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*50 AÑOS DEL MENSAJE DE CAMILO A LOS CRISTIANOS*

Autor | Autores: 
Fernando Torres Millán

NOTA: este artículo fue publicado por su autor el 26 de agosto de 2015, por su actualidad y en vísperas del 50 aniversario de la muerte de Camilo, lo publicamos aquí:

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Hoy (26 agosto 2015) hace 50 años, las calles bogotanas conocieron el primer número del periódico del padre Camilo Torres, el *“Frente Unido”*, cuyo titular de primera página fue precisamente el *“Mensaje a los cristianos”*, el primero de una serie de doce que se publicarán paulatinamente en los números siguientes. De esta manera, no solo se inauguraba un periódico, sino también un nuevo estilo de comunicación y educación popular a través de “mensajes”. El *“Mensaje a los Cristianos”* representa una nueva manera de hacer teología política y de hacerla pública. Bien podemos señalar este mensaje y esta fecha como inaugural de la teología de la liberación en nuestro país.

En apenas página y media sintetiza una profunda ruptura en el cristianismo dominante hasta el momento. Dicha ruptura expresa una manera revolucionaria de vivir la fe y a la vez una profunda crítica al modelo social y económico imperante.

El mensaje se centra en las siguientes ideas:

1.   En los momentos cruciales de la historia de Colombia el pueblo cristiano debe estar firme alrededor de las bases esenciales de su fe, de tal manera y en tales circunstancias deja de ser presa de la “mucha confusión”. Es un llamado a volver, recuperar y restaurar permanentemente esas “bases esenciales” que parecen perdidas y desvirtuadas, y desde esas bases recuperadas aportar lúcida y críticamente a la transformación del país.

2.   Apoyándose en la Carta de Pablo a los Romanos afirma categóricamente que lo esencial del cristianismo es el amor al prójimo y que tal amor, para ser verdadero, debe ser eficaz. Este es el criterio superior para “cumplir la ley”. La projimidad no es asistencialismo o beneficencia sino transformación de las estructuras de la sociedad si se quiere alcanzar el bienestar de las mayorías. Es cumplimiento de la ley, que a diferencia del capitalismo, no mata sino que produce vida en términos de educación pública gratuita, vivienda digna, soberanía alimentaria, bienestar social, felicidad humana. Producir estos medios eficaces del bienestar de las mayorías es lo propio de la política del amor.

3.   La práctica política y económica de las minorías privilegiadas en Colombia han sido tradicionalmente contrarias al principio cristiano del amor eficaz pues no busca el bienestar de las mayorías sino la perpetuación y reproducción de su condición de minoría privilegiada. Y para que esto sea así, no solo se valen del ejercicio del poder político a favor de sus intereses sino que también promueven, enseñan y patrocinan el asistencialismo como “la” manera cristiana de practicar el amor al prójimo.

4.   Aboga por el traspaso del poder de manos de las minorías privilegiadas a las de las mayorías pobres. Y en esto consiste la “Revolución”, en lograr un gobierno que asegure el bienestar de manera permanente “para la mayoría de nuestros prójimos”. Este cambio del poder con este fin se torna obligatorio para el pueblo cristiano que ve en ello “la única manera eficaz y amplia de realizar el *amor* *para todos*”. El poder político está orientado hacia un fin ético, la plenitud de la vida; y para que ello sea así requiere ser ejercido por quienes pueden asegurar tal fin: las mayorías pobres como sujeto político. Es lo que lo legitima política y teológicamente, que esté orientado hacia el amor para todos y que sea ejercido por las mayorías pobres.

5.   Entiende el sacerdocio cristiano como una “entrega a la Revolución por amor al prójimo”, lo cual quiere decir una primacía de la praxis política de transformación de la sociedad en el ejercicio del sacerdocio. Solo, en un segundo momento, una vez realizado el amor al prójimo, viene la acción cúltica de ofrenda al altar como plenitud de sentido del primer momento. El sacerdocio no es para el culto sino para hacer realidad el amor al prójimo mediante la revolución. El culto no es el centro del sacerdocio, como tradicionalmente se ha hecho creer, sino el complemento.

6.   El criterio ético y espiritual de toda acción política del pueblo cristiano es el de buscar el establecimiento de un sistema orientado bajo el principio del amor al prójimo. Deja entrever que tal sistema orientado por tal principio es el único que puede lograr el bienestar de las mayorías. Entiende por “prójimo”  quienes están sometidos a situación de hambre, desnudez e ignorancia, no de manera transitoria, sino permanente. Entiende por amor, la acción política que busca e instaura los medios eficaces para el bienestar de las mayorías, no de manera transitoria, sino permanente. Entiende la Revolución como el establecimiento de un sistema orientado de manera permanente por el principio del amor al prójimo.

