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Reflexionando la realidad a la luz de Monseñor Romero - 8

Autor | Autores: 
Luis Van de Velde

Escuchar a Monseñor como luz en la historia de hoy exige que partamos de sus palabras.  Día a día con Monseñor Romero.     http://servicioskoinonia.org/romero/varios/RomeroOscar-DiaADiaConMonsRomero.pdf

Hacer nuestra propia reflexión y luego compartirla con otros/as... así aprendemos juntos/as a la luz del mensaje de Monseñor Romero. Compartiendo así otras siete reflexiones personales desde El Salvador, reflexiones para cada día.

247-2. Tenemos que respetar su memoria

En el mismo texto de su homilía del 23 de septiembre de 1979, Monseñor dice una frase que – cada vez cuando la leo o escucho – me pone de rodillas.   Dice que esos sacerdotes asesinados han dejado que les quitaran la vida, no han huido de sus responsabilidades pastorales con el pueblo, no han sido cobardes, se han situado en esa situación de tortura, sufrimiento, asesinato.   Digo que me pone de rodillas, porque mi salida de El Salvador en diciembre 1980, aunque era la petición de las CEBs en mi sector de San Ramón, y aunque era probablemente lo mejor, ha sido una huida. Monseñor habla de “cobardía”.  Es la herida – siempre abierta – de mi vida.  En abril 1979 Monseñor Romero me escribió (yo estaba en Bélgica) que regresara pronto para retomar el trabajo pastoral en la arquidiócesis.  Año y medio después salí.  ….  Varios años he vivido desconociendo la herida abierta.  Era hasta inicio de 2004 que Santiago de la CEB de Zacamil volvió a convocarme y más intensamente era en el XXV aniversario del martirio de Alfonso Acevedo (animador de las CEBs en el sector de San Ramón), cuando le escribí una carta, que Alfonso volvió a darme “la bienvenida” a la realidad de la Iglesia de las y los pobres. Es en este caminar con unas CEBs que encuentro el bálsamo que suaviza la herida, que la cura, aunque siempre está.  Duele recordarlo, pero siento que – Gracias a Dios – he iniciado  “respetando su memoria”.  Un camino a andar…

248.  Saber escuchar

Celos en la pastoral, celos de poder en la Iglesia, celos por las obras del Espíritu que no están bajo nuestro control, que nos salen de las manos….. Monseñor estaba consciente que tenía que escuchar al pueblo, escuchar lo que el Espíritu está diciendo “por medio del pueblo”.  No solo escuchar, sino también analizarlo y transformarlo junto al pueblo en construcción de Iglesia. 

La realidad hoy es diferente que en tiempos de Monseñor Romero.  El Papa Francisco ha abierto las puertas de la Iglesia para nuevos encuentros fraternos ecuménicos con otras iglesias.  Pide que los pastores huelan a “oveja”, a calle, a pobre.   Ahí está la llamada de Monseñor Romero: hay que saber escuchar al pueblo, hay que saber escuchar a las comunidades eclesiales de base también las que están en conflicto con el sacerdote o con el obispo, hay que saber escuchar lo que el Espíritu está haciendo en otras experiencias eclesiales.  “Nuestra Iglesia” no es dueña de la verdad. Sin escuchar no llegaremos a ninguna parte.  Sin analizar juntos/as no podremos aportar por la construcción de la Iglesia (signo e instrumento del Reino).  Lo mismo vale entre las diferentes experiencias de CEBs… nadie es dueña de la verdad. Respetar otras experiencias, respetar y escuchar de verdad, sin prejuicios, sin autoritarismo, sin humillaciones, escuchar y querer analizar juntos… construyendo los caminos nuevos del Reino.

249.  La propiedad privada

La idolatría de la “propiedad privada”, esa “absolutización” del derecho a la acumulación de riqueza como propiedad privada.  Monseñor lo llama francamente “paganismo”: la negación del Dios de la vida, para adorar al dios dinero, dios riqueza que exige sacrificios sangrientos de miles de pobres.  Monseñor habla de necesaria reestructuración de nuestro sistema económico y social. Añadimos el sistema político y judicial.  Todo el sistema en que nos  toca vivir está podrido por el fermento de la idolatría de la propiedad privada.  Por supuesto no se trata de la pequeña propiedad como vivienda, negocio, …. Estos son más bien derechos fundamentales de todos y todas.  Monseñor habla de la gran propiedad privada, la “empresa privada”, en El Salvador de hoy con el nombre de ANEP.  Como empresarios compran “conciencias”, “votos”, ofertan corrupción a los políticos y a los jueces.  Imponen salarios mínimos que son realmente pecado mortal: sacrificios sangrientos de las y los pobres que con su trabajo explotado hacen crecer la riqueza de los idólatras de la riqueza. 

