NOTA: Antes de la homilía de nuestro Maestro y Pastor Mons. Oscar A. Romero, los seminaristas de la Arquidiócesis de San Salvador le expresaron, al Señor Arzobispo, el resultado de una reflexión de tres días sobre la misión que como cristianos les corresponde hoy, expresándole también su adhesión a su persona: "En su Segundo Aniversario como Arzobispo de la Arquidiócesis queremos solidarizarnos con usted por su auténtica fidelidad al Evangelio, dejando a un lado los privilegios y asumiendo todos los riesgos que implica la denuncia enérgica de la violación de los derechos fundamentales del hombre. A pesar del aumento de la represión y persecución al pueblo y a la Iglesia queremos manifestarle, con toda valentía, que estamos dispuestos a continuar firmes en nuestra vocación. Y esperamos un día llegar a ser colaboradores directos en la pastoral profética que usted impulsa para instaurar, ya desde aquí, el renio de Dios entre los hombres".
A continuación el Señor Arzobispo pronunció su homilía.
Queridos hermanos, estimados radio-oyentes:
Es una grata sorpresa, que me llena de mucho optimismo, oír, en los labios de una juventud que se prepara para el sacerdocio, esa solidaridad que acaba de expresar este joven en nombre de 36 seminaristas mayores, o sea teólogos y filósofos, que se preparan para el sacerdocio. Ya bachilleres podían aspirar a otra profesión universitaria pero se ve, pues, que hay una convicción profunda, una conciencia a lo que se acaba de comprometer aquí la juventud del Seminario Mayor. Quiero decirles que junto a ellos también se van preparando otros 50 seminaristas menores. Menores los llamamos porque no han hecho todavía bachillerato, pero ya están bajo la dirección de la Arquidiócesis; sacarán su bachillerato en los Seminarios Menores de San Salvador y Chalatenango, y esperamos que van a sumarse a este grupo de mayores dentro de poco.
Quiero aprovechar, para decirle al pueblo de Dios que me escucha, que es todo el pueblo de Dios el que se debe sentir comprometido con esta juventud. Necesitamos, por tanto, sobre todo el apoyo espiritual y moral de ustedes; que encuentren de veras en el pueblo: la expectativa, el ánimo, el aliento; que nadie quiera apagar esa llama tan generosa que el Espíritu Santo ha encendido en estos corazones jóvenes y que el pueblo recibirá a su tiempo la cosecha de esa siembre que él también está haciendo: con su oración, con su apoyo moral y también con su apoyo económico para sostener estas vocaciones que en su casi totalidad vienen de la clase pobre y que, por tanto, necesitan también el apoyo económico de todos. No pedimos una limosna, sino simplemente decimos al pueblo de Dios su obligación de preparar a esos hombres entresacados del pueblo con vocación sacerdotal, para que lo sepan dirigir con ese espíritu que el Señor nos ha dejado en el Evangelio.
Aquí termina el primer período del Tiempo Ordinario: Epifanía-Cuaresma. Aquí va caminando nuestra peregrinación del Año Litúrgico y nos encontramos en el domingo 8o. del Tiempo Ordinario. Aquí vamos a poner un punto y aparte porque el miércoles de esta semana comienza un tiempo fuerte, el más fuerte del año: la Cuaresma. El tiempo ordinario se suspende hasta que pase todo ese largo período que comienza ya el miércoles con la Cuaresma, como preparación para celebrar el misterio pascual, o sea la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, que se prolongará 50 días más allá de la Pascua hasta que celebremos la venida del Espíritu Santo que corona la obra de la redención; y después de esta fiesta de Pentecostés, volveremos a los domingos que ahora quedan suspendidos: con el domingo 9o. del tiempo ordinario. Asistimos hoy pues, como a una despedida para introducirnos, como Cristo, en el desierto.
Preparémonos para nuestra Cuaresma. Yo, desde ahora, quiero hacerles una invitación muy cordial para que inauguremos la Cuaresma el miércoles próximo, a las 7 y media de la noche, en la Iglesia de El Corazón de María, allá en la Colonia Escalón. Me ha invitado la Vicaría de aquel sector, pero no quiero ir solo ni me quiero sentir solo en aquella Vicaría, quiero sentir toda la Diócesis entrando en Cuaresma. Yo quisiera tener la Iglesia de El Corazón de María, el próximo miércoles a las 7 y media de la noche, llena con este pueblo de la Catedral y entusiasta con este clamor del pueblo que aquí de veras expresa en la liturgia no una liturgia muerta, no unas celebraciones casi protocolarias, sino de veras lo que tiene que ser: la liturgia del pueblo de Dios. Por eso quisiera tener la compañía de ustedes, queridos hermanos que me escuchan, sobre todo en las comunidades parroquiales eclesiales de base, para que asistamos a darle vida a esta inauguración de la Cuaresma y saber que con Cristo podemos decir lo que ha dicho un seminarista hoy con su Obispo, lo que decía aquel apóstol cuando sintió el llamamiento de Cristo: "Vayamos con él y muramos con él". Cristo nos convida: "el que quiera venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame". Y la respuesta, en un lenguaje litúrgico, se la damos el miércoles cuando inclinando nuestra cabeza nos dejamos poner el signo de la penitencia: "acuérdate que eres polvo y que en polvo te convertirás". Pero no para morir a tus entusiasmos, sino para darle a tu dignidad humana, la verdadera grandeza. Ya hablaremos de esto, pues, el próximo miércoles si Dios quiere.
