la Arquidiócesis sabemos que la inspiración es del evangelio, reconocemos nuestras deficiencias, nuestros defectos humanos pero jamás se nos va a culpar de ser agentes del odio y de la violencia, somos mensajeros del evangelio.
Finalmente, hermanos, perdonen que me estoy alargando pero una plática en familia después de un regreso es para pasar toda la noche platicando, pero no voy a abusar de ustedes. Quiero desarrollar mi tercer pensamiento. Si esto he llevado yo, si yo no he sido más que una bandeja en la cual ha ido tanto don de oración, de testimonio, de ejemplo, de vida de la Arquidiócesis y sentía que mi Arquidiócesis enriquecía la reflexión de Puebla, aun sin hablar, sabía que mi presencia eran todos ustedes, eran mis sacerdotes, eran mis comunidades y si alguna palabra hubo que decir, estaba tan llena del respaldo de la realidad de ustedes que era suficiente el testimonio silencioso porque ustedes trabajaban mi presencia en Puebla. Pero sí traigo de Puebla y sentí cuando el Papa llegaba a la reunión de Puebla aquella aureola de obispos que rodeaba el altar de la celebración en el Seminario Palafoxiano cómo el Papa es de verdad el eslabón que enlaza todos los eslabones que somos los obispos y a través del Papa y en la reunión de Puebla con la aportación de todos, sentíamos que cada diócesis se enriquecía con lo que cada Obispo llevaba.
Y es maravilloso, yo he vivido hermanos, estos días en Puebla, una experiencia de Iglesia como pocas veces se siente. Ustedes saben que no todos pudieron entrar en la reunión del Seminario de Puebla donde había ya 350 participantes, pero había fuera del Seminario grupos de reflexión teológica. Yo visité, porque los obispos necesitábamos el consejo de teólogos, de sociólogos, de gente que pudiera aportarnos su pericia, su experiencia, su sabiduría y les digo que encontraba tan auténtica la Iglesia entre los obispos reunidos adentro como en los grupos que también daban riqueza y asesoramiento fuera. Se sentía que era toda la Iglesia del continente la que estaba preocupada de dar un impulso a la evangelización y a la riqueza. Y por eso los obispos me dieron tanta fortaleza y la presencia del Papa con sus discursos maravillosos, que yo los encuentro completamente en la línea en que nuestra Arquidiócesis va caminando. El Papa y los obispos han dejado en este Pastor y servidor de ustedes, una huella profunda que me capacita ahora para poderles servir mejor en cuanto mis pobres capacidades puedan dar.
Allí traigo como testimonio una carta que de una de esas noches de reflexión con los teólogos, surgió de un grupo de obispos. Una carta preciosa de solidaridad en la que los obispos dicen que "comprendemos -me tratan como hermano y me tratan de tú- cómo el Señor ha puesto sobre tus hombros una cruz pesada hasta de martirios y de incomprensiones, de destierros y de sufrimientos pero sabes que cuentas con el apoyo de tus hermanos tuyos para decirles a todos los sacerdotes, religiosas y fieles que estamos en plena comunión con la Arquidiócesis de San Salvador"...
La carta nació gemela con otra dirigida a los obispos de Nicaragua para decirles también que comprende su difícil posición en la defensa de su pueblo y que están plenamente solidarios también con los pastores de Nicaragua.
También el documento final, que es denso, 21 capítulos, están las realidades de nuestra América, y quien se hacía ilusiones de que Puebla iba a ser un paso atrás, un reproche de Medellín, han quedado muy equivocados porque Puebla ha sido una ratificación de Medellín..... Las duras realidades de nuestros países latinoamericanos están reflejadas allí y están también la orientación evangélica que le exigen al pastor de América Latina, en unos pueblos donde tiene que ser ante todo, testimonio solidario del Dios que libera a los pueblos y que oye el clamor y el gemido de los que sufren y de los que claman al Señor...
Hermanos, poco a poco iremos diciendo más, porque las riquezas de Puebla, son riquezas del Espíritu y como decía Cristo. Él nos irá poniendo la palabra oportuna para saber responder a cada circunstancia. Yo le he pedido mucho al Espíritu de Dios que todo ese tesoro que Él nos ha dado en Puebla y que en la misa de clausura pusimos a los pies de la Virgen de Guadalupe y de allá se repartió a todos los países bajo las advocaciones nacionales de la Virgen y hermosa letanía la de nuestros pueblos clamando a la Virgen en sus propios títulos. Me alegré cuando se mencionó a la Virgen de la Paz para poner a sus pies los Documentos de Puebla y para que los salvadoreños bajo la protección de la Virgen, sepamos encontrar allí la respuesta del Espíritu de Dios.
No les canso más hermanos, muchas gracias por haber venido..... y a quienes se suman a esta muchedumbre que no cabe en la catedral, allá en el anonimato, de sus aparatos de radio estarán muchos escuchando esta palabra, sepan que traigo el corazón como siempre, lleno de amor para todos, no guardo resentimientos para nadie..... No lo he aprendido en Puebla, me alegré de haberlo vivido siempre, que la evangelización que en Puebla estudiamos para el presente y el futuro de América Latina, tiene que estar sobre una sólida base de amor y que la evangelización es para todos y que nadie está excluido al llamamiento de Dios, pero sí pone una condición el Señor, "convertíos", porque sólo el que se convierte al Señor de los falsos ídolos que apartan de Dios, recibirá esos dones de la evangelización. Convertíos... Y esto pido finalmente a todos, que oremos de verdad para que todos los agentes de la pastoral sepamos ser evangelizadores sobre bases de amor, de justicia y de paz. Así sea... ÍNDICE GENERAL | CICLO B | ANTERIOR | SIGUIENTE |
1º EN PUEBLA ME SENTÍA REPRESENTANTE DE UNA DIÓCESIS EN ORACION
- La oración, debilidad de Dios y fuerza de los hombres
2º. EN PUEBLA NO NECESITÉ HABLAR MUCHO, PORQUE HABLABA TODO EL TESTIMONIO DE LA ARQUIDIÓCESIS
- De las comunidades de México...
- Las experiencias de nuestra Arquidiócesis
- El mensaje del Arzobispo y la solidaridad de su clero
3º. SOY EL PORTADOR ANTE LA ARQUIDIÓCESIS DEL SALUDO DE LA SOLIDARIDAD, DE LAS EXPERIENCIAS DE LA FELICITACIÓN DEL PAPA Y DE LOS PASTORES REUNIDOS EN PUEBLA
- Solidaridad de los pastores de Puebla con el Arzobispo de San Salvador
- Puebla, ratificación de Medellín
- Nadie está excluido del llamamiento de Dios, pero sí pone una condición: ¡Convertíos!