Como provoca rechazo ver (por los medios) que algún sacerdote (y mejor si es un obispo) va a bendecir un nuevo edificio, un nuevo banco, un nuevo almacén,…. al servicio del dios dinero!    No pocas veces nos damos cuenta que empresarios (que se autoproclaman cristianos) utilizan dinámicas religiosas para adormecer las conciencias. No es así no más que en la oración a la bandera salvadoreña (tantas veces repetidas en este mes de la independencia) se dice “la religión que nos consuela”.   

Monseñor está claro: “el cristianismo no puede admitir una propiedad privada absoluta”.  ¿Qué hacemos hoy?

250.  Cristo presente en los pequeñitos.

El humilde, el excluido, el pobre, el enfermo,… abre el camino de la fe!  En ellos Cristo nos está llamando, hablando. Monseñor dice que ahí sucede la trascendencia y nos recuerda que Cristo nos pide abrazar al pobre como él abrazó al leproso, nos pide levantar  al herido, como lo hizo el samaritano.  Esta es la opción preferencias por los pobres. No es demagogia. Es Evangelio puro.   No es la doctrina, no es la catequesis, no son las celebraciones,…. son los pobres que abren el camino de la fe en Jesús de Nazaret.   Luego las reflexiones (bíblicas, comunitarias, ..) pueden ayudar a entender y a motivarnos, sobre todo en las dificultades.  Pero solamente en el encuentro directo y constante con las y los pobres (no lo olvidemos: empobrecidos) puede nacer y puede crecer la fe en Jesús.   Es la trascendencia. Y Monseñor todavía añade: “trascendencia, sin la cual no es posible una perspectiva de justicia social”.  

La lucha por la justicia social no es fácil.  Por supuesto es importante abrir espacios institucionales, públicas y estructurales, pero ahí mismo nacen muchos abusos, aprovechamientos, uso del pobre,….   Por supuesto que nuevas leyes para una mayor justicia económica, social, política,… es necesario, pero no basta. Monseñor se atreve, desde su fe, desde su encuentro diario que “heridos”, se atreve a decir “sin esa trascendencia no es posible una perspectiva de justicia social”.  Si Dios nos mira, nos toca, nos grita, nos abraza,… desde las y los pobres, y si nos atrevemos a responder esa mirada, tocar, escuchar, abrazar,….  Entonces encontraremos una fuente inagotable para el compromiso solidario y verdadera entrega, sin conservar nada para nosotros mismos.

251.  El matrimonio

Monseñor ubica el matrimonio en su contexto social: no se debe casarse para ser felices los dos, encerrados en la pareja.  Hace referencia en primer lugar a la responsabilidad de ser “antorcha que ilumina a su alrededor a otros matrimonios”.   Un matrimonio cristiano debe ser una luz en el camino, a veces muy oscuro, de la vida de otras parejas.  Cuantas parejas no se forman y ante los obstáculos en el camino (alimentados por muchos egoísmos) se sufre y se separa.  Matrimonios cristianos tienen la misión de ser apoyo a otros matrimonios, apoyo mutuo.   En segundo lugar Monseñor llama a los matrimonios “a salir del hogar”, a comprometerse en los caminos de las justicia, por los cambios necesarios en la sociedad.  Cuantas parejas no se encierran en su propia vida, viven lo suyo como que no existe el entorno de injusticia, mentira, corrupción, pobreza, insolidaridad,…   Un matrimonio cristiano tiene una misión socio-política.  No se vive el amor para encerrarse.  En tercer lugar Monseñor se refiere a la formación de niños y niñas en el seno de la familia.  Un matrimonio cristiano no vive por tener más, sino “para ser más”, no en conseguir para uno, sino “en darse a manos llenas a los demás”.  En el matrimonio se educa para el amor y amor significa “entregarse al bienestar de todos, es trabajar por la felicidad común”.