Ahora, en este 8º domingo, las lecturas nos invitan a esa renovación que también Puebla señala -yo quiero que nos vayamos familiarizando con el lenguaje de Puebla que es el lenguaje del espíritu de Dios-. En la presentación del documento, hemos escrito esto "La Conferencia de Puebla es ante todo un espíritu. El espíritu de una Iglesia que se proyecta con renovado vigor e ímpetu evangelizador al servicio de nuestros pueblos, cuya realización ha de seguir la llamada viva y transformadora de quien puso su tabernáculo en el corazón de nuestra propia historia con plena fidelidad al Señor y a la Iglesia y al hombre". Eso quiere decir ser hoy también mi homilía a la luz de esas tres lecturas que acaban de escuchar: un espíritu de renovación como lo está anhelando desde Puebla la Iglesia de todo nuestro continente. Ojalá que en estas notas de las múltiples iglesias particulares de todo este inmenso y esperanzador continente, la nota de nuestra Arquidiócesis suene armoniosa y bella en un concierto a la gloria de Dios y de la dignidad humana.
Por eso voy a titular mi homilía con un título juvenil. El mismo Cristo nos da autorización para usarlo, tal vez nos parecía un poco atrevido, pero Cristo nos ha dado pie para llamarlo hoy: CRISTO, EL NOVIO DE LA IGLESIA.
Y quiero rendir honor aquí, a quienes viven el noviazgo no como una aventura y una pasión, sino a quienes tratan de imitar a Cristo: un corazón juvenil entregándose a su Iglesia.
1. Cristo y la Iglesia, un misterio de alianza conyugal.
2. Por eso la Iglesia cuenta con una capacidad divina.
3. Por eso desde la Iglesia de Cristo es la renovación del mundo.
Es como su hogar como el punto de referencia de toda actividad, como el novio encuentra en su novia casi el centro de su propia vida.
a) Cristo, figura central al responder a la objeción del ayuno de fariseos y discípulos de Juan. La figura central de este domingo es Cristo, en el evangelio de San Marcos, respondiendo a una de esas objeciones que, en estos capítulos 2 y 3 van perfilando un conflicto entre El y sus enemigos, que van a terminar luego en uno de los versículos del capítulo 3 cuando dice: "Los fariseos y los herodianos tramaban la manera de eliminarlo". Todo aquel que trae un mensaje de amor, de verdad, de justicia, encuentra la natural oposición en la injusticia, en el egoísmo que es el desamor, y en las tinieblas de la mentira, que le duele la vista al mirar a la verdad, y trama la manera de eliminarlo.
Cristo va perfilándose, y uno de estos momentos es la objeción. Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos están celebrando un ayuno: "¿Por qué tus discípulos no ayunan?". Siempre en lo religioso se mete la nota la hipocresía y de la apariencia, de los legalismos. Cristo que busca la sinceridad en el adorar a Dios y en la renovación interna y sincera del hombre responde como han escuchado hoy en el evangelio: "¿Es que pueden ayunar los amigos del novio mientras el novio está con ellos?" Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar. Llegará un día en que se lleven al novio y aquel día sí que ayunarán". Como que hay un presagio ya de Cuaresma y de Semana Santa, pero dentro de una alegría de amor y de cariño de Cristo a su Iglesia.
b) Oseas, que vive un drama personal de amor no correspondido introduce en la literatura bíblica el símbolo del amor conyugal para describir las relaciones entre Dios y su pueblo. Para comprender esta comparación de Cristo el novio, es necesario remontarnos al lenguaje de los profetas. Y, precisamente, nuestra liturgia ha escogido para hoy un texto de los más antiguos, donde casi se inicia esa comparación de las relaciones de Dios con la humanidad, comparadas con el matrimonio. Oseas, un profeta que vivió en su vida personal e íntima la dura realidad de un hombre que ama a una mujer y que no ha sido comprendido, sino que ha sido traicionado, traslada ese resentimiento de amar sin ser correspondido, a la relación de un Dios. Pero, espera como los novios esperan aún en sus momentos de ruptura: vendrá la reconciliación. ¡La sigo amando!
