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DON SERGIO, OBISPO DE LA IGLESIA DE LOS POBRES
En el 2015 la iglesia católica celebró el 50 aniversario de la culminación del Concilio Vaticano II, acontecimiento que marcó un hito en la historia de la fe cristiana.
En el epílogo de esa reunión internacional, un conjunto de obispos procedentes de diferentes países del mundo, inspirado por lo dicho y sobre lo que se había deliberado y argumentado se reunió en las catacumbas de Domitila para firmar el documento que actualmente se conoce como El pacto de las catacumbas (16 de noviembre de 1965), un discurso religioso, que ha sido considerado uno de los antecedentes de la teología de la liberación que surgió en América latina en 1969, que con la mira puesta en el futuro, se centra en la misión de los pobres en la iglesia, orientada por una nueva actitud pastoral.
Este Pacto[1] fue el legado subversivo del Concilio Vaticano II, con él los obispos se comprometieron a caminar con los pobres, aquellos en los que se encarna y realiza la Misión del Evangelio; y al signarlo unos después de una eucaristía en la catacumba[2] de Domitila[3] y otros posteriormente, ratificaron su voluntad de vivir de manera sencilla, renunciaron no sólo a los símbolos de poder, sino al poder en general para retomar la lucha por la economía, contra la marginalidad y la opresión.
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