7.    La construcción de un sistema así es una tarea a largo plazo. No es posible rápidamente, como quizá en algún momento lo pensara Camilo y su generación. Es un trabajo arduo, complejo, largo. Con razón que él mismo lo llamó “lucha” y tal lucha la caracterizó como “larga”, pues está en juego la formación de un modo distinto de vivir y existir humanamente. Tal horizonte ético-político es alcanzable, para lo cual se requiere “empezar ya”, en la cotidianidad de cada una y de cada uno. La política del amor eficaz es puesta a la altura y al alcance de la lucha de cada día, de cada hora, de cada ser humano.

Hoy, cincuenta años después, las calles de las ciudades y las veredas de los campos colombianos aguardan nuevos mensajes, que como aquellos de Camilo, despierte y movilice la conciencia y el sentimiento de fe en pos de las transformaciones que nuestro país y nuestra interioridad humana continúa necesitando y urgiendo.

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Bogotá, 26 de agosto de 2015

Camilo Torres

Mensaje a los Cristianos

Las convulsiones producidas por los acontecimientos políticos, religiosos y sociales de los últimos tiempos, posiblemente han llevado a los cristianos de Colombia a mucha confusión. Es necesario que en este momento decisivo para nuestra historia, los cristianos estemos firmes alrededor de las bases esenciales de nuestra religión.

Lo principal en el Catolicismo es el amor al prójimo. "El que ama a su prójimo cumple con su ley." (S. Pablo, Rom. XIII, 8). Este amor, para que sea verdadero, tiene que buscar eficacia. Si la beneficencia, la limosna, las pocas escuelas gratuitas, los pocos planes de vivienda, lo que se ha llamado "la caridad", no alcanza a dar de comer a la mayoría de los hambrientos, ni a vestir a la mayoría de los desnudos, ni a enseñar a la  mayoría de los que no saben, tenemos que buscar medios eficaces para el bienestar de las mayorías.

Esos medios no los van a buscar las minorías privilegiadas que tienen el poder, porque generalmente esos medios eficaces obligan a las minorías a sacrificar sus privilegios. Por ejemplo, para lograr que haya más trabajo en Colombia, sería mejor que no se sacaran los capitales en forma de dólares y que más bien se invirtieran en el país en fuentes de trabajo.

Pero como el peso colombiano se desvaloriza todos los días, los que tienen el dinero y tienen el poder nunca van a prohibir la exportación del dinero, porque exportándolo se libran de la devaluación.

Es necesario entonces quitarles el poder a las minorías privilegiadas para dárselo a las mayorías pobres. Esto, si se hace rápidamente es lo esencial de una revolución. La Revolución puede ser pacífica si las minorías no hacen resistencia violenta. La Revolución, por lo tanto, es la forma de lograr un gobierno que dé de comer al hambriento, que vista al desnudo, que enseñe al que no sabe, que cumpla con las obras de caridad, de amor al prójimo, no solamente en forma ocasional y transitoria, no solamente para unos pocos, sino para la mayoría de nuestros prójimos. Por eso la Revolución no solamente es permitida sino obligatoria para los cristianos que vean en ella la única manera eficaz y amplia de realizar el *amor para todos*. Es cierto que "no haya autoridad sino de parte de Dios" (S. Pablo, Rom. XXI, 1). Pero Santo Tomás dice que la atribución concreta de la autoridad la hace el pueblo.

Cuando hay una autoridad en contra del pueblo, esa autoridad no es legítima y se llama tiranía. Los cristianos podemos y debemos luchar contra la tiranía. El gobierno actual es tiránico porque no lo respalda sino el 20% de los electores y porque sus decisiones salen de las minorías privilegiadas.

Los defectos temporales de la Iglesia no nos deben escandalizar. La Iglesia es humana. Lo importante es creer también que es divina y que si nosotros los cristianos cumplimos con nuestra obligación de amar al prójimo, estamos fortaleciendo a la Iglesia.

Yo he dejado los privilegios y deberes del clero, pero no he dejado de ser sacerdote. Creo que me he entregado a la Revolución por amor al prójimo. He dejado de decir misa para realizar ese amor al prójimo, en el terreno temporal, económico y social. Cuando mi prójimo no tenga nada contra mí, cuando haya realizado la Revolución, volveré a ofrecer misa si Dios me lo permite. Creo que así sigo el mandato de Cristo: "Si traes tu ofrenda al
altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda" (S. Mateo V, 23-24).

Después de la Revolución los cristianos tendremos la conciencia de que establecimos un sistema que está orientado por el amor al prójimo.

La lucha es larga, comencemos ya...

Periódico “Frente Unido” Nº 1

Bogotá, 26 de agosto de 1965

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