- La infidelidad de Israel: en política... en idolatría... los Baales. Oseas recogía no sólo la infidelidad de su mujer, sino también la infidelidad social de su tiempo y de su ambiente: una política que busca únicamente sus ventajas y se separa del reino de Judá, en el Norte -o sea en el reino de Israel-, donde por haberse apartado del centro de sus revelaciones, va cayendo, poco a poco, en la idolatría. Y rinde culto, aquel pueblo bajo la dirección de unos gobernantes que han perdido la fe auténtica del judío, adorando a Baal. Los baales eran los dioses de la fecundidad; a ellos atribuían: las cosechas, las lluvias, los soles; y el profeta reclama a lo largo de todo su libro: "No son los baales, no son los ídolos los que dan el pan a Israel, es el Dios verdadero, ¡Conviértanse de sus idolatrías!"
La voz del profeta parece de actualidad cuando nuevos baales en nuestro tiempo, le quieren quitar el puesto de adoración al único que nos ama y que reclama nuestro amor. Idolos, baales de nuestro tiempo: la idolatría del poder, la idolatrías del dinero, la idolatría del lujo, la idolatría del sexo. Tantas idolatrías ante las cuales los hombres, como los apóstoles del Israel, están adorando, poniéndose de espaldas al verdadero Dios.
- Evocación de la lectura: el desierto... Egipto... Llegó la reconciliación y el profeta, entonces, pone en los labios de Dios unos sentimientos que son suyos pero trasladados a lo divino y a las relaciones de un Dios con un pueblo predilecto que no le han sabido corresponder. Un pueblo que lo ha traicionado, duro de corazón, como lo llama la Biblia, insensible a las ternuras de Dios. Pero, entonces con la ilusión de un perdón y de un retornar Dios dice: "Yo la cortejaré, me la llevaré al desierto, le hablaré al corazón y me responderá allí, como en los días de su juventud, como el día en que la saqué de la esclavitud..." Hay una rememoranza de la época en que Dios iba haciendo cariños tan grandiosos con su pueblo: sacándolo de la esclavitud de Egipto, trasladándolo milagrosamente por el desierto. En el desierto, junto al Monte Sinaí, se hace el pacto entre Dios y la humanidad, como diríamos: allí se celebra el matrimonio y Dios recuerda todas estas cosas de la alianza con la esperanza de encontrar respuesta de amor, a su amor menospreciado.
- Arras: ...en derecho y justicia, en misericordia y compasión, en fidelidad. Y ahí como poniendo en las manos de una esposa en el día de las bodas, las arras, que son el signo de que le entrega todo a ella, para que ella con él colabore en el engrandecimiento del hogar, dice cuáles son las arras de este matrimonio: "Me casaré contigo en matrimonio perpetuo; me casaré en derecho y justicia, en misericordia y compasión". Estas son las notas que caracterizan el amor que une a Dios con su Pueblo; este es el amor del novio: Cristo, con esta Iglesia que formamos nosotros; El espera de nosotros la productividad de esas arras que nos da en su revelación: derecho y justicia, misericordia y compasión. Por eso la Iglesia no puede hablar otro lenguaje, es el lenguaje del amor que trata de responder al que le ha dado como arras: la defensa de los derechos de los hombres, la denuncia de las injusticias, de los atropellos. Una esposa fiel tiene que hablar conforme a los gustos de su esposo. Y la Iglesia, fiel a su novio Cristo, tiene que agradarlo en el lenguaje de la justicia.
Por eso, es hermoso oír cuando el Papa Juan Pablo II, intérprete de la Iglesia de hoy, respalda la línea de los Obispos en América Latina y dice: "Debemos llamar por su nombre a la injusticia: la explotación del hombre por el hombre, la explotación del hombre por el estado, la explotación del hombre por los sistemas económicos. Tenemos que llamarlos por su nombre. Debemos llamar por su nombre cualquier injusticia social, cualquier discriminación, cualquier violencia infligida al hombre en su cuerpo, su espíritu, su conciencia, su dignidad humana y su vida". Yo creo que Juan Pablo ya está cayendo mal a mucha gente, porque está tratando de ser fiel a esta relación de noviazgo y amor entre Cristo y su Iglesia. Y una novia que traiciona a su novio coqueteando con otros ídolos, no sería la verdadera esposa de nuestro Señor Jesucristo.
Por eso me gusta, también, recordarles que en Puebla se habló de llamar a la pobreza por su propio nombre y de señalar cuáles son los rostros de la pobreza. Dice: "la de nuestros indios, la de nuestros campesinos, los más pobres entre los pobres; la de nuestros obreros, a los que se les quita el derecho de organizarse". A los que se les socava todo intento de sindicatos y de organizaciones legítimas, lo mismo que a los campesinos, es el rostro de todo el que sufre, del torturado, del prisionero, del desaparecido. A esos ama Cristo en el amor de su novia Iglesia y por eso tiene que estar con ellos. Y el Papa, gracias a Dios, con toda claridad nos autoriza para llamar a la injusticia por su propio nombre.
