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NAVIDAD: DIOS CON NOSOTROS
Con grandes titulares, el diario “La Segunda” del miércoles 26 de diciembre señala que las ventas navideñas crecieron en torno al 10%. “Navidad es el período del año en el que, por lejos, más vende el sector retail”. (…) “El más grande de la industria, Falabella, dice que “fue una buena Navidad, crecimos respecto al 2011…”. (…) En Cencosud, “en el formato de tiendas por departamentos, el crecimiento de las ventas de navidad fue de dos dígitos, entre un 10% y un 15%”. En ABCDIN, “… las ventas estuvieron lideradas por telefonía…”. En Ripley “también aseguran haber tenido “una muy buena Navidad, con ventas diarias históricas los días previos”.
¿Es el comercio el que indica el significado de la Navidad, es decir, de la presencia de Dios en la historia de la humanidad?
La Navidad recuerda la declaración de Cristo: “El Reino de Dios ya ha llegado”, no obstante haber habitado en medio de las desigualdades. El criticó el patriarcalismo de su época, afirmando que la dominación debía ser sustituida por el mutuo servicio. También se opuso a la discriminación de la mujer, así como acogió a los niños y enfermos, que eran los más débiles y vulnerables. Cristo se identificó con su pueblo entonces despreciado y bajo dominio imperial, para presentarles el Reino de Dios, que no es sino la justicia social para liberar de todo lo que deshumaniza. Es la respuesta de Dios ante el sufrimiento humano, pues El quiere el bien para todos.
En consecuencia, en el mundo que dice seguir a Cristo, no puede haber ricos viviendo a costa de los pobres. La concentración de la riqueza priva a la mayoría de lo necesario para vivir.
El Reino de Dios exige respuestas audaces y eficientes, que sean capaces de transformaciones desde la raíz, lo que no es otra cosa sino buscar lo que puede hacer bien a las personas. Esto significa dejar de la do el vivir encerrados en sí mismos, enajenados con las ofertas publicitarias, adorando “becerros de oro” y siendo indiferentes al dolor del mundo.
El Reino de Dios es el inicio de la destrucción del odio y de la enemistad entre los hombres. Ello incluye amar a los enemigos, lo que no consiste en el afecto hacia el que hace el mal, sino en hacer lo que es bueno para aquél, lo que implica decir la verdad, hacer justicia y superar la impunidad de los males cometidos.
Allí está Dios, esto es, en la experiencia que transforma y hace vivir una vida digna y justa para todos. Es ésta la vida de fe: el promover la justicia y vivir en libertad. Es la defensa de la vida y el auxilio de las víctimas.
Dios no está en un sistema religioso ni en beneficios para aliviar la conciencia, porque la injusticia, el abuso, la pseudo solidaridad, constituyen la destrucción del Reino de Dios.
Dios es la transformación del mundo bajo el compromiso y la responsabilidad de humanizar la vida, no en el culto, sino donde se va haciendo realidad su voluntad de justicia entre los hombres. La concentración de la riqueza y del poder, así como la cultura enajenante producen miseria y ésta es contraria a los planes de Dios.
Es por ello que no es posible promover el Reino de Dios y su justicia sin padecer los efectos de la persecución de quienes se oponen a los necesarios cambios estructurales.
Es éste el sentido de la Navidad y que se debería expresar en las homilías, enseñar en los colegios y Universidades, transmitir por radio y televisión, dialogar en las comunidades eclesiales, antes que los balances y “orientaciones” de la Cámara Nacional del Comercio.
Hervi Lara
/ Comisión Etica contra la Tortura (CECT-Chile).
27-12-12.
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