Se encuentra usted aquí

Día a día con Monseñor Romero. Libro II. Monseñor Romero - Hombre de Dios.- 30

Autor | Autores: 
Luis Van de Velde - Movimiento Ecuménico de CEBs en Mejicanos. Iniciativa ecuménica "Sentir con el Pueblo"

193.  La fe auténtica en Cristo.

Esta vez el título de esta cita, no está en el texto.   Monseñor hace referencia a “una disposición de confianza total en Jesús.”  Creer que en ese Jesús Dios mismo se hizo presente en la historia de la humanidad, enseñando el camino a andar, revelándose como el Dios de amor (Madre y Padre), revelando también el verdadero sentido de la humanidad, del ser humano.  Esta disposición de confianza se vive, en primer lugar, en la realidad de cada día siendo testigos de ese Jesús.  Luego Monseñor nos habla de la “libre aceptación del Salvador”.  Es una expresión muy desgastada por ciertas corrientes pentecostales que transforman a las personas que pronuncian las palabras “sí acepto a Cristo como mi salvador” en religiosos de otro planeta, fuera de la realidad histórica y muchas veces esclavizadas a servir  (dando religiosamente el diezmo) a su pastor.  Aceptar a Jesús como el Salvador, significa asumir su camino, andar por sus caminos, adentrar su vida en la nuestra hoy en nuestra realidad: dar de comer, sanar heridas, liberar de esclavitudes (demonios), transformar todo poder en servicio, transformar la religión en testigo del Reino de Dios.  

Entonces – dice monseñor Romero – sí tendremos un pueblo que de veras espera la justicia de Dios”.  También que se trata de una espera activa y jamás pasiva, como que Dios estaría interviniendo.    Esperar de veras la justicia de Dios nos exige una lucha sin tregua contra todo tipo de injusticia, contra toda maldad, contra los ídolos del dinero y del poder.   

 

194. Cristo es la piedra angular de toda civilización.

Monseñor inicia en este texto repitiendo nuestra misión fundamental: “artífices verdaderos de nuestra historia”.  En la violencia racista que se dio estos días en los EEUU, un hombre (blanco por supuesto) dijo: en los negros no se les ha desarrollado su cerebro.  Qué espanto.  Pero en la realidad muchos ricos, poderosos, políticos, autoridades de todo tipo, consideran que las y los pobres no saben pensar, no saben construir una conciencia crítica, no saben entender el Evangelio de Jesús, ni seguir el camino de Dios.  Actúan como que solamente ellos/as (adoradores de los ídolos del poder y del dinero) saben organizar la historia, elaborar las leyes, constituirse en supremo jueces,….  Monseñor sabía mejor y dijo a su pueblo reunido en catedral: “podemos ser artífices verdaderos de nuestra historia”.

Luego nos explica que el maestro de la historia es Dios y que Jesús es la piedra angular de la civilización.  Esto exige explicación, porque ni en el mundo cristianizado (¿) hay ni justicia, ni verdad, ni libertad, ni vida para las mayorías..  No es porque nos decimos cristianos (de una u otra iglesia) que vivimos como seguidores de Jesús.

Monseñor nos invita a formar “un propósito, por amor a la patria, de ponernos al lado de Cristo y reflexionar que quiere Dios de mi vida.”   Ponernos del lado de Jesús, es ponernos del lado de los excluidos, marginalizados, de las víctimas, de los explotados,….  Quien no está ahí, cargando con esas cruces de la realidad, no está del lado de Cristo, aunque comulgue cada domingo, aunque no falte en ningún culto y pase por todos los retiros.    Monseñor nos pide reflexionar de verdad lo que Dios quiere de nuestra vida.  No es asunto sencillo, por que oímos con mucha más claridad los medios de desconcientización, los medios de la mentira.  Solo en el silencio de la oración (de noche o de madrugada, como Jesús cuando se retiraba a orar, a escuchar a su Padre), descubrimos la verdad de Dios.  Los mensajes de Monseñor Romero pueden ser una excelente ayuda a escuchar al Dios de Jesús, ya que es un santo de verdad. 

