Se encuentra usted aquí
Día a día con Monseñor Romero. Libro II. Monseñor Romero - Hombre de Dios.- 11
62. Proclamar el Reino de Dios con valentía
Solo puedo copiar la cita: “Si uno vive en un cristianismo que es muy bueno, pero que no encaja con nuestro tiempo, que no denuncia las injusticias, que no proclama el Reino de Dios con valentía, que no rechaza el pecado de los hombres, que consciente por estar bien con ciertas clases, los pecados de esas clases, no está cumpliendo su deber, está pecando, está traicionando su misión”. Lo dijo el 21 de agosto de 1977.
Ahora que nos estamos acercando al 37 aniversario de su martirio y se está hablando de su pronto canonización, esta cita se hace bastante actual y exigente. Si uno anda en las celebraciones martiriales, en los aniversarios del mártires, en todo tipo de procesiones (con pancartas, con grandes fotos, banners,…), y NO PROCLAMA EL REINO DE DIOS CON VALENTÍA (rechazando el pecado de los hombres, de las clases de poder y de riqueza), NO ESTA CUMPLIENDO SU DEBER, ESTA TRAICIONANDO SU MISION. Realmente empiezo a sentir lo mismo que se me sucedió hace dos años con la beatificación de Monseñor Romero. Se está haciendo lo contrario de lo Monseñor Romero hizo.
63. Buscamos despertar el sentido de la dignidad
La reflexión en las comunidades es interpretada por Monseñor Romero como “maduración de la fe que vamos buscando, despertar el sentido de dignidad del hombre, de la familia, decirle al hombre que se promueva cristianamente, que viva él su propio destino, lo construya con sus propios esfuerzos.” Madurar la fe significa asumir su plena responsabilidad para con su propia vida y la de los/las demás (la comunidad, el pueblo, ..). Monseñor deja bien claro que madurar en la fe no es un asunto de ritos u oraciones, procesiones, cantos,…. sino, la fe madura se expresa, se concretiza en asumir la plena responsabilidad por la vida, el entorno, el medioambiente, la vida del pueblo,…. Por supuesto que los ritos religiosos (en todas sus formas) pueden y deben ayudar para lograr esa verdadera maduración de la fe.
Una de las tareas constantes en las comunidades es despertar permanentemente “el sentido de la dignidad humana”. Las dificultades son tan grandes, las decepciones son tan fuertes, las frustraciones pueden llegar a desanimar tanto, que hasta perdemos “el sentido de la dignidad”. Un constante proceso de reflexión crítica animadora y positiva sobre la vida, la sociedad, la iglesia, la historia actual, el medioambiente,….. para que a partir de la motivación evangélica podamos asumir nuestro futuro.
La lucha de más de 10 años por una legislación que prohíbe la minería metálica en El Salvador, puede y debe alegrarnos, y sobre todo motivarnos para seguir luchando por la dignidad de nuestro pueblo, por nuestros derechos fundamentales por ejemplo al agua (saludable, abundante, para todos y todas,..).
64. ¿Cómo debe ser la catequesis de nuestro tiempo?
Monseñor Romero está preocupado por la catequesis, en este caso de niños, niñas, adolescentes, jóvenes. Se acuerda de como se atraía hace tiempo al catecismo con dulces y estampitas. Está consciente que los tiempos han cambiado. Menciona la TV, el cine, los medios modernos…. Y aún no teníamos tanto acceso a computadoras, internet, Facebook, celulares, tablets,…… Los tiempos han cambiado mucho…. De verdad. Monseñor espera que los procesos de catequesis lleven hacia “una fe madura” que se hace “una esperanza muy grande en nuestro tiempo”. Esto es el objetivo de la catequesis de primera comunión, de confirmación, de escuelas dominicales, de todo tipo de formación de fe con niñez y juventud.
Y el contenido debe ser el mensaje de Dios al mundo para “hacer a los hombres divinos”. Esto debemos entender bien. En primer lugar al hablar Monseñor de “hombres” quiere decir “hombres y mujeres”. Hoy nos hubiera hablado así. “hacernos divinos” tiene que ver con hacernos ciudadanos del Reino de Dios, que es el Reino de justicia, libertad, fraternidad, justicia, verdad, vida, misericordia,…… El mensaje de Dios, la revelación divina, tiene que ver con la realidad, la historia, el medioambiente, el planeta, la vida…… y nos convoca a “vivir como imágenes de Dios”, pero de ése Dios, no de los dioses falsos (poder, riqueza, organización, placer,..).
Hace unos años vi el cuestionario de una prueba de catequesis para la primera comunión. Me daba lástima!!! Los niños aprendiendo de memoria los dos credos, unas cuantas oraciones generales,….. ¿Esto es la catequesis que Monseñor Romero promueve? Preguntémonos si estamos haciendo todo lo posible para que la fe pueda madurar de tal manera “hay esperanza muy grande en nuestro tiempo” para nuestro pueblo?
