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Leyendo la realidad de hoy a la luz de la Palabra de Monseñor Romero - 25

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.359. Nada violento puede ser duradero

 

Estamos a 7 días de su asesinato…..  Y Monseñor Romero nos recuerda hoy que “nada violento puede ser duradero”.  Represión de la mano (super) dura o bruta, de exterminio contra la violencia de las pandillas no resuelve nada, solo pospone y profundiza la espiral de violencia.   Habrá que buscar “soluciones racionales” basadas en la verdadera reconciliación para ser “una patria de hermanos/as, todos hijos/as de un Padre/una Madre que nos está esperando con los brazos abiertos”.

Me da escalofrío al escuchar testimonios sobre la incorporación de preadolescentes, niños y niñas en las filas de las pandillas ahora que no pocos de sus líderes y miembros son capturados o asesinados.   La violencia (represiva) genera violencia y no es “una solución racional” y aún menos basada en la búsqueda de soluciones verdaderas a las estructuras (económicas, políticas) de pecado.   Nada violento puede ser duradero.  La paz nunca será el resultado de la represión (ni contra pandillas violentas).   No se trata de unos cuantos criminales aislados.  Se trata de estructuras sociales violentas que son reacción (también no racional) ante los mecanismos de exclusión, marginalización, pobreza, “sin futuro”,…..

Monseñor hace una llamada, también hoy, a “quienes abogan por soluciones violentas”.  A las pandillas, sus integrantes, sus familiares, sus líderes…  están en un camino equivocado, un camino violento no puede ser duradero, solo lleva al cementerio o a la cárcel.  A las autoridades de la policía, del ejército, de la fiscalía,….  Recordándoles que la represión (es decir responder violencia con violencia) no lleva a la paz, sino a más odio y más violencia.  También a los grupos de exterminio (sean herederos de los escuadrones de la muerte, sean con complicidad de las autoridades de la policía hoy,..): esto no es el camino para resolver el problema.

 

360. Mientras voy recogiendo el clamor del pueblo.

 

Con este texto de hoy estamos a un día del asesinato de Monseñor Romero, su última homilía en la catedral, junto a su pueblo. El libro “día a día con Monseñor Romero” recoge 5 citas de esa homilía. 

Nos hace una llamada urgente que “no solo estudiemos teóricamente (el evangelio, el concilio Vaticano II, los documentos de Medellín y Puebla), sino que “lo vivamos y lo traduzcamos en esta conflictiva realidad”.  Nos toca “predicar el evangelio como se debe el Evangelio para nuestro pueblo”. Uno de los secretos de la cercanía de Monseñor Romero con el Dios de Jesús (además de su profunda oración) es su apertura, su fraternidad con el pueblo. Diariamente hacía  tiempo para escuchar “el grito de angustia” de tanta gente pobre, sencilla, perseguida, víctima, doliente,…  Y más,  dijo el mismo “mientras voy recogiendo el clamor del pueblo y el dolor de tanto crimen, la ignominia de tanta violencia”.  Esto le daba el valor para consolar al pueblo crucificado, a denunciar la injusticia y la violencia y para llamar “al arrepentimiento”.  Sabe que está gritando como “una voz que clama en el desierto”, sin embargo no se cansa para levantar su voz profética. 

Si las iglesias de hoy escucháramos “el clamor de la familias de las y los asesinados” (sea entre pandillas, en las pandillas, “en intercambio de disparos” con la policía y el ejército, también de los policías y soldados asesinados, ….), si las autoridades tuvieran el valor de escuchar el grito de angustia de esos familiares, a lo mejor actuarían de manera diferente. 

Lastimosamente nuestro pueblo, víctima de la desinformación de parte de los grandes medios de comunicación y de los discursos político electorales, sigue votando en su mayoría por partidos de la derecha.  Las víctimas (de una u otra manera) esperan que la derecha (en el fondo los representantes políticos de una estructura económica de explotación, de enriquecimiento de pocos, gracias al empobrecimiento de las mayorías) vaya resolviendo sus problemas y como resultado tenemos una asamblea con mayoría (simple y calificada) de partidos de la derecha que bloquean políticas a favor del pueblo y que pueden ser la base para una verdadera transformación estructural. 

 

361. Trascendencia

 

“Nos olvidamos que los inmediatismos pueden ser parches, pero no soluciones verdaderas”.  Los proyectos sociales del gobierno de la izquierda son necesarios (por la urgencia de dar alguna respuesta a las necesidades de las mayorías), pero son parches.  No son sostenibles en el tiempo porque el estado no tiene suficientes ingresos (de los impuestos) porque en nuestro país las leyes han sido elaboradas (con sus puertas traseras para poder escapar) por representantes del poder de dinero, de los empresarios con su hambre de ganancia “cueste lo que cueste”.   Además hoy, los partidos de la derecha consideran que estos proyectos “necesarios” son una botadera de dinero, mala inversión.  Así podemos decir: por muy necesario que sea construir carreteras nuevas, puentes nuevos y a diferentes niveles,…. Mientras no se busca solución verdadera para un transporte colectivo de calidad, con seguridad,  con rapidez, con comodidad, no se está trabajando a largo plazo.  Necesitamos “una organización política acomodada al bien común de los salvadoreños”, en función de las mayorías: escuelas públicas de calidad, atención pública de calidad en salud (preventiva y curativa), transporte colectivo de calidad, espacios de calidad para cultura y recreación, medios de comunicación de calidad (programas que educan para la paz y que prohíben películas con toda forma de violencia),…..