Por eso, cuando Cristo, en el Evangelio de hoy, cargado de todas esas reminiscencias de las relaciones entre Dios, la Alianza, el pueblo, define una posición suya frente a sus enemigos los fariseos, y aún con sus amigos. Fíjense bien en este detalle: los discípulos de Juan no eran enemigos de Cristo, pero miraban todavía hacia un profetismo y hacia un ambiente en el cual no aparecía el horizonte amplio que Cristo viene a abrir de renovación a la humanidad, como lo vamos a ver enseguida. Me interesa, pues, que quede en nuestro corazón esta figura bella de Cristo, reflejo del amor incansable de Dios con la humanidad a pesar de tantas traiciones. Lo comprenderá quien viva como Oseas la tragedia de un amor no correspondido, cuando refleje en estas frases de las lecturas de hoy, que Dios en Cristo, se presenta como un novio de la humanidad.
El sacramento del matrimonio... signo de las relaciones Cristo-Iglesia. Quiero hacer una aplicación a los matrimonios en este ambiente de un Dios que usa la comparación del amor humano para reflejar su amor divino. San Pablo nos lleva a una consideración muy profunda para los casados, y dice que el matrimonio de un hombre y una mujer es un gran misterio. No se aman ni viven juntos únicamente por un placer, por un amor humano, hay un misterio en ese amor que Dios ha infundido de atracción tan irresistible entre el hombre y la mujer capaz de llevarlos al altar y de jurarse amor perpetuo. ¿Qué misterio refleja el casado? El misterio de este amor entre Dios y la humanidad.
Hermanos casados, matrimonios cristianos, a ustedes dirijo ahora esta palabra: Quiero decirles a ustedes, así como mi ministerio sacerdotal es un gran misterio en medio del mundo; ustedes amándose, tienen que ser reflejo a la sociedad de cómo nos ama Dios. Donde quiera que pasen dos casados y si van con sus hijos todavía mucho más bello testimonio. El mundo entero debe sentir estremecimiento del amor de Dios que pasa en el sacramento de ese matrimonio.
Ya que les he invitado a irnos acostumbrando a los textos de Puebla, oigan lo que hemos escrito en Puebla al reflexionar sobre la familia: "La pareja santificada por el sacramento del matrimonio es un evangelio de presencia pascual del Señor".
No lo olviden los casados: "La pareja santificada por el sacramento del matrimonio es un evangelio de presencia pascual del Señor. La familia cristiana cultiva el espíritu de amor y de servicio. Cuatro relaciones fundamentales de la persona encuentran su pleno desarrollo en la vida de familia -¿Cuáles son esas cuatro relaciones?-: paternidad -o sea el amor del padre y la madre a los hijos-, la filiación -el amor de los hijos a los padres-, hermandad -el amor que une como hermanos a los hijos de una misma pareja-, nupcialidad". El amor del hombre que saliendo de su infancia y llegando a la juventud, siente que hay que cumplir un deber: dejará a su padre y a su madre, y como dijo aquel poeta español: "¡Buscaré en las hijas de mi tierra, una mujer como la madre mía!" "¡Qué hermoso sería que todo novio, al ir a buscar su futuro hogar, pensara en su mamá para buscar una novia que fuera la continuación de ese amor y, viceversa, la novia buscara en su futuro hogar un hombre que sea el pilar responsable, santo, justo, como su propio papá. ! ¡Padres, madres, ¿resistirán este reto de la juventud?!
"Estas mismas cuatro relaciones -continúa Puebla- componen la vida de la Iglesia -fíjense cómo en la familia se reflejan todas las relaciones de la Iglesia. ¿Qué es la Iglesia?-: experiencia de Dios como Padre, relación filial y paternal; experiencia de Cristo como hermano, experiencia de ser hijos, en, con y por el Hijo, experiencia de Cristo como esposo de la Iglesia. La vida en familia reproduce y participa en pequeño de estas cuatro experiencias fundamentales; cuatro rostros del amor hermano". Esto es algo de lo que Puebla ha dicho y como ven, pues, hay mucha riqueza para reflexionar. Baste por ahora el haber elevado nuestras relaciones de amor que nos deben unir a esa amplitud del Cristo que es el modelo de los cuatro rostros del amor. El novio está en la Iglesia.
a) Pablo y las recomendaciones de sus enemigos. Aquí me voy a fijar sobre todo en la segunda lectura. Es San Pablo que está contestando a unos enemigos de su predicación que decían: Pablo no presenta recomendaciones de otras comunidades, nosotros si traemos autorizaciones, recomendaciones. Y Pablo, con aquella ironía de sus cartas, escribió la carta de hoy: "Hermanos, ¿necesitamos presentarnos a pedirles cartas de recomendación? Ustedes son nuestra carta, escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres. Son una carta de Cristo, redactada por nuestro ministerio: escrita, no con tinta sino con el espíritu de Dios vivo".