65. Valemos mucho porque somos criaturas de Dios.
Si un obispo dice el miércoles de ceniza que ante los ojos de Dios no valemos nada, entonces no ha leído suficientemente el mensaje de Monseñor Romero, no lo ha comprendido. “yo valgo mucho, tú vales mucho, todos valemos mucho, porque somos criaturas de Dios”. Hemos sido creados a imagen de Dios mismo… ¿Cómo es eso que no valemos nada ante los ojos de Dios?
Monseñor nos recuerda que humildad de la persona creyente y orante tiene que ver con humildad de asumir de lleno y de verdad la misión que Dios mismo nos da en la historia. ¿Somos capaces de decir con María, la humilde, “ha hecho en mi cosas grandes el Poderoso”? Monseñor ha sentido en su propia vida como ha sido necesario ser tremendamente humilde para asumir la misión, el ministerio que Dios le había dado en aquel momento de la historia de nuestro pueblo. En el silencio de la oración nos toca “analizar nuestras cualidades, potencialidades y reconocerlas”, porque Dios nos está llamando a ponerlas al servicio de su Reino. Es por eso que valemos mucho, porque cada uno/a es imagen de Dios, criatura de Dios. El creador espera muchísimo de cada uno/a.
66. Ver desde el límite de mi grandeza, la infinita grandeza de Dios
Monseñor Romero reconoce sus propios límites, sus pequeñeces, sus debilidades y flaquezas, mientras está consciente de la gran misión que Dios le ha dado. Desde ahí vive agradecido y sabe orar “sin Ti no soy nada”. Nosotros no somos dioses, aunque no faltan jerarcas y líderes políticos que actúan de tal manera, pensando que son dioses, dueños de todo, sin límites, todopoderosos. Para no caer en las trampas, en las tentaciones (de considerarnos dioses, pequeños o grandecitos) es necesario ponernos de pie ante el Dios de la Vida. Reconocer nuestras limitaciones es importante para poder recibir en responsabilidad la gracia que Dios nos da para servir en la construcción de un mundo diferente, un pueblo diferente, una comunidad diferente. Gracias al resplandor de la Luz de Dios, podemos ver más claro nuestros hilos grises y negros, que siempre estarán presentes, y podemos trabajarlos. Solo nos toca cumplir la misión, y el resto está en las manos de Dios.
67. Sentirme necesitado de Dios
Si uno (ya) no se siente “necesitado” de Dios, está perdido. Es decir, si nos olvidamos de la fuente de agua viva desde donde nacimos y que nos alimenta constantemente, estamos perdidos. Si nos olvidamos que somos creados para ser imagen de Dios, trataremos de ser como diositos, dioses de bolsillo, mandamases, sabelotodo y sabelotodomejor, dominantes ante otros, nos imponemos, nos hacemos dueños de la verdad,….. Necesitamos a Dios como una Luz constante para iluminar el horizonte que nos orienta, como fuente de confianza hasta en los momentos más oscuros de la vida, como fuerza y fortaleza especialmente en los momentos de debilidad, duda, desconfianza, falta de amor,…. Solamente así seremos capaces de “inspirar en la sabiduría de Dios nuestra propia sabiduría”, para que no hagamos nuestra voluntad (nuestro capricho, nuestro deseo,…) sino la voluntad de Dios. Nos toca “desarrollar nuestras capacidades” a la luz de Dios, para servir en el Reino.
Pero nos cuesta…… Preferimos ser nuestra propia luz, nuestro propio criterio, nuestro propio “señor”, “diosito”. Me cuesta “sentirme necesitado de Dios” y pedirle humildemente las fuerzas, la sabiduría, la valentía, la creatividad,… para ser instrumento en sus manos. Cuesta.
68. Creamos en el amor
Parece algo evidente “creer en el amor”, sin embargo las estructuras sociales, económicas, políticas, … no son la cristalización de “creer en el amor”. La mentira (propaganda, desinformación, media verdades, lecturas desde los intereses de la oligarquía o desde el imperio,..) está institucionalizada. La injustica es la norma institucionalizada tanto en el sistema económico como judicial. No es el amor al prójimo que hace que el capital sea invertido, sino la ansiedad de hacer más ganancias. No es el amor que motiva al juez a actuar y decidir, sino el poder que está detrás (muerde solo al descalzo). La información que tenemos sobre la violencia familiar, nos hace dudar acerca del amor en las parejas y sus familias.
Creer en el amor tiene que ver, según Monseñor Romero, con “dar el verdadero pan de la dignidad humana”. Tiene que ver con dar “el verdadero despertar de una conciencia digna”. Ese amor es requerido por la patria, para que cada salvadoreño/a pueda vivir dignamente. Hoy, amor al “beato Monseñor Romero” no es una cuestión de celebraciones, memoria del pasado, ni de actos culturales, sino de seguimiento: vivir, amar como amó Monseñor Romero, amar a quienes amó Monseñor Romero. Escribe Mons. José Luis Alas en su II carta pastoral: “Fiestas y celebraciones en memoria de ellos, no son suficientes si ignoramos y no imitamos su misión”.
- Inicie sesión para comentar