 

195.  Prepararse para servir.   Y 196. Iluminar la realidad desde la Palabra de Dios.   197. Entrégate a la fe y al amor.  Son repeticiones en este libro. Ver mi reflexión al respecto en los  189 y 190  y 191

 

198.  Es Dios que nos manda predicar.

Es una experiencia cristiana y una convicción de fe que es “Dios mismo el que toma la iniciativa de salvar al hombre”.  Por eso Monseñor Romero recalca que “es palabra del evangelio la que tenemos que decir”.

Porque la palabra Bíblica como Palabra de Dios es también, y totalmente, palabra humana, se presta a ser víctima de interpretaciones equivocadas y hasta mal intencionadas.  Solamente desde una profunda experiencia personal de la llamada del Dios de la liberación, el Dios de Jesús, de su presencia en nuestra vida, seremos capaces de discernir lo que hay de Palabra de Dios, en esa palabra humana.   Lo mismo sucede con el mensaje de Monseñor Romero.   Solamente en estrecha relación con el sufrimiento del pueblo, escuchando sus gritos de angustia por la explotación, humillación y la opresión, seremos capaces ser “un predicador del evangelio”.  

Cada vez – a lo largo de la historia, desde 313 cuando el emperador Constantino decidió empoderarse de la iglesia – cuando la jerarquía de la Iglesia se ha hecho aliada (fuerte) del poder dominante, se ha dejado de predicar al Dios de Jesús.

 

199. La muerte de Cristo fue rubricada por la resurrección.

Monseñor Romero está consciente que en la tradición católica para muchos la semana santa se reduce al viernes santo, su visión y vivencia de Jesús llega solamente hasta la muerte de Jesús en la cruz y la procesión del santo entierro.   Denuncia esto como “una religión de fracasados, como un creer en un muerto”

Jesús fue crucificado (torturado, asesinado) como reacción violenta de los idólatras (del poder, del dinero, los poderes de la religión alejada del sufrimiento del pueblo) en contra de alguien que amó sin límites.  La expresión ‘Jesús murió por nosotros’, ‘murió por nosotros’ fácilmente se interpreta falsa y equivocadamente como que Jesús buscó su muerte para redimirnos.  Hasta habrá que reforzar la realidad del asesinato de Jesús, ya que no murió de gripe u otra enfermedad. 

Y luego, ese asesinato de Jesús (consecuencia de su actuar liberador y lleno de esperanza con las y los pobres de su pueblo) es condenado, rechazado por Dios, en la resurrección.  Los idólatras (políticos, económicos y religiosos) no han tenido la última palabra.   De ahí que Monseñor Romero nos dice hoy “la muerte – léase, el asesinato – de Jesús fue rubricada por la resurrección” y esa “resurrección es la garantía de nuestra redención.”

Creer en la resurrección de Jesús (el asesinado) no es una cuestión de un artículo del credo a repetir unas cuantas veces al día, ni de un dogma a aprender de memoria, sino es una manera de vivir: venciendo la muerte (resultado del pecado a todo nivel humano), en el compromiso y la entrega a la causa de las víctimas de hoy, los crucificados de hoy.   

 

200. Un bautizado da testimonio de su fe frente al mundo.

“Es la audacia del bautizado, no le importa comprometerse.”  Monseñor Romero sabe que en realidad – lastimosamente – no es así.  Las iglesias llenan sus libros de bautismos con nombres y apellidos, hasta de padrinos, pero la realidad de las iglesias (es decir: la vivencia del evangelio) es otra cosa. América Latina es un continente de bautizados/as.  Son pocos los no bautizados en una u otra iglesia, de niños/as o de adultos/as, en la pila bautismal o en los ríos. Pero la vida del pueblo latinoamericano no es una vida de “bautizados”. Hoy en El Salvador, las cárceles están llenísimas de bautizados.