Yo les puedo decir a ustedes con gran orgullo, hermanos: ustedes son mi carta de recomendación. Y cuando he escuchado aquí la carta de un seminarista diciendo también que están solidarios con el obispo, pensaba yo en esto de San Pablo: ¡ustedes, queridos seminaristas, son mi carta de recomendación tan válida y por eso les suplico que seamos dignos de esta presencia de Cristo en medio de la comunidad. Yo soy el primero en sentir mis deficiencias, mis limitaciones, pero sé que ustedes: sacerdotes, religiosas, comunidades eclesiales, familias cristianas, viviendo santamente la presencia de Cristo en su pueblo, suplen las deficiencias de su propio Pastor y unidas en él, le dan a la Arquidiócesis una fisonomía que verdaderamente vale la pena ser un católico de nuestra Arquidiócesis.
- La comunidad cristiana la mejor carta de recomendación escrita por Cristo. San Pablo dice que esto no se le debe a él. Esta confianza la tenemos por Cristo, no es que por nosotros mismos estemos capacitados para apuntarnos algo como realización nuestra. Nuestra capacidad nos viene de Dios. Y es aquí donde permítanme volver al documento de Puebla, para traerles el pensamiento de lo que debe ser la diócesis, la parroquia y la pequeña comunidad de base. De la diócesis, dice la misma palabra del Concilio: "En la Iglesia particular -o sea en la diócesis formada a imagen de la Iglesia Universal, se encuentra y opera verdaderamente la Iglesia que es una, santa, católica y apostólica".
Comunión con el Obispo. Si Cristo vive y se hace sensible en la persona del Obispo para toda la diócesis, la diócesis tiene que ser una unidad en su obispo. ¡Nada sin el Obispo! Por eso dije antes: reconozco mis limitaciones y mis miserias, pero no puedo renunciar al papel que Cristo me ha encomendado: de ser el signo de la unidad, de la doctrina, de la verdad de la Iglesia en la Arquidiócesis. Por eso me duele cuando hay tantos sentimientos disidentes no sólo en los laicos cuya ignorancia se puede comprender cuando son enemigos de la Iglesia y serviles de otros ídolos interesados en la tierra. Pero es doloroso cuando esa disidencia se anida en el corazón de quien debía ser colaborador íntimo, cordial del Obispo... Yo sé con tristeza que algún sacerdote se avergüenza de pronunciar mi nombre en la oración de la misa, donde es obligación de todo sacerdote, como signo de unidad con su obispo, pedir nominalmente por su obispo. Si alguien no tiene ese sentimiento de solidaridad ¿qué está haciendo en la diócesis?..... Y me duele no porque sea a mi persona el desprecio, la calumnia, el campo pagado, el chiste sin gracia; todas estas ofensas las toleraría con gusto si no fuera más que un simple hombre, pero cuando San Pablo dice: "Nuestra capacidad nos viene de Dios que nos ha capacitado para ser servidores de una alianza nueva", entonces pienso que la disidencia, el desprecio, no es a un hombre, es al mismo Dios. Y Dios quiera, el Señor no pida cuenta de este desprecio y esta falta de amor.
Esto nos lleva que en la Iglesia tenemos que vivir sentimientos de confianza en Dios. Lo que nos da la serenidad en nuestro trabajo es Cristo, el novio de la Iglesia, que construye el amor de su Iglesia; es el espíritu de Cristo, espíritu de amor, el que está logrando unir a todos los hombres de buena voluntad porque estamos haciendo Iglesia.
Yo quisiera reafirmar esto, queridos hermanos: lo que hacemos en la Arquidiócesis no es una rivalidad contra nadie, yo no quiero ser un anti, un contra de nadie; simplemente quiero ser el constructor de una gran afirmación, la afirmación de Dios que nos ama y nos quiere salvar. La Iglesia no es otra cosa más, que como dijo Puebla del matrimonio: un signo del amor de Dios en el mundo. Y si la familia es eso, es porque refleja a la Iglesia y la Iglesia es la gran familia que refleja el amor de Dios. Construir esa unidad, esa autenticidad de la Iglesia, verdadera novia de Cristo, es la alegría del Pastor que quisiera para Cristo todo el amor, todo el homenaje, toda la solidaridad. Y si en algo empaña mi pobre presencia humana, como Juan Bautista les digo: debo desaparecer para que crezca él, el novio de la Iglesia, al que yo no tengo que hacerle ninguna rivalidad, sino simplemente servirlo con humildad y con amor y alegrarme de que gane el corazón de su Iglesia.
Es aquí donde yo quisiera ahora recordar, que esta Iglesia donde Cristo vive como novio, como esposo, no es una Iglesia abstracta. Yo quisiera que sintieran como presencia de Cristo lo que ha sido la historia de esta semana dentro de nuestra Iglesia. Por ejemplo:
Con gran agradecimiento para los periodistas de la prensa, de la televisión y del radio, quiero referirme a la conferencia de Prensa donde el tema era darles una noticia de lo sucedido en Puebla pero donde surgieron otras preguntas de la vida de la Arquidiócesis. Tengo buena impresión de la acogida y de los reportajes que se dieron de esa entrevista invitada con verdadera cordialidad de amigo.
