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Reflexionando la realidad a la luz de Monseñor Romero - 10
260. Cuando el pobre cree en el pobre
Cito: “Nadie comprende al pobre tan bien como otro pobre”.
De inicio diría: así tiene que ser! Sin embargo en la realidad, las y los pobres han asumido la conciencia de la explotación, de la exclusión de las y los ricos. Recordemos el dibujo del hombre que es humillado por su patrón, llega a su casa y humilla a su esposa, ella de su parte achica a su hijo, y éste dirige su cólera hacia el gato. ¿Dónde está la comprensión de la realidad del pobre? El sistema nos tiene preso y alimenta su reproducción en todos los niveles de la sociedad. En su origen el sindicato era la organización de las y los obreros por sus causas justas. El sistema ha facilitado tanto la formación de sindicatos, que ahora estamos ante una clase obrera totalmente dividida. Igualmente las religiones e iglesias han colaborado en la división y fragmentación del pueblo. Los partidos (hasta el mismo nombre lo dice: sirven para “partir”, dividir) políticos impiden que el pueblo se integre en fuerzas de unidad para transformar la realidad. Con los dedos extendidos no hay fuerza, solamente con el puño cerrado.
Sin embargo “cuando el pobre crea en el pobre, nace la organización”. Lo hemos cantado tantas veces. Monseñor ha anunciado con alegría esa frase en el himno al Divino Salvador del Mundo (el Gloria de la Misa Popular salvadoreña). Cuando las y los pobres empiezan a creer en otros/as pobres (y ya no en los de arriba a nivel económico, político,…) nacen organizaciones que van a empujar la historia, “nuestra historia”. Lo hemos vivido en El Salvador en una tremenda organización popular (de los diferentes sectores) finales de los 70 e inicio de los 80. Nacieron las comunidades eclesiales de base. Sin embargo, hoy, en el segundo decenio del siglo XXI observamos aquí cerca la debilidad organizativa del pueblo, no se ha superado la dinámica desmobizadora de la post-guerra. A nivel de Iglesia se ha excluido el proceso de las CEBs.
A pesar de todo, Monseñor Romero tenía razón: “nadie comprende al pobre tan bien como otro pobre”. Ahí está el secreto. Nadie está más cerca de Dios que las y los pobres, no para “consolarse”, sino para rebelarse, para ponerse de pie, para unirse en un solo grito de “basta ya”. Ahí donde las Iglesias asumen lo dicho por Monseñor, ahí donde van por el camino del Evangelio, ahí donde se asume el verdadero espíritu de pobre, ahí pueden aportar mucho para los/las pobres crean en los/las pobres.
261. Idolatría del dinero
“El gran peligro de la verdadera civilización es el amor desmesurado de los bienes de la tierra”, al dinero. Ahí está la extrema derecha, dice Monseñor, la derecha y en el fondo todos corremos el riesgo de esa idolatría. Estos días nos damos cuenta las enormes cantidades que las autoridades de las autónomas, los diputados y una cantidad de empleados en la Asamblea, los magistrados de la corte suprema de justicia y el personal está gastando – con dinero del pueblo – en seguros médicos privados. Parece que hasta el directorio del ISSS tiene sus seguros privados. Nos asustamos de la compra de vehículos de lujo,…. La inversión en terrenos de golf y otros entretenimientos de las clase rica…. “Están de rodillas ante su dinero”.
Monseñor Romero nos reta al “desprendimiento para tener libertad” y nos recuerda que “sólo desde la libertad del corazón se puede trabajar la verdadera liberación de nuestro pueblo”. Dirigentes del fmln se desprendieron de mucho, de todo durante los años de la guerra, junto al pueblo que empezó a luchar por la vida. Pero después de los Acuerdos de Paz a muchos dirigentes les ha gustado la vida diferente, la vida que los ricos han promovido en instancias políticas y … muchos de ellos también se han puesto de rodillas ante su dinero. Mientras diputados y otros “servidores del estado” durante su “período de elección” ganan más de dos salarios de maestros/as no habrá cambios en la conducción del estado. Desprendimiento para poder servir al pueblo. No hay otro camino.
