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Día a día con Monseñor Romero. Libro II. Monseñor Romero - Hombre de Dios.- 27

Autor | Autores: 
Luis Van de Velde - Movimiento Ecuménico de CEBs en Mejicanos. Iniciativa ecuménica "Sentir con el Pueblo"

174. Ceder hasta donde sea posible, pero no en lo sustancial cuando se trata de ser fiel al Evangelio.

Una cita de su diario del día 13 de marzo de 1980.  Monseñor sigue con su reflexión del día anterior.   Monseñor está consciente que no se puede ceder, que no se puede retrocedercuando se trata de ser fiel al Evangelio, fiel a la doctrina de la Iglesia, y sobre todo, a este pueblo tan sufrido.”    Monseñor sabe que hay “este apasionamiento y ese aspecto personal contra mi”, pero está convencido-   ahí está su fuerza y su ejemplo – que hay principios que no se puede traicionar, que hay caminos que no se puede cambiar, que hay opciones que no deben diluirse, cuando se trata de la fidelidad.  Monseñor lo repite: fiel al Evangelio, fiel a la Iglesia, fiel al pueblo que sufre!!!! 

En la segunda parte de esta cita, Monseñor relata su intercambio con seminaristas y concluye su diario de ese día. “Pido al Espíritu Santo que me haga caminar por los caminos de la verdad y que nunca me deje llevar ni por los halagos, ni por los temores de ofender a nadie más que a nuestro Señor.”   Abandonar el camino del Evangelio, abandonar la opción por los sufrientes, dejar de ser voz de los sin voz y profeta de Dios, significaría, nos dice, la mayor ofensa a nuestro Señor.   

 

175. La atención de la gente me anima para dar a conocer el pensamiento de Cristo.

El día 16 de marzo de 1980 escribe sobre la atención de la gente al escuchar sus homilías.   Me llama la atención que Monseñor nos recuerda, además de hablar del sacrificio del Padre Rutilio Grande, que “nos esforzáramos por su liberación integral de nuestro pueblo sin miedos a las situaciones”.    Qué mensaje más actual.  Monseñor vivió y predicó antes de la guerra (1981-1992) y por supuesto tampoco conoció los tiempos después de los Acuerdos de Paz.  Pero su insistencia de esforzarnos  (no es cuestión de hacer alguito, ir a votar en las elecciones, …) por la liberación integral de nuestros pueblo, sigue muy actual.  Y nos dice “sin miedos a las situaciones”. Hoy estamos viviendo ese enfrentamiento entre los dos partidos más grandes. Hoy estamos viviendo que gran parte de las y los pobres votan por partidos de la derecha. Hoy vivimos tiempos donde nos damos cuenta de la enorme corrupción y el robo al pueblo, durante muchos años. Hoy son  tiempos de mucha violencia social,…  Pero Monseñor nos pide que “esas situaciones” no nos confundan, ni nos paralicen…. Esfuércense, esforcémonos por la liberación integral de nuestro pueblo. 

 

176. Siempre ha sido mi devoción el culto al Sagrado Corazón.

Monseñor comparte en su diario del 23 de marzo de 1979 algo sobre un seminario en Santo Domingo acerca del culto al Sagrado Corazón.  Hace referencia a la falta de suficiente modernización que puede haber llevado a que algunos lo consideran anticuado.  Lastimosamente no nos comparte las reflexiones que hicieron para llegar a la conclusión que eranecesario volverlo a poner en su debido honor.   Está contento de ser electo presidente de una comisión centroamericana para darle seguimiento a ese proceso de renovación del culto al Sagrado Corazón.  Considera que ese culto traerá “muchos frutos para la pastoral de nuestra diócesis”.

Recuerdo como en los años 1977 – 1980 he ido a celebrar la misa varias veces en algunos mercados, precisamente en el mes de junio, el mes del Sagrado Corazón de Jesús, patrono de los mercados en El Salvador.   Para esas señoras vendedoras, el culto al Sagrado Corazón de Jesús, no era un culto que las apartaba de la realidad herida de nuestro pueblo. No pocas de ellas estaban participando de una u otra manera en alguna organización del pueblo. Más bien, sentía, que su acercarse al Sagrado Corazón de Jesús les daba ánimo y fuerza para comprometerse en lo que Monseñor llamó “esforzarse por la liberación integral de nuestro pueblo”.   Aunque era un espacio poco religioso para celebrar la eucaristía ahí en los mercados, sí era en medio del pueblo.  No lo he olvidado.

 

177.  La tumba vacía de Cristo es una evocación al triunfo definitivo.

En su diario el día 2 de abril de 1978 Monseñor hace referencia a la tumba cerrada del Padre Alfonso Navarro, esa tumba que “podía significar como un fracaso de la redención y de la resurrección de Cristo y, sin embargo, era el signo de una esperanza.”  Monseñor relaciona la tumba cerrada de Alfonso y la tumba vacía de Jesús.  Si Jesús ha resucitado su tumba no tiene valor, debe estar vacía, porque la muerte no ha tenido la última palabra.    Así será también la tumba de Alfonso: la tumba vacía de Cristo es una evocación al triunfo definitivo. Monseñor no cree la cruz, la muerte, el asesinato, la masacre, la explotación, la desnutrición,… sea el horizonte definitivo para la humanidad.  Más bien nos llama a “luchar, hay que trabajar para que el mensaje de esa tumba vacía de Cristo (es decir. Ha resucitado) ilumine de esperanza todo nuestro trabajo en la tierra.”

