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Día a día con Monseñor Romero. Libro II. Monseñor Romero - Hombre de Dios.- 29

Autor | Autores: 
Luis Van de Velde - Movimiento Ecuménico de CEBs en Mejicanos. Iniciativa ecuménica "Sentir con el Pueblo"

187. Antes que tú existieras, Dios te amaba.

Qué alegría sería si viviéramos conscientemente desde la seguridad que el Dios de la Vida (fuente de toda vida) nos ha amado desde antes del nacimiento, hoy, y siempre.   “Dios me arropa con su amor”, nos dice Monseñor.   Ese amor de Dios para con cada uno/a nos invita a “hacernos semejantes a Cristo”.  La vida de Jesús de Nazaret  (actualizado miles de veces y en El Salvador, actualizada y concretada en la vida y el mensaje de Monseñor Romero) es el camino para responder con amor a ese Dios de la Vida que nos ha llamado a la vida, que nos acompaña en la vida y que será fiel a la vida, más allá de la muerte. 

Al escuchar aquellos seudo maestros de filosofía que se burlan de esa fe en el Dios de la vida, o al escuchar a aquellos “ateos prácticos” que tratan de vivir sin estar conscientes de sus raíces más profundas en el Dios de la vida, o al escuchar a aquellos que predican a un dios allá lejos en el cielo, o un dios que jamás perdona y que por eso, sigue exigiendo (en la voz del pastor) oraciones en llanto y el pago fiel del diezmo,….  Les digo: lástima, no se dan cuenta de la alegría de vivir con las raíces alimentándose desde la fuente de Vida, ese Dios de misericordia, ese Dios que perdona y ofrece vida, ese Dios también exigente, así como el amor que es a la vez gratuito y exigente. Monseñor dice: “¿Qué es la vida, esos pocos años, cuando no los llena esta historia de Dios que me arropa con su amor?”.   Al sentirnos y sabernos arropado por el Dios de la vida, tendremos una fe que mueve cerros (los obstáculos) de la vida y libera una fuerza y energía que puede transformarnos y  transformar el ambiente, la sociedad. 

 

188.  Dios ama también nuestra historia.

Amar a Dios en la noche más oscura de la cruz (Monseñor menciona el secuestro, el desaparecimiento, el encarcelamiento, el asesinato…. : la realidad histórica de nuestro pueblo), no es fácil. Más bien nos reconocemos en Jesús cuando grito: ¿Dios, por qué me has abandonado?  Si ese ha sido el grito de angustia de Jesús, ¿Por qué no puede ser nuestro?   

A pesar de todo esto, esas horas oscuras y sin esperanza, Monseñor nos dice: “Dios nos ama, Dios sigue amando”.   Dios no está ausente de la historia de los pueblos, que es una historia triste de miseria para las grandes mayorías (explotación, tortura, asesinatos, masacres, hambre,…).  En medio de esa historia triste el Dios de la vida está convocando a rebelarse en contra, a levantarse en contra de la mentira, la corrupción, la explotación, la destrucción de la vida (incluida la naturaleza)….  Con la sencillez de su pueblo Monseñor nos dice: “Dios sabe por dónde van a salir los caminos de redención de nuestra patria.”

No es la voluntad de Dios que asesinan diariamente a 10, 20  o más hermanos nuestros. Ni es  su voluntad que miles de familias están sin trabajo, ni que miles son explotados diariamente en su trabajo productivo….  Dios nos ama y nos llama a “rebelarnos”, a dar testimonio de ese amor.  Si cada creyente cristiano fuera testigo de Dios que ama nuestra patria, las cosas serían diferentes. 

 

189.  Prepararse para servir.

Monseñor nos pide que “formemos en el corazón del niño y del joven, el ideal sublime de amar, de prepararse para servir, de darse a los demás”.  Realmente es preocupante ver a miles de jóvenes involucrados en dinámica mortal de la violencia: prefieren dañar la vida, prefieren robar y destruir la vida en vez de amar a las y los demás (ni a los mismos pobres como ellos).  También es preocupante ver como se orienta a jóvenes que pueden seguir estudiando, sea en las familias y en las escuelas, para la toma de decisión en cuanto a una carrera profesional. ¿Qué les motiva: el posible suelo (alto), o el servicio?  ¿qué tiene más peso?   Pero la mayoría de las y los jóvenes no pueden completar su formación escolar o profesional.  ¿Qué han podido descubrir durante sus años en las escuelas y colegios?  ¿para qué sirve la vida? 

Monseñor nos recuerda que no eduquemos para el egoísmo, que es “la causa precisamente del gran malestar de nuestras sociedades”.   Educamos o bien para amar sirviendo, o bien para el egoísmo.  Este último es promovido por la sociedad del consumismo, del placer fácil, del gozar pasivamente de películas, TV, internet, Facebook.  Educar para el servicio a las y los demás es nadar contra corriente, es levantar la bandera de la vida.  Es una gran misión en el camino de Jesús: no vine para que me sirvan, sino para servir, para ser el último, para que tengan vida en abundancia.  

 

190. iluminar la realidad desde la Palabra de Dios. (parte uno)

Monseñor está consciente que la realidad de El Salvador, los hechos políticos, sociales, económicos, que esa realidad necesita “la luz de la Palabra de Dios”.   Esta ha sido la misión del pastor y del profeta.  Domingo tras domingo leía la realidad histórica a la luz de la Palabra de Dios.   Lo hacía desde las víctimas, tanto de la explotación económica, como de la exclusión social y la represión política y militar.  Esta era su punto de vista.  Monseñor concretó en su propia vida de pastor y profeta lo que Dios mismo hace y es: “Yo soy El que ha visto el sufrimiento de mi pueblo”.   Diariamente se encontró en el arzobispado, en sus visitas a las comunidades con gente que sufre, gente que llora, gente clavada en la cruz puesta por los poderosos.   Y luego puso esa realidad sobre los textos bíblicos de la liturgia, tratando de discernir que es lo que Dios mismo nos está diciendo en esta realidad.