¡Les agradezco!, solamente quiero aclarar el énfasis que han puesto, al dar la noticia, en el diálogo con el Gobierno. Quiero decirles que no he dicho nada nuevo. "Orientación" ha sido fiel en transmitir mi pensamiento cuando ha dicho sobre ese punto: "En cierta ocasión -dije yo- expresé al mismo Señor Presidente las condiciones para un diálogo entre la Iglesia y las autoridades: crear un ambiente de confianza, que cesen las capturas arbitrarias, los cateos, los atropellos; porque yo no busco un diálogo de ventaja personal. Lo que a mí me interesa, es que sea en servicio del pueblo que sufre y por eso mientras no haya una garantía, de que va a ser este dialogo en verdadero beneficio del pueblo, abriendo un ambiente de confianza y de credibilidad, todo lo demás será de apariencia mientras no mire yo una realidad concreta que gane mi confianza y que anuncie el cambio de esta situación". Eso es lo que yo he dicho...
También a este respecto, quiero aclarar un titular de la Crónica del Pueblo: "Iglesia y ANEP abren diálogo". Diré lo mismo, el mismo criterio, o sea, que el mismo periódico menciona al final cuáles son los criterios. Estoy plenamente abierto al diálogo con el Gobierno, con ANEP, con cualquiera; valor o fuerza en el país; porque siento la angustia de esta situación y la Iglesia, que indignamente represento, quiere llevar su granito de arena a la solución, pero quiere encontrar un ambiente apropiado a sus propuestas del Evangelio. Al hablar, pues, de este diálogo con ANEP, recuerda La Crónica del Pueblo los criterios que debían de ser los que iluminaran un verdadero diálogo. Dice: "El Arzobispo, en sus homilías, alude con frecuencia a la injusticia institucionalizada en el país, criticando con lenguaje franco y directo tanto al gobierno como a los sectores económicamente poderosos del país, reclamando justicia para los sectores más explotados, particularmente del agro salvadoreño". Este es el criterio también, y quiero decirle al pueblo que no quiero perder la credibilidad y la confianza que el pueblo ha puesto en la Iglesia, a no ser que se trate de ganar un beneficio muy grande del bienestar del pueblo. Pueden estar muy seguros de ello...
Nuestra comunidad Iglesia, en el ambiente arquidiocesano, ha reunido ya -quizás la primera junta que ha tenido-, la Comisión de Pastoral. Es una representatividad de las diversas Vicarías para planear y realizar nuestra pastoral en toda la diócesis.
Les voy a pedir oraciones para la tanda de ejercicios espirituales del clero en la primera semana de Cuaresma del 5 al 9 de marzo. Y valga esto también, de invitación a todos mis hermanos; sacerdotes que aún no han hecho sus ejercicios como yo tampoco los había hecho. Vamos a hacerlos esta semana.
Quiero expresar un sentido pésame al P. Sebastián Martínez, Somasco, por la muerte de su querida mamá, doña Teodora de Martínez.
En la vida religiosa, ayer tuve el consuelo de asistir a una reunión -quizás más de 300 religiosas y religiosos- para conocer noticias de Puebla. Hay un espíritu muy bueno para acoger las iniciativas pastorales que han de marcar el paso de nuestra Arquidiócesis. Gracias a Dios, Puebla no es más que un impulso en nuestra marcha que ya hemos emprendido, porque Puebla es un paso en la línea de Medellín, y Medellín y el Concilio Vaticano II han inspirado la pastoral en nuestra Arquidiócesis.
En la vida religiosa tengo que señalar el cambio de directora en el Colegio Guadalupano, y saludar a la Madre Esperanza Madrigal Duarte, que en sustitución de la Madre Lucila, regirá los destinos de ese Colegio.
Un recorrido por las comunidades parroquiales, nos da esta semana esta hermosa visión:
En Tamanique el domingo pasado, 30 catequistas autorizados para llevar la comunión a sus cantones. La preparación de la Madre Juanita fue muy eficiente.
En el Centro de promoción "Ana Guerra de Jesús", se inauguró un nuevo año de labores. Se trata de promover a las señoras del mercado.
En la Parroquia de El Carmen, siguen con entusiasmo reuniéndose los encuentros conyugales. Allá tuve la felicidad de participar en la vida de esta pastoral matrimonial.
En la Parroquia de El Calvario, en Santa Tecla, se realizó un cursillo de Iniciación Cristiana, de todo el Departamento de la Libertad.
Igual curso de formación catequista, se tuvo en la Parroquia del Dulce Nombre de María, en Chalatenango.
Fiestas patronales en San Matías y la Palma.
