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Día a día con Monseñor Romero. Libro II. Monseñor Romero - Hombre de Dios.- 35

Autor | Autores: 
Luis Van de Velde - Movimiento Ecuménico de CEBs en Mejicanos. Iniciativa ecuménica "Sentir con el Pueblo"

228. Vale la pena creer.

 Monseñor está consciente que la vida alimentada por la fe siempre chocará contra la vida que es un reino de tinieblas y del pecado.  Los poderes de la muerte nos dan miedo.  La violencia social, los asesinatos diarios, los mareros que controlan nuestras colonias,….  nos tiene atemorizados/as.  Nos sentimos decepcionados ya que con una minoría en la asamblea no se puede avanzar hacia los cambios que el pueblo necesita.  Las iglesias muchas veces no van más allá del culto en todas sus expresiones, sin tocar el corazón del pueblo.

Aun así, Monseñor Romero nos dice: “vale la pena creer”.  “vale la pena alimentarse de palabras de Vida”.  Lamenta que “gente que creíamos fuerte está con miedo”.  La comunidad eclesial de base puede ser el espacio comunitario y eclesial para fortalecer esa fe, esa esperanza y ese amor.  Juntos somos capaces de vencer el miedo y de arriesgarnos a la misión que Dios mismo nos ha encomendado.

 229. Es hora de que nazca un mundo nuevo.

 El partido ARENA se jacta haber salvado las pensiones del robo  (no sé si quieren decir, hemos garantizado que las pensiones sigan siendo fuente de fortuna para los dueños de las AFP, siendo líderes del partido) y el partido FMLN dice que logró mejoras en las pensiones en un primer paso para ser un sistema justo.   Aunque los trabajadores asegurados van a aportar más cada mes, se considera que habrá mejores prestaciones para el momento de la jubilación.   Frente a esto el arzobispo habla de esta reforma como “una vergüenza”, denuncia el arreglo para lograr que los fondos de pensiones sirvan para aliviar el déficit presupuestario.

Disculpas por iniciar esta reflexión con una referencia a la política en El Salvador.  Me parece que la crítica de Monseñor Alas es una concreción del grito de Mons. Romero cuando dijo “Es hora en que un mundo nuevo tiene que nacer”.  Ya basta madrugones, con sabotajes a las inversiones que benefician al pueblo, ya basta con arreglos políticos… Lo que nuestro pueblo necesita es realmente “un mundo nuevo” y no parches. Ya Jesús había hablado de ese ejemplo: no se remienda un vestido viejo con tela nueva!  Aquí necesitamos cosas nuevas, pasos firmes para un mundo nuevo. 

Monseñor Romero nos recuerda que esa redención, ese mundo nuevo solo vendrá “en la medida en que hagamos nuestra esa siembra del Evangelio”.   Un mundo nuevo empieza cuando hay hombres y mujeres empiezan a vivir de manera diferente, de una manera nueva. Qué convincente sería si los miembros de la asamblea y sus asesores, los magistrados de las cortes, empezara con reducir sus lujos, sus seguros privados, sus super salarios y bonos y honorarios y ----, y empezara a semejarse a la realidad del pueblo de quien dicen que “están sirviendo”.  Todos y todas podemos hacer cosas “nuevas” para que el mundo nuevo empiece a nacer.  Empecemos ya.

 230. Fuera de Dios no hay nada.

 Monseñor Romero es consciente que el Dios de Jesús es “el origen, el camino y la meta” de la creación y de la historia.  Muchas veces podemos experimentar algo de esa presencia divina tanto en la belleza de la naturaleza, como en los momentos de esperanza y liberación en la historia de los pueblos.  Pero muchas veces también pasamos por tiempos y espacios tan oscuros que esa presencia de Vida y Liberación no son visibles, ni comprensibles.

Una de las frases que aparecen con mucha frecuencia en la biblia es “no tengan miedo”, “no teman”.  Tanto en el antiguo testamento como en los Evangelios, las comunidades de las y los creyentes dan testimonio de su convicción que Dios será fiel, que Dios será más fuerte que la muerte, que el amor vencerá el odio, que las y los pobres ganarán la batalla definitiva, porque Dios está a su lado.     Todo esto no es para que esperemos pasivamente, sino para que sigamos luchando, arriesgándonos juntos y juntas.  Dios escribe recto sobre (nuestras) líneas torcidas.  Esta fe y esta confianza abren los horizontes y los caminos para amar sin límites, para arriesgarse en la construcción del Reino, para cargar con la cruz de las y los pobres / víctimas de la historia, para ser presencia de salvación.  No tengamos miedo. 