262. La Iglesia y los ricos
El criterio para discernir la verdadera Iglesia, “la que adora al verdadero Dios y la que le sabe dar a las cosas su valor relativo”, nos dice Monseñor Romero. La pregunta es. ¿qué significa adorar al verdadero Dios? En primer lugar Monseñor aclara que aquella persona que adora sus riquezas, que no quiere desprenderse de ellas, que está de rodillas ante su dinero, aunque vaya a misa y haga actos piadosas, no es cristiano, “no es Iglesia”. Monseñor no acepta que exista una iglesia de los ricos (a la par o en oposición a iglesia de los pobres), porque los ricos (adoradores del dios dinero, y podemos añadir, el dios poder que va junto) no son Iglesia. Es un lenguaje fuerte. La mayoría de los obispos y sacerdotes y laicos/as no han comprendido el mensaje de Monseñor y sigue facilitando y colaborando con los “actos piadosos” de los ricos. Cenas de amor y otras iniciativas semejantes responden a esto y los ricos son alabados por su generosidad.
Luego regresamos a la pregunta: ¿qué es adorar al verdadero Dios? Debemos empezar con preguntarnos “el verdadero Dios”, ¿dónde encontrarlo? Los evangelios hablan claro al respecto: yo tenía hambre, sed, estaba desnudo, estaba enfermo, encarcelado,…. Y actualicemos: no tenía vivienda, no tenía trabajo, no tenía salario digno, no tenía atención a salud y educación, era marginalizado y excluido, me humillaban en la fábrica y en la casa, estaba amenazado, tuve que abandonar mi casa y refugiarme, …. Ahí, en esos lugares extremos, en esas personas y familias víctimas, ahí encontramos al Dios verdadero. Si no Lo encontramos de verdad ahí, tampoco lo encontraremos en el silencio de la oración, ni en algún templo. Adorar al verdadero Dios, no nos exige actitudes y actos litúrgicos especiales o devotos, sino exige, en primer lugar, dar de comer (que es por ejemplo garantizar un salario que cubre la canasta básica), dar de beber, … y así pasar por todos los lugares donde Dios nos está acercando.
“No hay más que una Iglesia: Ésta que Cristo predica, la Iglesia debe de darse con todo el corazón”. No puede haber condicionamientos para el compromiso eclesial. Son grandes retos… Como necesitamos convertirnos…
263. No hay escándalo más horroroso
Qué vergüenza, qué horror cuando “se convierte el servicio religioso en una manera de ganar dinero”. Más bien Monseñor lo llama “esa maldición”. Y en realidad, cuantos pastores y sacerdotes no hacen negocio de la religión. Hace poco vi una foto en Facebook: así vive tu pastor y así vives tú. Sin embargo con el diezmo el pobre hace rico al pastor. En ambientes de iglesias históricas encontramos no pocas veces esa “venta de sacramentos”. Monseñor denuncia “la actitud de los falsos religiosos que hacen consistir en ampulosidades y exterioridades, sus malas intenciones que llevan dentro”. Recuerdo las palabras de un conocido pastor en El Salvador que ni tiene vergüenza para decir a su grey que recibió un mensaje de dios que le decía: hay que hacer una iglesia, es un negocio próspero!!! Y así lo hizo y la gente aplaude!!!! En las parroquias muchas veces la gente no está informada sobre las finanzas de la comunidad o congregación, o se esconde parte de la verdad. “No hay escándalo más horrorosa”.
264. La oración
“Vayamos a la iglesia a tomar fuerzas y claridad para retornar a cumplir mejor los deberes del hogar, de la política, de la organización” Monseñor observa y denuncia con claridad que no pocas oraciones son alienantes y buscan “fugarnos de la realidad”. Realmente da tristeza ver como en una iglesia se reza, por ejemplo el padre nuestro, en voz alta, pero cada uno/a a su ritmo, unos corriendo (quizás para terminar luego), otros despacio… De tal manera que no se entiende nada. Cada uno/a rezando a su santo!!! Es triste, esas oraciones corridas no salen del corazón, es cuestión de labios y boca. En el fondo es alienación. Leyendo oraciones (además de un español de España y de hace varios siglos, o en una teología que nadie entiende) no nos da fuerza, ni claridad para asumir con más responsabilidad los riesgos del compromiso cristiano. Estoy admirado de agradecimiento por las oraciones que nacen desde el corazón de gente pobre y humilde. Su solidaridad y su entrega es parte de su oración y saben que pueden contar con la fidelidad de Dios, también en los momentos más extremos o peligrosos. Doy gracias a Dios, por la capacidad de cada vez más miembros de nuestras CEBs que aprendemos a orar, a expresar nuestras oraciones de agradecimiento, de perdón, de compromiso, de petición por el bien común,… Esas oraciones, nacidas del pueblo, sí ayudan a tomar fuerzas para servir al pueblo en su liberación.