Cuando se ve la realidad de las parejas, de los matrimonios (también celebradas en Iglesias), observo que las palabras de Monseñor son un gran reto en las tres direcciones que menciona en su reflexión de hoy: apoyar a otros matrimonios, el compromiso socio-político por los cambios, la educación por el servicio a los demás.   ¡Cuán lejos estamos de esto!   Monseñor está consciente de esto cuando dijo que los cambios no se harán “mientras los hogares se opongan”. La sociedad de consumo,  el encierro para ver los programas de TV o estar en internet, cada uno con su Facebook o semejantes, los juegos de internet,…  tanta tentación de encierre para que no se viva el amor matrimonial. 

252. No basta ser bueno

Es muy importante y decisivo en nuestra humanidad “ser bueno”, “dejar de hacer el mal”.  En nuestra historia de ayer y de hoy, hay tanta maldad, tanta injusticia, tanta mentira, tanta muerte, tanta corrupción, tanta insolidaridad, tanta pobreza,….. y todo esto es resultado de seres humanos.   La bondad muchas veces se limita a espacios muy pequeños.   Monseñor hace un recordatorio que no basta ser bueno, ni basta no hacer maldad.   Ser cristiano/a va mucho más allá.  Si eres bueno y si dejas de hacer el mal, ya has avanzado mucho en verdadera humanidad, pero, dice Monseñor Romero, “no basta, Te falta mucho todavía”.

¿Qué es lo falta?  Me parece que tiene que ver con entrega total y radical al servicio de la liberación, de la vida, del amor universal.  En los años antes y durante la guerra en El Salvador, miles de jóvenes (juventud y adultos jóvenes) abandonaron todo (realmente todo), para arriesgarse en un proceso por detener la represión, por forjar nuevas condiciones para la construcción de una sociedad “de cambio”, de justicia, solidaridad, igualdad, verdad, …. Muchos de ellos/as no eran cristianos/as, otros muchos/as sí eran cristianos y su motivación por abandonar todo y arriesgar todo (hasta su vida, y muchos la perdieron) nació desde su fe en el Dios de Jesús.  Por supuesto no es algo exclusivo de cristianos/as, claro que no, pero sí es fundamental en una fe verdadera, una fe consecuente y radical.   Esos cristianos/as se convirtieron en signo claro del verdadero sentido de la vida humana en esta historia. Se hicieron “instrumento” de transformación de la historia.   ¿Cómo vivo yo hoy esa fe?

253.  Iglesia y gobierno

Cito: “Si hay un conflicto entre el gobierno y la Iglesia, no es porque la Iglesia sea opositora política del gobierno, sino porque el conflicto ya está establecido entre el gobierno y el pueblo, y la Iglesia defiende al pueblo”.   La Iglesia está del lado del pueblo.  Para Monseñor Romero “pueblo” significaba las grandes mayorías pobres, empobrecidas, excluidas, explotadas (y en aquel tiempo también reprimidas). Además motivó al “pueblo” a no ser una masa aplastada, desorientada, paralizada, sino a ser un pueblo consciente y activo, lleno de esperanza, en la lucha por exigir el respeto a sus derechos. 

Esta opción de “estar con el pueblo” exige de la Iglesia un constante esfuerzo en los procesos de concienciación: la toma de conciencia de las actuales y nuevas generaciones, la conciencia crítica ante la historia (contada por la clase dominante, y celebrada por la clase política), la organización popular desde abajo en función de sus necesidades,….  Si en una país como El Salvador, la  gran mayoría de las y los pobres “vota” por partidos de derecha, y especialmente por el partido de la oligarquía en su relación con el imperio, entonces es evidente que tampoco las Iglesias estamos cumpliendo con nuestra misión de “estar con el pueblo”, de “defender al pueblo”, así como Monseñor Romero lo ha proclamado con exigencia evangélica.   

En nuestro continente – aparentemente – estamos siendo vencidos por las fuerzas conservadoras, liberales de la derecha y se anuncia un nuevo período de retrocesos para el pueblo.  En este tema de reflexión me pregunto: ¿las iglesias no somos capaces de acompañar al pueblo en la construcción de los cambios bajo gobiernos de tendencia socialista?   ¿Solo somos capaces de criticar y no de construir?  Si en El Salvador las empresas no pagan impuestos por más de 1,500 millones de $ al año, y las Iglesias no movilizan al pueblo para exigir justicia, ¿qué estamos haciendo?

 

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