 231. ¡Todos vamos a resucitar!

 Para hablar de nuestra resurrección Monseñor hace la comparación con la milpa: la primicia garantiza la cosecha.  Si las primeras mazorcas son excelentes… una gran cosecha tendremos.   Si Jesús ha resucitado (la primicia), todos vamos a resucitar (la gran cosecha).   

Por supuesto todo esto no es tan automático.  Jesús no es cualquier resucitado!!!  El resucitado no es cualquier Jesús!!!!   Dios mismo se hizo presente en ese “tal Jesús” en la Palestina de aquel tiempo.  En su manera de actual, de hablar, de callar, de vivir Dios mismo se hizo presente, visible, palpable y a la vez nos mostró el camino para el pleno desarrollo de nuestras capacidades humanas respondiendo a nuestra vocación de ser imagen de Dios.   Si ese Jesús ha resucitado, quienes se arriesgan a su vida, a su compromiso, a su entrega, a su seguimiento, también resucitarán, sabiendo que también pasarán por el rechazo, la crítica, la endemonización, el sufrimiento, la cruz.  

No tengamos miedo.  En el camino de Jesús estamos muy bien.   Arriesguémonos a ese camino.

 232. Dios es la meta.

 No cabe ninguna duda que Monseñor Romero ha sido un hombre de Dios.  En la cita de su homilía del 26 de noviembre de 1978 vuelve a decirnos: “Si Dios es el origen de este Reino, y por eso no tendrá fin, Dios es la meta”. 

El peligro de frases así, es que se puede llenar “Dios” con lo que uno quiere.   No pocos/as lo han hecho creando sus dioses de bolsillo, sus ídolos.  Y luego con gusto se arrodillan ante esos dioses, que son para ellos “lo absoluto”.  Lo vemos en las fuerzas más conservadoras (a nivel político, económico, social y hasta religiosa): los dioses del poder, de la riqueza, de la organización,… 

Por eso no podemos olvidar que Monseñor nos puse esta frase: “Cuando Cristo entregue este reino al Padre”. Ahora sí, empieza a aclarar. Ya no es cualquier dios de bolsillo o ídolo, sino del Dios de Jesús, de aquel Jesús que vivió ahí en Palestina hace como 2000 años.  El camino hacia ese Dios pasa por el camino recorrido por Jesús. 

Recordemos que Jesús nos ha dicho con claridad que en su camino no hay seguridades, no hay comodidades,…  en su camino habrá que aprender a romper con tradiciones socio – culturales que pueden ser muy buenas, pero que no aportan para el Reino…. En su camino habrá que aprender a romper con tradiciones religiosas que pueden haber sido muy buenas, pero que solo sirven de nostalgia al mirar hacia el pasado y ahora solo nos apartan de las exigencias del Reino.     Solo ese camino – en el seguimiento a Jesús – nos llevará hacia la meta, el Dios de Jesús.

 233.  Ya no es tiempo, queridos hermanos, de vivir esa dicotomía entre lo creado y lo redimido.

¿Qué quiere decirnos Monseñor con esa frase un tanto extraña?  La cita inicia con “antes de ser cristiana, la sociedad tiene que ser humana”.  La gran misión de la humanidad es hacer este mundo y esta historia “humana”, hasta en la profundidad de su ser, imagen de Dios.   Esto tenemos en común entre todos las y los humanos!!! 

Sin embargo el asunto no parece tan sencillo, porque la humanidad ha hechos cosas horribles, tan inhumanas, tan en contra de esa imagen del Dios de la vida. No necesito dar ejemplos históricos.  Hasta muchas veces se ha hecho esas cosas horribles justificándolas en nombre de Dios. 

Recuerdo lo que Carlos Mesters decía sobre la Palabra de Dios.  La primera es la creación y la historia.  En vista de que no hemos sabido valorarla, ni hacerla transparente ante Dios, Dios nos dijo una segunda Palabra que está recogida en la Biblia (miles de generaciones han aportado sus experiencias) y en otros libros sagrados de los pueblos.  Y Monseñor Romero nos recuerda que Dios mismo plantó “esa cepa de Cristo” para volver a enseñarnos el camino de la humanidad, el rumbo de lo humano, es decir, el rumbo de lo verdaderamente divino.  En el camino de Jesús no estamos perdidos.

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