También la fiesta patronal de Arcatao merece una referencia especial. Era el 2 de febrero, pero los retenes de los cuerpos de seguridad impidieron la libertad de la Iglesia: de celebrar sus fiestas, y privaron al pueblo de su legítimo derecho a las alegrías populares. Una falsa información hizo creer a las autoridades, ridículamente, que no era una fiesta patronal, sino que era un movimiento subversivo y se impidió llegar hasta Arcatao a los que iban a celebrar esta fiesta. Por eso se trasladó al sábado 17 y, aún entonces, hubo nuevas muestras de desconfianza: registrando sacerdotes y religiosas. Ante esto, yo pregunto: ¿Es esta la libertad que se da a la Iglesia? ¿No es esto persecución de la Iglesia?
Iguales muestras o consecuencias de persecución las de San Antonio Abad: la Madre Chepita fue llevada a Bélgica por decisión de la Superiora General, en vista de que el Gobierno pone muchas dificultades a su residencia y a su trabajo pastoral.
Una nota feliz: en Tonacatepeque, fiesta centenaria el domingo pasado, se escogió como símbolo a una viejita de 114 años: Sebastiana Jiménez; la cual, al recibir de las autoridades civiles una coronita de laurel, dijo: que no era ella quien la merecía, sino yo, y que la iba a traer al Arzobispo..... Yo tuve la emoción de recibir a esta ancianita acompañada de otras jóvenes, y que me pusiera ella misma la corona en mi cabeza para luego depositarla en el altar. Hoy les suplico, que en esta misa, oremos mucho por ella porque la emoción de aquella ancianita me pareció un reflejo de aquellos ancianos que en Jerusalén saludaron la redención del Cristianismo: El anciano Simeón y la anciana Ana.
Zacamil celebra hoy 10 años de trabajo de Comunidades de Base. El acto principal será a las 4 de la tarde, una misa en el Externado San José. Quedan invitados para felicitar este esfuerzo de aquella parroquia que cultivan los sacerdotes belgas y, a los cuales el Arzobispo les da también, plena garantía.
En la Parroquia de San Jacinto, esta noche, habrá cambio de párroco. Será nombrado el nuevo párroco P. Eduardo López Molina.
En el Hospital de la Divina Providencia: el jueves, como todos los primeros de mes, a las 5 de la tarde, tendremos la hora santa.
Y una invitación muy especial que ya la hice al principio y la repito aquí: la inauguración de la Cuaresma el próximo miércoles a las 71/2 de la noche, en la Iglesia de El Corazón de María, en la Colonia Escalón.
Estas son las comunidades, hermanos, y yo, al mencionar estos nombres, iba pensando: en Corinto, en Efeso... Porque lo que Pablo decía a sus comunidades, yo lo puedo decir también, ahora con las palabras de Pablo, a nuestras comunidades parroquiales de base: que Cristo está ahí, que es obra de Cristo lo que ahí se está haciendo y que, por tanto, como Puebla, invita a estas Comunidades Eclesiales de Base, las anima porque dice: "integran familias, adultos, jóvenes, en íntima relación interpersonal en la fe. Son comunidades de fe, esperanza y caridad".
Son palabras de Dios, las que animan esas comunidades y yo quisiera decir al Gobierno: que me las respete, que sepa que allí se alimenta en la palabra de Dios una conciencia que naturalmente no es una conciencia que se adormece, es una conciencia crítica, pero con una crítica del Evangelio.
Son comunidades que no se pueden detener. Y a lo largo de todo el continente, los obispos en Puebla, nos hemos propuesto a no detener la marcha en la creación de este pueblo de Dios, que se cimente sobre la Palabra de Dios, sobre los sacramentos y que vaya siendo verdadero fermento en la liberación de nuestros países.
Remiendo nuevo paño viejo, vino nuevo en odres nuevos.
Aquí me valgo de la última comparación del Evangelio que Cristo nos ha propuesto hoy: "Nadie le echa remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto -lo nuevo de lo viejo- y deja un roto peor. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque revientan los odres, y se pierden el vino y los odres: a vino nuevo, odres nuevos". ¿Qué son los odres? Son unas bolsas de cuero que en aquellas regiones donde se produce el vino, guardan vino. Pero esos odres cuando envejecen, se tuestan, se quiebran y con el vino nuevo se revientan, estallan. Por eso Cristo toma esa comparación del remiendo de una tirita nueva en un vestido viejo, acaba por romper más al vestido viejo, y el vino nuevo en odres viejos, los revienta. Por eso Cristo no es amigo de remiendos. La Iglesia, su novia, tampoco le gustan los remiendos y por eso, denuncia cuando no sólo no se hacen remiendos, sino que se deja que el manto se siga rompiendo y los odres se sigan pudriendo.
La situación en nuestro país la refleja la semana que acabamos de vivir. Y es una semana, también, de muchas esperanzas pero también de muchas lamentaciones.
Me da gusto recoger las impresiones del nuevo rector de la Universidad, el Dr. Eduardo Badía Serra, de encaminar la Universidad a ser un centro de estudios que responda a las legítimas aspiraciones de la comunidad universitaria. Y nosotros diríamos: la Universidad tiene que ser también un mirador de todos los horizontes de los problemas de la patria. Hermanos, conozco al Dr. Badía Serra y espero que encontrarán sus sentimientos y su capacidad, una sólida colaboración. Como Pueblo de Dios, ayudémosle, por lo menos con nuestras oraciones.