A partir de Monseñor Romero tenemos otra oportunidad para iluminar la realidad desde la Palabra de Dios.  En vista de que Dios mismo pasó por el Salvador en la persona, en el mensaje, en las palabras de Monseñor Romero, contamos también con las transcripciones de sus homilías y de su diario, contamos con sus cartas pastorales.  Ahora también la lectura creyente que hacía Monseñor Romero es para nosotros hoy, esa Palabra de Dios a través de su fiel servidor, una luz para comprender  esa “historia tan densa la de El Salvador”.  Leer la realidad según el modelo de Monseñor, nos da la seguridad estar en buena perspectiva.

 

190. iluminar la realidad desde la Palabra de Dios. (parte dos)

En la misma cita Monseñor quiere advertirnos del peligro de “profesar un cristianismo aéreo, un cristianismo sin compromiso, espiritualista, desencarnado, desentendido de las realidades.”   Escuchar a Jesús, nos exige “vivirlo (a Cristo) en el marco real de nuestra existencia”.   No pocas veces nos encontramos con “fervor religioso” sin ninguna referencia a la realidad histórica, a veces ni a la propia vida. 

La fe cristiana, el seguimiento en el camino de Jesús, es para vivirla en la realidad muy concreta de la historia del pueblo.  Como comenté en la primera parte, los poderes políticos e ideológicos (medios de comunicación) tratan de desorientarnos, de desconcientizarnos, de desencarnarnos para que seamos los desentendidos de la vida real encerrados en nuestro globo religiosos de cánticos, alabanzas y llantos emocionales.

Monseñor vivió la conflictividad de la “auténtica predicación del Evangelio y la vida de cada cristiano”.  La vivió tan de cerca que le ha costado la vida. Escuchar de verdad a Jesús y encarnar su mensaje en la realidad es difícil porque crea conflictos.  Ayer y hoy.   ¿No debe preocuparnos el hecho que hoy no vivimos esa conflictividad por causa del Evangelio, ni por causa de Monseñor Romero? 

 

191.  Entrégate a la fe, entrégate al amor.

Antes de pedir la entrega a la fe y el amor, Monseñor nos recuerda la antigua llamada a Abrahán: Deja tu país, deja a los de tu raza  (Génesis), traducida en “deja tu vida de pecado, deja esa situación comodona de tu dinero, de tus haciendas, de tus cosas en las cuales te quieres instalar.”  Es una llamada fuerte a los ricos (el dinero, las haciendas). Pero también una llamada a todos y todas: deja todas esas cosas que te acomodan, ahí donde quieres instalarte.   Es una tentación constante de instalarnos en lo que tenemos y ahí donde estamos, limitarnos al pequeño círculo de mi vida o de mi familia cercana: mis horas de TV, mi descanso, mi tiempo en las redes sociales, mi salidita,…    “El egoísmo es un subdesarrollo”, se atreve a decir Monseñor Romero.  Es exactamente lo contrario de la sociedad capitalista de consumo que llama al individualismo, a pensar solo en mi consumo, en mi negocio, en mis ganancias.

Luego nos convoca: entrégate a la fe, entrégate al amor.  Ven hacia la tierra que te mostraré.   El amor es lo que le da al hombre su verdadero desarrollo.  No es la reducción del otro, no es la exclusión de otros, no es mi supremacía, no es mi poder,… lo que me hace de verdad humano (desarrollado mis capacidades y valores humanos).    Dios nos pide arriesgarnos a ese “derrotero que te voy a mostrar”.  Y ese camino no es de emociones religiosas, ni piedad privada, ni de gritos y tembladeras.  Ese camino es de servicio, en entrega a las y los demás, especialmente a las y los más pobres que nuestra propia familia.

 

192. Cristo, poder divino que da vida.

En 1979 dijo Monseñor Romero: “el imperio de la muerte se pasea sobre la tierra y sobre todo, en nuestro país donde la muerte violenta ya casi se hizo aire que respiramos”.  Hoy estamos en lo mismo.  Diariamente siguen los asesinatos, entre pandillas, pandilleros contra policías y soldados, grupos de exterminio, llamados “fallecidos” en enfrentamiento con la policía: 10 o más al día.  Son miles de familias que durante estos últimos años han sufrido la muerte violenta de esta ola de violencia que destruye nuestro pueblo. Hablemos también de los salarios de hambre que provocan desnutrición, enfermedades, falta de desarrollo,…  Hablemos de los tristes pensiones que las administradores (empresas privadas con millones de ganancias sin riesgo) de pensiones tienen disponible para los jubilados.   A pesar de importantes programas sociales (que no son sostenibles), estamos “en un marco negro”.

Ante esta realidad Monseñor proclama a Jesús como presencia de Dios que da vida y que vence la muerte, acordando de la presencia curadora de Jesús.   Siempre es un tanto peligroso hablar del “poder divino”, porque fácilmente se lo sobre entiendo como poder desde arriba, poder milagrero, poder que sustituye nuestra debilidad.   Yo creo en el poder como la radicalidad del amor que genera vida (en todas sus dimensiones), amor que carga con la cruz de otros/as, amor que se da en el servicio.   De esa manera Jesús es el poder de Dios.  Prefiero decir: Jesús es el amor de Dios.

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