Y Monseñor va aún mucho más que el horizonte a largo plazo.  Todo paso en el camino de la liberación del pueblo debe estar en la perspectiva de la “liberación definitiva y verdadera”.  Solo el proyecto del Dios de la Vida, el Dios de Jesús, nos abre el horizonte confiable.  “la solución verdadera tiene que encajar en el proyecto definitivo de Dios”.  Este proyecto de Dios para liberar al pueblo es trascendente, trasciende cada logro histórico.

 

362. La línea del arzobispo

 

Monseñor Romero está consciente que él no lleva una línea (personalizada) de trabajo eclesial.  Ha recogido y toma en serio los grandes acontecimientos de la iglesia (concilio Vaticano II, las conferencias episcopales latinoamericanas de Medellín y Puebla, ya en marcha desde el liderazgo del anterior arzobispo Luis Chávez).   En el fondo se trata del Evangelio de Jesús, del Dios de Jesús, del Reino de Dios. No es una línea del arzobispo.

Monseñor se dio cuenta que ese gran proyecto de renovación y transformación de la Iglesia, a la luz del evangelio, con inserción en la vida de las y los pobres, estaban concretándose en las comunidades.  Se alegraba al ver los frutos del Espíritu en las comunidades eclesiales de base con su entusiasmo misionero y su servicio al pueblo.

 

363. Himno al Divino Salvador del Mundo

 

En su última homilía en la catedral presentó también la letra de la canción hecho por Pikín como himno al Divino Salvador del Mundo, que posteriormente se transformó en el “Gloria” de la misa popular Salvadoreña.  Monseñor no llegó a conocer la música, ya no pudo escuchar como su pueblo cantaba en honor a Jesús. 

Mencionó dos estrofas del poema.   Se alegraba porque se iba a unir con miles de voces en catedral para cantar en la fiesta patronal.  Se alegraba estar con su pueblo, saludando, abrazando y aún más al celebrar con su pueblo la eucaristía y especialmente cuando le tocaba levantar la voz profética en la homilía.  La otra estrofa que presentó al pueblo como muy bonita y “muy sentidas por el pueblo” era la denuncia de los dioses del poder y del dinero que se oponen a la transformación del país, a la verdadera transfiguración.   A la vez expresa su fe en el Señor “que es el primero para levantar su brazo contra la opresión”.

 

364. ¡Cese la represión!

 

Son las palabras proféticas quizás más citas de su última homilía en catedral: su llamamiento al ejército, la guardia, la policía….  En primero lugar no los acusa de criminales (aunque lo han sido como agentes de represión y muerte), sino los llama “hermanos” y recordándoles que son “de nuestro mismo pueblo”.  Pidiendo que abran los ojos porque “están matando a sus mismos hermanos campesinos”.  Así también había expresado a Pikín su desacuerdo con la mención de “la fieras uniformadas” mencionadas en la canción al Padre Neto Barrera.  Monseñor quiso tocar la cuerda humana, el corazón, el alma, la vida,  también de los miembros de los cuerpos represivos.

Creo que hoy se dirigiría tanto a los pandilleros como a los policías y a los escuadrones de exterminio: los llamaría “hermanos” y haciendo conciencia que “son del mismo pueblo”, que vienen de familias pobres y explotadas, que están matando a sus propios hermanos/as pobres.   No… No… no es el camino!!!!

Luego despierta en las conciencias que nadie debe obedecer una orden contra la ley de Dios, una orden de matar.  Pide que recuperen su conciencia y que obedezcan primero a su conciencia, es decir a la Palabra de Dios en el corazón de cada ser humano, y no a órdenes de destruir vidas.

Recuerda que la Iglesia no puede quedarse callada ante “tanta abominación”, ante tanta destrucción de la vida.  Y con toda su corazón, con toda su emotividad, con todo su ser, como voz de Dios mismo dijo” en nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada vez más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno, en nombre de Dios, ¡Cese la represión!”. 

La voz de Dios, expresado en el mensaje de Monseñor Romero, provocó la ira del poder y de la riqueza. Ya no aguantaban esa voz que clama justicia y paz y decidieron acelerar la ejecución de Monseñor.   El informe de la Verdad señala a ex mayor Roberto D’Abuisson como autor intelectual y primer responsable de ese asesinato.  D’Abuisson es fundador del partido ARENA. Sus imágenes (prepotentes) “adornan” las sedes del partido.   No quieren escuchar la voz de Dios. 

 

365. Las últimas palabras. 

Para concluir estas reflexiones personales, a partir de la realidad histórica de 2016- inicio de 2017 en El Salvador, por el respeto que le tengo a Monseñor solo transcribo sus últimas frases pronunciadas la tarde del 24 de marzo de 1980 en la capilla de la Divina Providencia.  Es como su último resumen de su propia vida, su último resumen del mensaje del evangelio hecho realidad.  Es toda una mística evangélica que con su propia vida ofreció a cada cristiano/a, a cada pastor, a cada religioso/a, a cada sacerdote, a cada obispo.

“Qué este Cuerpo inmolado y esta Sangre sacrificada por los hombres, nos alimente también para dar nuestro cuerpo y nuestra sangre al sufrimiento y al dolor, como Cristo, no para sí, sino para dar conceptos de justicia y de paz a nuestro pueblo, Unámonos, pues, íntimamente en fe y esperanza a este momento de oración por doña Sarita y por nosotros…” (en este momento sonó el disparo que destrozó su corazón).

Los asesinos no pensaron que asesinándolo Monseñor iba a resucitar en su pueblo y en la Iglesia que quiere ser heredera fiel del Evangelio y su testimonio.  Dios siempre es más grande que el pecado, por muy destructivo que sea.  

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