En su reflexión Monseñor hace referencia al Evangelio de la curación del ciego de nacimiento y nos dice “todo bautizado provoca una crisis” de parte de terceros, los del entorno.  No creen que ese ciego de nacimiento, ahora sí puede ver.  No lo aceptan.  El curado provoca crisis en todos que lo ven. Su nueva conducta los cuestiona.  No puede ser.  Algo anda mal. No vive según las normas de la religión y de la sociedad (dominante).  Sin embargo en cuanto a los bautizados/as, no provocamos ninguna crisis en nadie de nuestro entorno. Son acontecimientos sociales y familiares.  Se inscribe el nombre en el libro, porque no se sabe para qué le puede servir esa constancia de bautismo, como para ir a una escuela católica o para casarse por la iglesia (otro evento social en primer lugar para muchos).

 

Monseñor Romero nos pide reflexionar mucho este testimonio de la curación del ciego de nacimiento, “porque allí encontrarán lo que tiene que ser un bautizado frente al mundo, dar testimonio del bautismo (es decir, del Evangelio), no avergonzarse de Jesús, dar fe de que es Hijo de Dios: ser testigo.”  ¡Cuánto nos hace falta!

 

201. Con ustedes soy el cristiano.

“Con ustedes soy el cristiano, para ustedes soy el obispo”.  Con el pueblo Monseñor se siente “cristiano”, como las y los demás.  Esto lo llena de esperanza y le hace esperar “redención y salvación” para todos, también para él.  Es una primera reflexión. Monseñor se siente parte de este pueblo de Dios que camina en tiempos muy difíciles. Junto con el pueblo tiene que ir discerniendo la Palabra de Dios en la historia. 

Solamente en segundo instancia dice que es el obispo para el pueblo, es su responsabilidad.  Le hace temblar y tiene toda la confianza en la fuerza de Dios para realizar ese cargo. 

Luego lo amplía para cada sacerdote, cada animador/a de CEBs: “con ustedes soy cristiano/a, para ustedes soy animador/a”.  Ojalá que todos/as  también estemos conscientes de nuestra debilidad, de nuestra falta de coherencia, de nuestras heridas,… para poder caminar como cristianos/as con el pueblo, para que podamos confiar – con el pueblo – en la fuerza del Espíritu liberador de Dios que nos dará fuerza para seguir el camino de Jesús.

 

202. Permanezcamos unidos con el obispo.

Monseñor estaba preocupado por la desunión de sus sacerdotes.  Se daba cuenta que su mensaje como pastor y profeta provocaba animación y entrega en algunos sacerdotes, pero en otros rechazo y hasta condena (junto con algunos otros obispos en El Salvador).  “Nada anhelo como la unidad del clero”.  Monseñor considera que es el mismo pueblo que sufre “víctima de la desunión” del clero en la arquidiócesis. Mientras cuando haya unidad del clero con el obispo, pastor y profeta, el pueblo se beneficia. 

Ahora que también la gran Iglesia está en camino de canonizarlo santo, se sobre entiende las palabras de Monseñor: si los sacerdotes no están en plena comunión con ese obispo, entonces estará apartándose del camino de Jesús. Por eso Monseñor aclara que tanto el obispo, como el clero y todo el pueblo de Dios debe “estar unidos con la fuente de la gracia que repartimos con Cristo nuestro Señor”.  Ahí está el gran desafío, que todos/as en la Iglesia regresemos siempre a Jesús, Mesías, Ungido de Dios, Hijo de Dios, que nos enseñó el camino de la humanización de la historia y que nos hizo ver cómo era Dios mismo.

 

Hoy volvemos a ver grandes diferencias en el clero y en el pueblo acerca de la comprensión del beato y pronto santo Romero.  Para unos será una alegría verlo convertido en un santo de altar, intermediador para conseguir soluciones por su intervención, objeto de culto.  Para otros será palabra viva de Dios mismo, ejemplo a seguir, referencia constante a Jesús y el Reino.  Solamente si somos capaces de retornar a Jesús (más allá de doctrinas, catecismos, cultos,..) entonces estaremos unidos con el obispo.

Temáticas: 

Acciones y campañas

Tema Danland para Drupal creado por Danetsoft y Danang Probo Sayekti inspirado en Maksimer