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Leyendo la realidad de hoy a la luz de la Palabra de Monseñor Romero- 4
223.Espiritualidad de pobre
Monseñor habla aquí de “pobre evangélico”. Quienes viven en pobreza comprenden más que cualquier otra persona lo que significa “el hambre de la madre y del niño”. Monseñor incluye también a aquellos que saben “comprender y compartir”, quienes son solícitos y generosos, sin paternalismos, en pura fraternidad. Lo llama “espiritualidad de pobre”.
Cuando uno tiene oportunidad de visitar a familias pobres, recibe tanto, ya que la familia “comprende y comparte” hasta lo que tiene para medio sobrevivir. Eso es “espiritualidad de pobre”. Solamente las y los pobres pueden enseñarnos a cultivar esa espiritualidad. No es cuestión de la tan manipulada “pobreza en espíritu”. Se trata de vivir la fraternidad de manera muy concreta y cercana. Cuando una familia pobre invita a uno a sentarse (a veces en un banquito o un trozo de madera o una piedra) y hasta a compartir la tortilla y los frijolitos, o unas frutas, u ofrece agua o un cafecito, entonces está enseñando lo que es de verdad “espiritualidad de pobre”. De ellos dijo Jesús “felices los pobres”, porque viven la fraternidad solidaria. Cuántas veces hemos podido vivir esa gracia. En la mesa del pobre Dios mismo habla a uno y nos pregunta: ¿Aún no has comprendido que el Reino es “compartir”? Cuando Dios se hace pobre y habla por la boca del pobre y actúa a través de la hospitalidad del pobre, nos está invitando – de manera irresistible – a vivir esa espiritualidad de pobre, a ser también ese “pobre evangélico”.
Para quienes no somos pobres (tampoco “ricos”), es tan necesario aceptar la invitación de pobres de entrar a su casita, de sentarse, y recibir el compartimiento. Aprendamos a vivir esa “espiritualidad de pobres”.
224, Iglesia perseguida
“Una iglesia perseguida por su opción preferencial por los pobres y por tratar de encarnarse en el interés de los pobres.” Aunque tenemos un gobierno de izquierda (es decir, un poder ejecutivo en las manos de un partido de izquierda) vivimos siempre la cruel realidad del capitalismo neoliberal, el reino del mercado y de las finanzas. Una economía dependiente, especialmente de los EEUU, tanto para las exportaciones e importaciones, como para las remesas de los migrantes a sus familiares aquí. Es decir la máquina diabólica que produce pobreza y pobres sigue a todo volumen. No es así nomás que el gobierno de los USA invierte tanto en proyectos “de desarrollo”. Con todo esto también tiene al gobierno amarradito y quieto: no tocar nada al sistema económico!
Ante esta realidad llama la atención que la(s) Iglesia(s) no son perseguidas hoy. ¿Qué pasa con nuestra opción preferencia por los pobres= ¿Qué pasa con nuestra encarnación en la realidad diaria de las grandes mayoría? Alegra escuchar al arzobispo de San Salvador exigir a la asamblea legislativa una ley que prohíbe la minería en El Salvador, a aprobar la ley del agua,… Pero no avanzamos. ¿Por qué las iglesias no se juntan en una sola voz en defensa de los derechos de las y los pobres en este país? ¿Sería que tenemos miedo de ser perseguidos? Monseñor Romero dijo que se alegraba de la persecución a la iglesia por sus opciones por los pobres. Es evidente que las y los pastores de las iglesias no están (estamos) viviendo en pobreza. Monseñor Romero vivía en la sencillez de una vida pobre, así como lo habían hecho los obispos que firmaron el pacto de la catacumba al concluir el concilio Vaticano II. ¿Somos capaces de “interesarnos, movernos por la pobreza de nuestro pueblo como si fuera nuestra propia familia?
Recordando los años de persecución a la Iglesia (los años 70- 80), es duro. Pero era el tiempo que la Iglesia se encarnó de verdad en la problemática del pueblo pobre y oprimido. Hoy la situación económica no ha cambiado para la gente. Los proyectos solidarios son necesarios para suavizar el peso de la pobreza, pero no es solución y no es sostenible. ¿Sería que en las Iglesias hemos cerrado los ojos ante el hambre del pueblo? ¿Miedo ser perseguidos?
225. víctimas de la sociedad de consumo
Monseñor estaría asustado si observara hoy como la sociedad de consumo ha invadido aún más a las familias “pobres y clase media para abajo”: los celulares, smartphones, TV planos,…. Cosas que aún no existían en el tiempo de Romero. “querer disfrutar la vida aún sin tener lo necesario para subsistir”. La propaganda es una espada que destruye y mata. No cuesta comprar con crédito. No cuesta obtener una tarjeta de crédito. Y sin darnos cuenta estamos ahogándonos porque no podemos pagar ni las cuotas con sus altos intereses. El amor a la mamá pasa por el regalo comprado en “simán”. Claro en no pocos casos las remesas mensuales no son utilizados para mejorar la calidad de vida de la familia, sino para ser parte del consumismo. Un día miré a un joven con uno de esos nuevos smartphones… la mamá se apuró para decirme : “es que su hermano en los EEUU se lo ha regalado para su cumpleaños”. Un vecino con su pequeño negocio me comentó que ganaba suficiente para pagar las deudas, las cuentas mensuales y las tortillas.