265. No abandonaré a mi pueblo
Cito: “Quisiera aclarar un punto. Se ha hecho bastante eco a una noticia de amenazas de muerte a mi persona…. Quiero asegurarles a ustedes, y les pido oraciones para ser fiel a esta promesa, que no abandonaré a mi pueblo, sino que correré con él todos los riesgos que mi ministerio me exige”.
No es así no más que el pueblo lo declaró “San Romero” el mismo 24 de marzo de 1980, cuando lo asesinaron, porque ha sido el pastor fiel. Le habían ofrecido seguridad (guardaespaldas) o salidas fuera del país, … En noviembre 1979 renovó su promesa de ser fiel, de “no abandonaré a mi pueblo” y de asumir todos los riesgos que su misión de obispo le exigía: ser el pastor fiel!!!
En otra reflexión ya he comentado que frases como esta recuerdan mi salida en diciembre 1980 y que al estar de regreso en 1991 (después del tiempo de exilio en Nicaragua con refugiados salvadoreños), y más cuando la CEB de Zacamil me invitó en 2003 a retomar el acompañamiento, he tomado conciencia de la herida profunda que esa salida me había provocado. Por eso, nuevamente suena tan fuerte el reto de ser cristiano de “no abandonar a mi pueblo”, de serle fiel a la comunidad con quien puedo caminar – en medio de obstáculos. Por eso quisiera retomar también la petición de Monseñor Romero pidiendo sus oraciones para serle fiel a esa promesa, a esa exigencia del seguimiento a Jesús. Estoy tan profundamente agradecido por tantos hermanos/as de nuestras CEBs que con su ejemplo y su palabra animan y convencen.
266. Con este pueblo no cuesta ser un buen pastor
Cito: “Con este pueblo no cuesta ser un buen Pastor. Es un pueblo que empuja a su servicio a quienes hemos sido llamados para defender sus derechos y para ser su voz”.
¿Cómo comprender esta frase muchas veces citadas de Monseñor Romero? Aparentemente al hablar de “pastor”, se refiere a la responsabilidad de “defender los derechos del pueblo” y de “ser la voz del pueblo”. Para poder darle voz al pueblo (a los empobrecidos/as) hay que escuchar al pueblo, hay que estar cerca del pueblo, hay que tocar las heridas del pueblo (recordemos al apóstol Tomás), hay que entrar con frecuencia en el ranchito o la champita de la familia pobre, hay que pasar consulta en el hospital nacional, hay que ir a la escuela rural, hay que abrazar a las familias desplazadas por la violencia y estar cerca de aquellas familias que diariamente deben enterrar sus hijos asesinados. Se puede ir describiendo más…. Monseñor Romero lo hizo! Y el segundo elemento que le facilitó a Monseñor a ser buen pastor era que no tenía poder, ni económico, ni político. Solo contaba con la fuerza incontenible de la Palabra de Dios. No tenía lujos, no tenía nada y lo poco que tenía era “asignado” por otros. Era hombre libre.
Bajo esas condiciones Monseñor estaba consciente que el pueblo lo empujaba a ser “buen pastor” asumiendo la responsabilidad histórica de “defender los derechos” del pueblo y de “ser su voz”. No es el momento de mencionar o de repetir los derechos fundamentales del pueblo, derechos históricamente violados por los que tienen poder y dinero. El nombramiento de un/a procurador/a de los derechos humanos, es una carta de negociación con los demás partidos y sobre todo se trata de escoger a alguien que no va a señalar los abusos y las violaciones a los derechos humanos del pueblo, alguien que no afecta el sistema injusto en que el pueblo sufre. Me pregunto también si para elegir a nuevos obispos y a aceptar a nuevos sacerdotes o pastores para las Iglesias se toma en cuenta la experiencia real de la cercanía con el pueblo. De nada sirve tener un doctorado en teología (en una universidad del vaticano, por ejemplo) si no se ha aprendido a dejarse tocar por las heridas del pueblo.
¡Cuánto hay que aprender del pueblo para poder ser buen pastor!
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