La tumba vacía no es “prueba” de la resurrección porque puede estar vacía por muchas razones.   Sino la tumba vacía es la expresión sencilla para decir que Jesús no se quedó ahí destinado a la muerte y la pudrición en una tumba.   Ahí encontramos la fuerza de Monseñor Romero al ser capaz de hace referencia a la tumba cerrada del Padre Alfonso Navarro, convocarnos a luchar y a trabajar por llenar de esperanza a nuestro pueblo, porque el horizonte es la vida, no es una tumba.  

Sin embargo esa tumba cerrada (y, lastimosamente escondida en el templo de la Iglesia de la Miramonte), sigue siendo una denuncia de las fuerzas diabólicas y anti-reino, sigue siendo esa llamada a la lucha y el trabajo por el Reino: la vida, la resurrección, Dios tendrá la última palabra. 

 

 

178. Siento que Roma es una bendición del Señor que confirma mi misión, mi trabajo.

Monseñor Romero ha  tenido dos encuentros con el nuevo Papa Juan Pablo II.  De la primera salió algo fortalecido por el pastor de la Iglesia romana, de la segunda regresó deprimido, porque el papa no lo escuchó, no lo entendió, no compartió su sufrimiento por el pueblo salvadoreños,… 

De la cita de su diario del 29 de abril de 1979 reflexiono lo siguiente: El entorno de la ciudad de Roma, del vaticano, donde estudió, donde fue ordenado sacerdote y donde vivió sus primeros meses como sacerdote, lo vive ahora como “una renovación espiritual”, recordando sus años de formación teológica y espiritual.  Y esos años, esos recuerdos de Roma, le son para Monseñor “una bendición del Señor que confirma mi misión, mi trabajo, que Dios comparte dándome esa dicha de poder colaborar humildemente en la implantación de su Reino en este mundo.”

Llamado a colaborar humildemente en la implantación del Reino de Dios en su pueblo salvadoreño.   Eso era su misión, su trabajo, su aporte.   Por supuesto hoy sigue siendo también nuestro trabajo, nuestra misión, nuestro aporte a la historia: estar conscientes de nuestra responsabilidad histórica de aportar para que crezca ese Reino. 

 

179. Pedí mucho por la fidelidad, por mi fe cristiana..

Siempre hablando de sus recuerdos de Roma, el 5 de mayo de 1979, habla como su visita a Roma, a las tumba de Pedro, del Papa Pablo VI (con quien ha tenido un contacto muy bueno, animador, de donde regresó muy muy fortalecido y animado) ha sido una invitación a orar.  Nos comunica que ha pedido “mucho por la fidelidad, por mi fe cristiana y el valor, si fuera necesario, de morir como murieron todos estos mártires, o de vivir consagrando mi vida..”

A menos de un año de su asesinato, Monseñor conocía de las amenazas contra su vida.  Sabiéndose hombre débil pidió al Señor las fuerzas para poder serle fiel a su fe y para poder tener ese valor de seguir caminando por las sendas del Evangelio.   Ya estaba tomando en serio la posibilidad de ser asesinado, sin embargo prevé también la posibilidad de seguir consagrando toda su vida al Evangelio y a su pueblo. 

Hoy nos toca visitar de vez en cuando la tumba de Monseñor en la cripta de catedral, o la capilla de la Divina Providencia donde derramó su sangre, o su casita ahí cerca, o su pueblo Ciudad Barios donde nació,…   Ojalá que no sea una visita de turismo barato, sino una oportunidad para ponernos de rodillas y para orar con las palabras de Monseñor: Señor que yo sea fiel al Evangelio, que mi fe cristiana no sea solo de doctrina o de ritos, sino de compromiso evangelizador y liberador, que tu Espíritu nos dé el valor de evangelizar, de formar nuevas comunidades eclesiales de base, consagrando de verdad nuestra vida entera a la causa del Reino,…  

 

180. Junto a la tumba de San Pio X oré intensamente…

En la cita anterior ya comenté que la estadía en Roma retornaba a Monseñor Romero a sus años de formación y consolidación de su vocación para el sacerdocio.  Esta vez menciona que ante al tumba que San Pio X ha “orado intensamente”.  Esta expresión me hace pensar en la oración de Jesús en la noche después de la última cena…  Monseñor sabía dónde estaba y sabía que el Evangelio le iba a exigir la entrega total de su vida.

En la misma cita de su diario del día 9 de mayo de 1979, un poco antes de regresar a El Salvador, tuvo un encuentro muy fraterno y cordial con el cardenal Pironio, en quien Monseñor Romero confiaba de verdad.  Intercambiaron las experiencias duras (de ambos) cuando no son “de todo comprendidos por el Ministerio Supremo de la Iglesia”.  Pironio le dijo “Animo Romero” y lo repitió varias veces, escribe en su diario.   Ese encuentro le ha dejado “en el corazón una nueva fortaleza”.

No pocas veces compartimos con Monseñor, también hoy, la experiencia de no ser comprendidos, ni por cristianos más acomodados, o por aquellos que han caídos en las trampas del poder y del dinero (tanto abajo como arriba), o por esas experiencias religiosas más pentecostales y personalistas, o por autoridades eclesiásticas.    Ahí me parece que entre las CEBs, entre las y los animadores de las CEBs tenemos que reforzar ese mensaje del cardenal Pironio a Monseñor: “Ánimo Romero”, “ánimo, hermanos/as, para avanzar por el camino del Evangelio”.  Animarnos en las tareas de la evangelización, en la misión de ser sal y fermento en la gestión del pueblo por su liberación.

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