También me llena de esperanzas que las noticias dicen que se inició el reparto de 37,000 manzanas de terreno. Lo dije el domingo pasado pero lo repito hoy, para desear, que este proyecto de política agraria sea como el Señor Presidente lo ha dicho: "...realizar esa labor teniendo presente nuestro deber como dirigentes de la promoción de la dignidad del hombre, pensando siempre en el hombre mismo". Sin distinciones político-partidista, tal como la Iglesia señaló el domingo pasado.
Han continuado, por otro lado, las denuncias sobre anomalías laborales en el campo, en la industria.
El peón de construcción José Macario Miranda tiene ya 16 días de detención. Su familia está angustiada y en nombre de ella pedimos que se le remita a los tribunales o se le deje en libertad pronto.
Empleados de ferrocarriles nacionales, también se quejan del incumplimiento de una promesa del aumento de salarios.
Hay denuncias de muchas capturas:
- En Chalatenango: José Santos Martínez González, de Cancasque; también Sabino Molina, de Cancasque.
- En Cinquera: Paula Mijango, Mamerto Flores y Pantaleón Flores.
- En Sensuntepeque, Las Marías: Juan Antonio Fuentes.
- En el Barrio de Lourdes de nuestra capital, el obrero Oscar Armando Interiano.
Fue asesinado el campesino: Luis Antonio Alas.
Se quejan también en Tutunichapa de un cateo indiscriminado. En aquellas pobres chozas se oyó una voz que dijo: "Vivimos miserablemente, sin ninguna esperanza y aún se nos persigue como criminales de guerra. Es un delito ser pobres en El Salvador..."
Se acusa de arbitrariedad ilegal el que por segunda vez se haya frustrado el jurado de los reos Juan José Martel y José Alberto Landaverde, que debía efectuarse el viernes en Santa Ana, donde guardan prisión ya desde hace dos años. Transmitimos a la Suprema Corte de Justicia estas anomalías que hacen tanto mal a tantos salvadoreños.
Lamentamos de nuevo la muerte de los hermanos José Heriberto Guzmán Córtez y José Leon Magno Guzmán Cortez. Ya la mencionamos el domingo pasado, pero lo repito hoy agradeciendo un boletín informativo que me envió el Sr. Director de la Guardia Nacional, y para aclarar que lo que yo dije el domingo pasado, fue leer la noticia que salió en el Diario El Mundo. Me remití al relato del reportero que describía el hecho delictivo de la cruel muerte de los dos hermanos Guzmán.
Esta realidad es la que llamaríamos, en la palabra de Cristo esta mañana: vestidos viejos, odres viejos que Cristo viene a renovar.
- Jesús no viene a remendar sino a recrear... el vino nuevo signo de los nuevos bienes mesiánicos, no cabe en estructuras viejas. Si se usa la comparación de Cristo, tengamos en cuenta que los discípulos de Juan, querían conservar las costumbres del ayuno de la ley de Moisés, y Cristo viene a traer algo superior a la Ley de Moisés, por eso dice: no vamos a poner los ideales del cristianismo en los moldes de la religión mosaica. Todo es evolución en la vida. La Iglesia se renueva. No podemos conservar tradiciones viejas que ya no tienen razón de ser. Mucho más aquellas estructuras en las cuales se ha entronizado el pecado y desde esas estructuras: se atropella, se hace injusticias, se cometen desórdenes. No podemos calificar de cristiana una sociedad, un gobierno, una situación, cuando en esas estructuras, envejecidas e injustas, nuestros hermanos sufren tanto.
Es necesario, entonces, como decíamos el domingo pasado en el Mensaje de Puebla, abrir de par en par las puertas a Cristo, el odre nuevo del Evangelio; las estructuras justas y santas que el Señor trae. No una legalidad que oculte injusticias, sino unas estructuras donde la justicia de Dios encuentre el cauce para que todos los salvadoreños podamos vivir a la luz de Cristo: la paz, la alegría, el amor que El nos ha traído.
No se vive como novio y novia en un hogar donde existieran problemas como los que existen para la religión de Cristo, en nuestra Arquidiócesis. No existe un amor de confianza para amar a Cristo cuando se es empleado, o se trabaja, o se vive en estructuras o legalidades que se oponen a la libre expresión del amor al Señor. Y si el novio y la novia son capaces de todo por realizar su amor, y si Cristo es novio de esta Iglesia, que es la Iglesia en El Salvador, fomentemos este amor, hermanos, y hagamos que el novio Cristo se encuentre a gusto en esta casa que debe sentirla como suya; y que nosotros también logremos una Patria desde donde nuestro amor a Cristo se expanda con la alegría y la ternura de una novia que se siente comprendida. Así sea...
ÍNDICE GENERAL | CICLO B | ANTERIOR | SIGUIENTE |