Monseñor nos llama “víctimas” de esta sociedad de consumo. Realmente es monstruoso, porque en realidad somos una sociedad de pobreza para las grandes mayorías y de riqueza para la minoría. Sin embargo el sistema capitalista neoliberal nos mueve como quiere: consumir, consumir…. Como que hemos modificado el pensamiento[1] de hace unos siglos: “Consumo, entonces existe” Desde las Iglesias tendríamos que hacer permanente campaña “anti consumista”, “consumo consciente y razonable”.
226. Iglesia pobre
La pobreza de la misma Iglesia como condición para la evangelización. Cuando en el siglo IV la Iglesia obtuvo los beneficios del imperio romano, la iglesia cayó en la trampa del emperador. Se hizo rica, poderosa, con grandes edificios y catedrales (que eran parientes de los castillos y palacios imperiales), con obispos viviendo en lujo en “el palacios del obispo”,… El imperio puso sus medios al servicio de la Iglesia y la Iglesia cayó en la trampa: el movimiento pobre y sencillo, pequeño, perseguido,… de Jesús se convirtió pronto en una religión masiva, una religión oficial y “ay de quienes no eran cristianos”. Esa herencia llegó hasta hoy. Pero algunas nuevas iglesias (evangélicas) también se han hecho monstritos: con grandes “templos” (que más bien se parecen a teatros o a circo), con escuelas, con TV y radio propio, con medios de transporte propio, sus propios parqueos enormes, cuadras enteras, …. Recordemos aquel pastor que dijo a sus fieles que dios mismo le había dicho que levantara una nueva Iglesia, que era un buen negocio, que daba bastante.
Una de las consecuencias era y es, que en vez de evangelización (la buena nueva de Jesús para las y los pobres), promovemos doctrinas religiosas, ritos religiosos, mensajes de consolación y calma,…. La gente mira la riqueza, mira los bienes de la Iglesia, lo mira desde la pobreza. Recordemos el canto “templos que no se parecen a las casas del pueblo”.
Monseñor Romero nos pide que nos presentemos “pobre entre los pobres, pobre entre los ricos, para evangelizar a pobres y ricos”. Una Iglesia pobre…. No porque la pobreza es un ideal, sino porque el pueblo es pobre, porque el poder y la riqueza de pocos generan pobreza para las mayorías. La Iglesia, si quiere serle fiel a Jesús, debe ser una Iglesia pobre, sencilla, donde las y los pobres se sienten “en casa”, “en su casa” (tanto en el edificio, pero sobre todo porque son acogidos con brazos abiertos).
227: Una devoción liberadora
A un día de la fiesta del 15 de agosto, la Virgen del Tránsito, la asunción de María, estoy leyendo el # 227 donde Monseñor habla sobre la fiesta de la virgen del Carmen en julio. Las devociones de María tienen múltiples formas y expresiones en nuestros pueblos “catolizados” desde la llegado de los colonizadores. Creo que no pocas veces los pueblos – abandonados por sus pastores – desarrollaron sus devociones de María porque sienten en ella algo del amor maternal de Dios mismo. Por supuesto no podemos quedarnos con la preocupación por el arreglo con la imagen de la Virgen, sino que Monseñor Romero nos dice que María es “ante todo, una mensajera profética de Cristo”. Monseñor pide que nuestra devoción a la Virgen sea una devoción liberadora y por eso, nos pide que tomemos en serio el canto del Magnificat en el Evangelio según Lucas. Una devoción liberadora es la que nos hace “aprender de María la libertad con que ella hablaba”; una devoción liberadora que nos hace “dar la cara por Cristo” en el mundo de injusticias y cruces. María se quedó al pie de la cruz, no huyó!!!
Realmente creo que en cada fiesta Mariana las iglesias tendrían que leer y reflexionar a profundidad el texto del Magnificat (Lc 1,46- 55). Es responsabilidad compartida de pastores / sacerdotes / animadores-as de comunidades y las y los laicos, de abrir el evangelio y de leer, cantar, reflexionar este canto de esperanza. Una fiesta de la Virgen María sin el magnificat se convierte fácilmente en una dulzura religiosa que nos aleja de Jesús, su camino y el proyecto del Reino. Si el Magnificat de María nos alimenta seremos capaces de “estar a la par de los crucificados de hoy”, a recibirlos, a dinamizar los procesos de liberación de las y los pobres,…. María es, ante todo, - dice Monseñor – mensajera profética de Cristo.
[1] “Pienso, entonces existo”
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